Me escribe mi hermano Alejandro en el chat familiar: «Mirá, Edgar, ¿tenés algo de historia de los 48 Cantones para entender de dónde vienen? Creo que nos sería útil». Rápidamente hago un recuento de mis primeros contactos con miembros de la familia Ixchiú, del conocimiento que tengo de CDROS de Totonicapán, un banco comunal de primer orden, del estudio de las parcialidades de Totonicapán, de los bosques de propiedad comunal y, por supuesto, de aquel famoso libro escrito por un centro de pensamiento llamado IDESAC sobre «los minifundios en Guatemala», en donde Totonicapán es el emblema.
Me encuentro en estos momentos como perito en el juicio por la masacre de Alaska, acaecida en tiempos de Otto Pérez Molina y que derivó en la muerte y afectación física de comuneros pertenecientes a varios cantones de Totonicapán. Trabajando codo a codo con líderes de los 48 cantones les entregué en 2013 el estudio titulado «El costo económico de la violencia suscitada el 4 de octubre del año 2012 en Cumbre de Alaska, Santa María Ixtahuacán, Sololá».
En el mismo relato hay algunos temas históricos que merecen ser contados de nuevo. Resulta ser que en Totonicapán los cantones tienen una autonomía de hecho, con rasgos ancestrales, que ha venido siendo «respetada» por las autoridades del gobierno central, con recurrentes destellos de violencia y represión.
Desde los años 70, con el advenimiento de los gobiernos militares y la imposición de estructuras de control militar a través de figuras como los comisionados militares, entre otras, se han originado conflictos que han ameritado una mayor organización de la población y ocasionado diversas manifestaciones para hacerse escuchar.
Cabe subrayar que el modelo económico vigente es un tema de central importancia en las demandas recurrentes de las autoridades cantonales, las que cambian de forma y fondo desde la vigencia de la actual Constitución Política, y los intentos de mayor democratización –pero con privatizaciones y corruptelas– que hoy son bandera de un renovado liderazgo de los totonicapenses.
En el fondo, como tanto lo platico con mis hermanos y con el resto de la familia, es la economía en donde hay que poner atención, porque al final, las disputas sobre la vida material son las que afloran en los terrenos político y jurídico, que no es más que un obstáculo al cambio social o un conjunto de normas que lo impulsan.
Siguiendo una periodización de las demandas totonicapenses que tienen eco nacional citamos las siguientes: en 1987 surge la oposición al autoavalúo de propiedades, con el objeto de defender los bosques comunales y el legado de Atanasio Tzul en contra de la esclavización y el coloniaje de los conquistadores y los criollos.
[frasepzp1]
En 1998, un rechazo frontal al IUSI propuesto por Álvaro Arzú, por razones similares a lo descrito supra. En 2001, un rechazo a la imposición de la ley del impuesto al Valor Agregado (IVA). En 2005, un rechazo a la ley general de aguas, diseñada con intentos privatizadores. En 2006 se generaron manifestaciones exigiendo la revisión de las tarifas de energía eléctrica y también mayor seguridad y solución a los conflictos entre el gobierno central y los estudiantes normalistas y médicos.
En 2006 también se firma un acuerdo con el vicepresidente Eduardo Stein, que incluye la revisión de la vigencia de la tarifa social para el servicio eléctrico y la conformación de una comisión técnica bilateral para el tema educativo.
En noviembre de 2008 se manifiesta el rechazo al proyecto de ley para el aprovechamiento y manejo sostenible de los recursos hídricos. En 2009 los líderes proponen la nacionalización de la venta de energía eléctrica y muestran, además, un rechazo a la interconexión eléctrica con México y un pedido de intervención de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica; también piden la promoción y el fortalecimiento de las empresas eléctricas municipales.
Que gran razón han tenido en esto, pues varios de los negociantes del sector están en la lista Engel por su avaricia y falta de ética, de una institucionalidad que urge refundar.
Mientras tanto, en 2011, lideran manifestaciones masivas rechazando el alza en tarifas de energía eléctrica. Finalmente, en este pasaje de historia reciente, el desencadenante de la masacre de Alaska: se trató de manifestaciones –en Alaska y cuatro caminos– en contra del alza en la tarifa eléctrica. Además, se defendieron las propuestas de reforma constitucional y se manifestó también un rechazo a la reforma educativa oficial de ese tiempo.
Hace poco me di a la tarea de releer «Atemorizar la tierra, Pedro de Alvarado y la Conquista de Guatemala 1520-1541», un libro que todo guatemalteco debiera leer, escrito por George Lovell, Christopher Lutz y Wandy Kramer, y publicado por FyG Editores.
En el libro uno comprende los estigmas de lucha desde los tiempos del abuelo Atanasio Tzul, el inspirador de las asonadas cantonales de hoy, que impregnan a todos los guatemaltecos de bien. Dicen los autores que desde tales tiempos hay unos estigmas en nuestra sociedad, tal cual son la corrupción, la impunidad, el engaño y los subterfugios, así como la explotación despiadada, la intimidación por terror y el rechazo descarado de la ley, sello distintivo de la Guatemala hasta el día de hoy, y que tienen en Pedro de Alvarado, y sucesores criollos, un fértil progenitor.
Espero que este breve relato ilustre a las y los guatemaltecos de bien… y a los hermanos.
Más de este autor