En dicha actividad, en la cual participó el consorcio integrado por las Universidades Rafael Landívar y San Carlos, así como ASIES, se presentó el recorrido que hasta ahora ha tenido la discusión de las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Además, se adelantó la fecha de las próximas reuniones en las cuales ciertas organizaciones sociales presentarán sus propias propuestas de cambios, con el fin de allanar el camino de la tan ansiada reforma.
Como era de esperarse, algunos de los expositores se dieron a la tarea de enumerar algunos temas que son relativos a este tipo de legislación. Por ello, se abordó la discusión desde la construcción de componentes y ejes. Es decir, se expuso lo relativo a la participación ciudadana y su énfasis en la construcción de ciudadanía, el sistema de partidos, así como la modernización del sistema electoral. Lo anterior implica de suyo abordar lo referido al fortalecimiento institucional, a saber, la organización e implementación como parte del diseño del órgano regulador de la actividad electoral, así como la regulación de las organizaciones políticas, poniendo énfasis en el tema de financiamiento.
Además se insistió en las reformas a lo referente a las organizaciones políticas, el sistema de partidos, llegando incluso a categorizar Guatemala como un sistema multipartidista extremo poniendo énfasis en la falta de pluralismo del sistema. También se hizo mención a la temática del sistema electoral, la cultura política, la posibilidad del voto en el extranjero y la discusión de la alternancia en el poder, que implica el tema de la reelección. En algún momento de la actividad se hizo referencia al papel que ha jugado la academia en este evento.
Ello le da sentido a todo lo expuesto anteriormente, pues como puede verse, la discusión contiene una serie de elementos que deben ser examinados a la luz de evidencia empírica, pero también del conocimiento acumulado de la experiencia comparada. En este aspecto, las universidades se convierten en el referente fundamental. Los hallazgos productos de investigaciones, diagnósticos y estados del arte en el tema de organizaciones políticas, así como del diseño de instituciones electorales se convierten en un asidero importante para la toma de decisiones sobre el curso que se le quiere dar a las reformas electorales.
No obstante, en un momento se insistió en el balance entre lo deseable y lo posible. Y considero que eso puede representar un problema de falta de seriedad y legitimidad a la academia. Este campo se ha constituido para generar conocimiento que sirva de fuente para construir criterios y estándares para las mejores prácticas. Los hallazgos que ofrece una investigación seria, que provoca discusiones de fondo y promueve opiniones técnicas, no deben ceder en calidad debido a los contextos políticos, ni mucho menos la orientación de las preferencias políticas de los partidos en un determinado momento. La academia en esta área del conocimiento como en otras, debe buscar siempre la seriedad y excelencia en sus propuestas.
Si la operacionalización del planteamiento académico sufre variaciones de forma y de fondo debido a la negociación política, eso debe ser responsabilidad única de aquellos actores políticos y sociales que se dedican a eso, que están para eso y que viven de eso. La Universidad debe ser el garante de la discusión que permita iluminar el camino de aquellos que tienen la posibilidad de promover cambios, pero no debe formar parte como tal de una negociación en donde la seriedad y la excelencia cedan paso a la necesidad y la urgencia. A lo que me refiero es que hay que marcar diferencia entre lo que es academia y discurso sin contenido, para esto último están ciertas organizaciones neonatas, especialmente de corte juvenil, que no tienen empacho en proponer cosas como la promoción del voto del guatemalteco en el extranjero bajo el argumento de que estos son los principales agentes que aportan a la economía del país.
El autocompromiso al cual se apeló al hacer referencia a los partidos políticos que deben aprobar la reforma, debe ser el norte de la propuesta universitaria. Como academia no hay que ceder al canto de las sirenas, lo más recomendable sería atarse al mástil. Y es que hay una razón política en todo esto, si la reforma al final queda como “la misma gata, solo que revolcada”, no será algo por lo cual habrá que agachar la cabeza.
Más de este autor