Violeta Parra era una heroína que lograba guardar el poder de la música en su guitarra y su voz. Clarice Lispector, una princesa desprincesada, que dominaba el arte de la escritura y la imaginación. Julio Cortázar tenía el superpoder del juego de palabras. Frida Khalo el de la pintura. Juana Azurduy el de la lucha por la libertad. Y Eduardo Galeano el de la memoria que no está dispuesta a extinguirse.
La colección de Antiprincesas y Antihéroes, creada por la periodista argentina Nadia Fink y publicada por la editorial Chirimbote, abre nuevos mundos a pequeños y jóvenes, alejados de los reinos, los castillos y los príncipes salvadores que protagonizan los clásicos relatos. Los libros, que cuentan las historias de referentes de la literatura, del arte y de la historia, logran cada vez con mayor facilidad traspasar fronteras.
En septiembre de 2015 los ejemplares empezaron a salir de Argentina. A México, llegaban por avión, luego de un largo proceso que se demoraba demasiado. Así que al comprobar la aceptación que tenían, la editorial mexicana El Rincón del Quijote firmó un acuerdo con Chirimbote para imprimir los libros en el estado de Puebla. Los hermanos Marielos y Miguel Saquimux Contreras, que trabajan en el proyecto, propusieron entonces traer los libros a Guatemala.
“Hay mucha necesidad de que los niños y las niñas tengan acceso a este tipo de literatura, porque es muy difícil de conseguir”, explica Marielos. “Ya ves dónde quedan las librerías en Guatemala, la poca cultura de lectura que se tiene. Las secuelas que ha dejado el conflicto armado hacen que nos siga costando el acceso a cultura, música, arte, libros… Es importante que los niños conozcan otro tipo de historias, de personas de la vida real de Latinoamérica, que dejaron un legado importante para el mundo”.
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Cambiar los modelos
La búsqueda de nuevos referentes feministas para los menores es una de las claves de la colección. Marielos lo expone así: “No es la típica historia de Disney, en la que las mujeres son débiles, sumisas, que están metidas en problemas y alguien las tiene que llegar a rescatar. Las condiciones en las que viven las mujeres de Disney no se parecen a las de las niñas de Guatemala. Ellas no están dentro de un castillo, de un palacio”. Es importante, indica, que se den cuenta de que aunque se nazca en una situación poco favorable, pueden salir adelante, esforzarse, lograr cosas. “Es el caso de Violeta Parra, que cuando comenzó a crear una música reconocida, su esposo le dijo que él no quería a una mujer que estuviera viajando y que no se mantuviera en casa cumpliendo con sus obligaciones. Y ella lo dejó. Y ese es el mensaje que le das a la niñez”.
Los libros también intentan cambiar la forma de relacionarse con las demás personas. Miguel cuenta que “el hecho de ir identificando las imposiciones sobre cómo debe ser una pareja o una familia, contribuye a derribar mitos que se forman en la sociedad y a comprobar cómo existen otros modelos de vivir”. La historia de Frida Khalo y Diego Rivera, continúa, “puede ser un modelo cuestionable, pero de alguna forma enseña que la relación no tiene que ser siempre monógama”.
Explicar términos como “cronopios”, “revolución” o “represión” a menores de 12 años puede parecer un reto. Pero Marielos concluye que ellos “tienen la capacidad de aprender lo que se les quiera enseñar”. “No hay que tenerle miedo, en los libros se explican conceptos como ‘dictadura’ o ‘pueblos originarios’ de una manera sencilla, y se entiende perfectamente”. Su hermano añade que “si uno lee y no entiende, pregunta, y esta es una forma muy importante de relacionarse”.
El papel de las personas adultas que acompañan a las niñas y niños también es importante en la lectura de los libros. “Les toca hacer un acompañamiento y señalar estas cosas. No es sólo dar el libro y que lo lea, y ahí se queda. Es acompañarlos para que cuando sean grandes tengan un pensamiento crítico”, concluye Miguel.
Marielos reproduce las palabras de Nadia Fink, la autora de la colección, y hace hincapié en que “los libros Antiprincesas no son sólo para niñas ni los de Antihéroes para niños”. “Es necesario que ellos se den cuenta de que hay otro tipo de mujeres. Y viceversa: ellas deben desligar a los hombres de la figura de los príncipes. Porque los niños también sufren las consecuencias del machismo”.
“Las mujeres tienen esa necesidad y concientización de que hay que liberarse de los estereotipos y de las cuestiones que nos ha impuesto el sistema”. Quizás por eso, explica Marielos, son más las madres, tías o primas que llegan buscando los ejemplares. “Las nuevas generaciones de mamás no están de acuerdo con la sociedad actual, y quieren transmitir esto a sus hijas e hijos”.
La idea es, poco a poco, introducir la colección en librerías alternativas, continúa: “El proyecto es muy independiente, estamos trabajando muy desde abajo. No queremos colaborar con grandes librerías que nos ponen condiciones como si fuéramos grandes empresas. No se vale lucrarse con la cultura, y nosotros queremos mantener los precios, así que trabajamos con el boca a boca, tratando de tener los libros cerca de la gente”.
Marielos y Miguel buscan implementar en Guatemala el modelo que está funcionando en México. Llegar a presentar la colección en escuelas y en lugares accesibles, en los que los libros lleguen al mayor número de niños. Marielos cuenta que en Puebla “nos hemos ido a pueblitos, en los que a veces no se vende ni un libro, pero las familias se interesan mucho en las historias”.
Lograr que los pequeños vean la lectura no como una imposición, sino como un juego, como una diversión, es el objetivo. Que desde jóvenes, sus ejemplos a seguir y a imitar no sean superhéroes musculosos ni frágiles mujeres, sino unos referentes antiprejuicios, feministas y libres.