Me contaba Anita que los y las jóvenes cargan con una base educativa pésima. Decidió que, más que llenarlos de contenido, los apoyaría a desarrollar habilidades que les permitieran asimilar información de manera crítica. Su primera actividad fue enseñarles técnicas de estudio. Les proporcionó material para que leyeran y presentaran un trabajo escrito. El siguiente fin de semana, estos le presentaron extensos trabajos, pero ninguno podía explicar nada respecto a alguno de los temas desarrollados. Sin rendirse, Anita decidió explicar sin prisas cómo debían realizar los resúmenes.
El siguiente fin de semana, todos los jóvenes, menos una, presentaron las distintas formas de trabajar mapas mentales, cuadros sinópticos, etcétera, y discutieron al respecto. Cada uno explicó qué manera le parecía más favorable para digerir y retener información. La chica que no presentó el trabajo esperaba un cero como nota. Anita decidió preguntarle qué había ocurrido.
—Es que entre semana tengo que trabajar, seño. Usted sabe lo que significa ir a trabajar al campo, a terrenos lejanos. Salimos con mi abuelo los lunes y volvemos los viernes. Trabajamos bajo el sol y dormimos en una galera, prácticamente a la intemperie. Me toca trabajar a la carrera el viernes y con una gran bulla que hacen los vecinos del cuarto de a la par del nuestro —le respondió.
—Efectivamente —me decía mi amiga—. Yo sé lo que es trabajar en agricultura. Solo uno sabe lo que cuesta sacar adelante las responsabilidades del hogar al mismo tiempo que se quiere superar.
Yo estoy segura de que ella comprendió las complicaciones de su alumna porque pasó por la misma situación hasta que se graduó de la universidad. Estudiar le fue complicado. Además, puso un pequeño negocio y otras ventas para costear sus estudios. Como profesional, se le ha complicado encontrar un trabajo en el que gane al menos mil quetzales.
Anita me contó que le planteó a la joven la oportunidad de llevarse su trabajo al campo y de que avanzara lo que pudiera. Le ofreció darle un espacio en su salón de estudios para que pudiera concentrarse para retener la información. La muchacha le comentó que no podía llevarse las hojas para la tarea porque, por la falta de agua y lo agreste del espacio donde permanecía entre semana, no podría entregar una tarea con la presentación y limpieza que una tarea requería. Obviamente, mi amiga me contaba esto porque estábamos comentando lo difícil que es para los patojos del campo superarse, pero sobre todo la rigidez del sistema educativo, que en cualquier otra circunstancia habría excluido a esta alumna.
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Estoy convencida de que estos estudiantes, en manos de una docente de esta talla, lograrán desplegar criterio, razonamiento, habilidades y potencial cognitivo que les permitan aspirar a la educación superior, si es que la pobreza extrema les permite encontrar las condiciones. El problema que tendrán que enfrentar después es mayor si desean acceder a la educación pública: superar las pruebas de ingreso que afrontarán una, otra y otra vez hasta que las aprueben o hasta que la frustración los venza.
La baja calidad de la educación en Guatemala, tanto de instituciones públicas como de algunas instituciones privadas, se ha convertido en una gran oportunidad de lucrar con las necesidades de la población más vulnerable. No siendo suficiente el pésimo nivel que ofrecemos, estamos marginando y violentando sistemáticamente su derecho a educación pública gratuita en una universidad del pueblo que, aunque no sea esa la intención, ahora se da ínfulas de clase.
Esto, sin contar que algunos grupos privilegiados, en lugar de cumplir a cabalidad sus obligaciones fiscales, ahora quieren dar la estocada final que pretende evitar la entrega de los fondos públicos constitucionalmente asignados a esta casa de estudios no sin antes lanzar, a través de inexactos medios de comunicación, una conveniente campaña de desprestigio contra los estudiantes.
Los guatemaltecos y las guatemaltecas del campo exigimos el 5 % del fondo asignado a la educación pública y una educación de calidad que se adapte a las necesidades de los estudiantes para que puedan integrarse activamente y con éxito a la economía del país.
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