El dinosaurio (corrupción, clientelismo, soborno y un sinfín de etcéteras) se resiste a morir en Guatemala. Para ello se ha disfrazado de derechas, de izquierdas y de toda la gama de colores politiqueros que hay en nuestro país. Nada nuevo, nada nuevo.
A continuación, dos tétricos ejemplos de tan distorsionados disfraces:
- Hace muchos años conocí a una persona para quien el aprendizaje de las matemáticas fue harto difícil. Y dudo mucho que las haya aprendido. Tiempo después lo encontré en una cabecera departamental hecho todo un maestro de matemáticas, ejerciendo como tal en una escuela normal de la localidad. Cuando le pregunté la razón (de tamaña sinrazón) me respondió: «Así es la política». Era la época de un gobierno que se suponía izquierdista.
- Ese desagradable momento me llevó mentalmente a otro similar acaecido en 1964. Un señor de mi pueblo, muy de derechas, le ofreció en venta a mi padre una finca rural de 10 manzanas de tamaño. Le dijo que el terreno era toda una ganga porque, sin costo adicional, el precio incluía sembradíos de café y una familia de personas q’eqchi’ que, a título de mozos colonos, trabajaban casi de gratis. Le advirtió que para su mejor rendimiento laboral había que gritarles y ofrecerles palo.
Esas felonías se ampararon en la izquierda una y en la derecha la otra. Conste que muy a la guatemalteca porque, ideológicamente, la derecha devenida de los girondinos y la izquierda devenida de los jacobinos (durante la Revolución francesa) jamás guarecieron el descaro, la mentira, el deshonor ni la explotación del hombre por el hombre, aunque indudablemente, como todo lo humano, cada grupo tenía sus claroscuros.
Por eso da grima, en estos momentos cruciales de Guatemala, escuchar a leguleyos —que no habrían llegado ni a la Marisma en el mismo contexto de la Asamblea Nacional francesa de 1789— intentando argüir como eruditos. Sus rostros cerúleos, su pelo engomado y una verborrea digna de Cantinflas (con perdón de don Mario Moreno) van de la mano con su tosquedad y su ignorancia.
Como muestra, a más de todos los resbalones provocados por la infortunada decisión del presidente de la república en sus intentos de expulsar a don Iván Velásquez, cuando ya las aguas estaban tomando un cauce sosegado, Javier Hernández y dos adláteres del FCN alborotaron de nuevo el cotarro con un video más contradictorio que la misma palabra. En el video arremetieron en contra de la Corte de Constitucionalidad por haber suspendido en definitiva la expulsión de Velásquez.
Guatemala no está para tafetanes. Mientras al presidente lo apoyan (en su berrinche) Otto Pérez, el Taquero, Joviel Acevedo, los diputados y cierto número de alcaldes, a don Iván y a la Cicig los apoya la comunidad internacional, el Departamento de Estado de Estados Unidos, el Congreso de ese mismo país, la ONU y toda la Unión Europea, sin contar todo el apoyo interno que de suyo se ha manifestado explícitamente. ¡Vaya equilibrio de fuerzas!
El dinosaurio se resiste a morir. Lo que ignora don Jimmy (y quién sabe si también sus asesores) es que el respaldo que le están dando tan lúgubres personajes no es de gratis.
Ante semejante panorama, reitero: no puede ser bueno aquello que, fraguándose al cobijo de la oscuridad, no puede mostrarse bajo el esplendor de la luz.
A manera de conclusión, sugiero leer este análisis jurídico y político de la declaratoria de persona non grata en contra del comisionado de la Cicig.
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