La justicia en Guatemala ha sido traicionada por quienes deben protegerla. En primera fila están las autoridades del Organismo Judicial (OJ). A la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que rebasa con creces el período para el que fue electa, le siguen el Ministerio Público (MP) y la Corte de Constitucionalidad (CC). Como el Cristo que torturado caminó hacia el Gólgota llevando a cuestas su cruz, los verdugos de la justicia la hacen cargar la pesada carga de la corrupción y la impunidad.
La saña con la que operan contra quienes son víctimas de la venganza de los criminales solo es comparable con la de los azotadores del nazareno. Cada momento del martirio que reproduce el viacrucis es ahora repetido por los sicarios de la ley contra quienes intentaron defenderla.
A fiscales y titulares de juzgados que salieron al exilio antes de que les capturaran, no dejan de lloverles denuncias espurias y sus consecuentes órdenes de captura. A quienes se les capturó y encerró en prisión con base en procesos inventados, les mantienen en privación de libertad y con nuevos casos como arma de vendetta.
No hay manera que la ex titular de la Fiscalía Especial Contra la Corrupción (FECI) en Quezaltenango, Virginia Laparra, sea atendida con diligencia por los quebrantos de salud que padece. A Mario Castellanos, abogado defensor de José Rubén Zamora Marroquín, lo forzaron a utilizar la aceptación de cargos para facilitarle medicamento. elPeriódico, medio que fundó Zamora Marroquín, sigue enfrentando el acoso y el ahorcamiento económico que busca silenciarle por completo.
De igual forma, la prensa independiente está en alto riesgo ante la amenaza de criminalización. Así se entiende la solicitud de Cinthia Monterroso, fiscal que lleva el caso contra el periodista, de perseguir a más integrantes del medio. En la audiencia de primera declaración de José Rubén, Monterroso pidió y consiguió que el juez aceptara una investigación en contra de los columnistas Edgar Gutiérrez, Manfredo Marroquín y Gonzalo Marroquín, así como de los periodistas Gerson Ortiz, Julia Corado, Gonzalo Marroquín Godoy, Cristian Vélix, Alexander Valdez, Rony Ríos y Denis Aguilar.
Los acordes de las marchas fúnebres de la cuaresma, declarada patrimonio cultural de la humanidad, reviven las angustias y sin sabores que enfrentan quienes están en prisión política en Guatemala. Los cortejos procesionales que conmemoran el viacrucis representan la carga dolorosa de la perversión de la justicia a manos de criminales como las cabezas de la CSJ, el MP y sus servidores, como jueces y fiscales que envilecen el derecho.
[frasepzp1]
Mientras, al igual que en la historia de la pasión cristiana, los barrabases son liberados y premiados. Así, Blanca Stalling, una magistrada que usó su cargo para delinquir, vuelve a vestir la toga y se apoltrona en la Corte. Criminales genocidas logran resoluciones favorables. Jueces criminales como Mynor Motto, disfrutan de la impunidad. Ex convictos como Manuel Baldizón y corruptos como Jimmy Morales, aspiran a una curul en el Congreso. Todo ello posible, gracia al favor de jueces y fiscales que sirven al crimen y no al derecho.
Cual mantequilla que se desliza en la sartén caliente, el sicariato de la corrupción y la impunidad, compuesto por fiscales, abogados y jueces que han destruido el estado de derecho, se pavonea en los tribunales. Hace alarde ostentoso del poder que momentáneamente concentra y se vanagloria del uso perverso que hace de la ley. Son como los centuriones que se aseguraron de torturar más al rebelde que cargó con la cruz hasta el Calvario.
Pero como a la noche a la que le sigue el día, la calma que sucede a la tormenta o la paz que sepulta a la guerra, según la liturgia católica, al viacrucis le sigue la luz y el tormento habrá de llegar a su fin. El dominio del sicariato del crimen no será eterno como tampoco lo será la tolerancia popular. Más temprano que tarde la justicia ciudadana derrumbará las babeles de la impunidad y devolverá el estado de derecho a su sitio en la democracia.
Más de este autor