De acuerdo con los datos del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Giammattei obtuvo 1,907,696 votos y Torres 1,384,005, lo que representa un 57.95 % de votos válidos para el primero y un 42.05 % para la segunda [1]. Sin embargo, menos de uno de cada cuatro empadronados votó por Giammattei.
Esto se puede apreciar de varias formas. Si se compara respecto a la primera vuelta, el crecimiento de Giammattei es sorprendente. En primera vuelta obtuvo 608,083 votos, lo que significa que tuvo un crecimiento del 213.72 % (el crecimiento más grande que se ha registrado entre primera y segunda vuelta desde las votaciones de 1985). En pocas palabras, triplicó su cantidad de votantes. Mientras tanto, Torres logró 1,112,939 votos en primera vuelta, lo que significa un crecimiento del 24.35 %, uno mucho más modesto.
Si en primera vuelta Torres obtuvo medio millón de votos más que Giammattei, en la segunda cambiaron las tornas y Giammattei obtuvo medio millón más que Torres. Desde las elecciones de 1985, solo Jorge Serrano Elías había logrado obtener el triunfo arrancando del segundo lugar, pero en ese momento su rival, Jorge Carpio Nicolle, había obtenido pocos votos sobre Serrano en primera vuelta. Es decir, desde esta óptica, la victoria de Giammattei es clara.
También se puede indicar que Sandra Torres tiene un techo de votación que es de un poco más de un millón de votantes. En 2015, contra Jimmy Morales, obtuvo en primera vuelta 948,809 votos y en segunda 1,328,342. Esto significa que el antisandrismo es fuerte y que la candidata no ha logrado hacer crecer su caudal electoral. Es posible que la UNE deba elegir a alguien nuevo para las próximas elecciones. Porque Torres es capaz de pasar a segunda vuelta, pero no de ganar, debido a la antipatía que despierta.
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Finalmente, la victoria de Giammattei se puede ver desde otra perspectiva. Si se compara el total de votos que obtuvo frente al padrón electoral (8,150,221), representa el 23.41 % de este. Es decir, ni siquiera uno de cada cuatro votantes llegó a votar por él. Dicho de otra forma, más del 75 % de los empadronados no votaron por Giammattei. Una pregunta posible: ¿esta baja cantidad de empadronados que votaron por Giammattei representa un problema de legitimidad y representación?
Tengo serias dudas de una respuesta afirmativa para tal pregunta. En 1995, Álvaro Arzú obtuvo apenas un 18 % del total de empadronados. Sin embargo, firmó la paz, recibió muchos fondos internacionales por eso y luego privatizó varias empresas estatales. Si la representatividad y la legitimidad de las urnas fueran tan importantes como se tiende a creer, su gobierno habría sido débil. Y no lo fue.
En 2015, Jimmy Morales obtuvo una victoria con muchos más votos (2,700,000). Y solo obtuvo el voto de uno de cada tres empadronados. En lo personal, todavía no tengo claro por qué duró en todo su mandato (como no lo hizo Otto Pérez Molina). Y bien se sabe qué motivos han existido para ello. Pero lo que resiente su mandato no es la poca representatividad y legitimidad.
En otras palabras, la victoria de Giammattei con menos del 25 % del voto del padrón electoral no es necesariamente algo grave. Lo verdaderamente grave es que no creo que tenga un plan de país (como tampoco lo tuvo Jimmy Morales) y que tiene a fuerzas oscuras a su alrededor que parecen tener un proyecto particular de restauración autoritaria y represiva.
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[1] Datos al mediodía del lunes 12 de agosto, con un 99.73 % de las mesas procesadas, por lo que los cálculos pudieron haber variado muy ligeramente.
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