«Nosotras nos levantamos a las cinco de la mañana para ayudar a mi mamá a juntar el fuego. Pongo a cocer el maíz con un poco de cal y luego traigo leña para el fuego mientras se coce [cuece] el maíz como en 45 minutos. Hay que estarlo meneando para que se coza [cueza] lo de arriba. Para mientras, acarreo agua con mi hermana, vamos hasta el llenacántaros, que es un chorro municipal que está como a 20 minutos de la casa. Cuesta agarrar turno porque se amontona la gente. Después esperamos a que se llenen las tinajas. En todo esto se pasa una hora para tener dos tinajas grandes de agua. Con eso, lo que podemos hacer es lavar los trastos y cocinar. Guardamos un poco de agua para tomar y lavarnos la cara.
»Al regresar comemos un poco de frijol que queda de la cena con tortillas y de ahí nos vamos. Mi mamá y mi hermana se van al río. Yo, al molino. Después me voy al río con mi mamá. Cuando estaba mi papá, nos levantábamos a las cuatro porque había que mandarle su bastimento. Él se iba a la montaña a sembrar milpa. Mi papá se fue en diciembre. Salió a buscar trabajo a Escuintla y nunca regresó. Mi mamá está embarazada y mi abuelo dice que mi hermanito que va a nacer no es de mi papá. Por eso mis abuelos nos sacaron de su casa y estamos en un cuarto alquilado. No tenemos luz. No tenemos agua. Mi mamá dice que así cuesta porque no se puede ni sembrar un poco.
»Donde estamos no hay lugar. Nos bañamos en el cuarto una vez a la semana porque cuesta agarrar agua. Casi no sirve bañarse así porque no tenemos jabón. Nos lavamos con detergente cuando hay. Si no, con ceniza. Pero en el mismo ratito volvemos a sudar otra vez acarreando leña o nos ahumamos con el humo de esta.
»Al ir a lavar nos gusta cuando no hay más personas porque nos bañamos en el río. Ahí sí bien bonito porque con bastante agua nos bañamos día de por medio [un día si y uno no]. Aunque casi nunca podemos bañarnos ahí porque cerca hay un taller y los hombres son bien abusivos y mañosos. ¡Cómo nos dicen cosas! Saben que somos solo mujeres y que no está mi papá.
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»Antes, cuando estaba mi papá, mi mamá vendía refacciones. Hacíamos tacos y empanadas de banano. Mi mamá quería prevenir [planificar la familia], pero dice mi abuela que eso es pecado y mi papá y mi mamá se pelearon porque él dijo que ella estar con otros hombres quería y no la dejó. Por eso está embarazada. Ya estaba así cuando se fue mi papá. Ahora, como no hay clases, podemos ayudar más a mi mamá, pero lástima que ya no puede hacer refacciones porque no tenemos agua donde vivimos.
»Mi hermana pequeña casi siempre llega donde mi abuela. No le gusta ir porque ella [la abuela] le habla mal de mi mamá. Pero mi mamá la manda de todos modos porque dice que ahí hay comida. Cuando estábamos estudiando, yo me venía a ayudar, a bañarme y a comer a la residencia estudiantil. Ahí nos daban almuerzo. Ahora solo nos dan para llevar y comer en la casa. Dicen que es para que no nos enfermemos de covid. Comemos con mi mamá las dos. A veces hace sopita y pone algunos de los huevos que me dan.
»En las tardes nos ponemos a desgranar maíz. ¡Duelen las uñas de sacar la primera fila de granos! Después desgranamos con olote. Antes de que oscurezca les leo a mi mamá y a mi hermana los libros de la biblioteca. Nos gusta porque es como que estuviéramos viendo televisión. ¡Bien felices nos ponemos! Como a veces no hay para candelas, nos acostamos temprano.
»Nosotras no peleamos. A saber qué le pasa a mi mamá. A veces siento que está triste. Pero de eso no hablamos nunca».
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