Ella (o él —es intercambiable—) es una paradoja porque no existe, pero nos hará recordar a personas vivas. TJ aparece en las redes sociales y hace cosas que no pasan inadvertidas.
En su pizarra copia memes, fotografías y videos de personas cometiendo errores y se solaza adjudicándoles adjetivos despectivos y de burla: «idiotas», «pendejos», «mucos», «tarados» y demás. El abismo que distancia a TJ de sus recreaciones le parece más que obvio. Se burla de la forma de vestir, de la fealdad, de la manera de expresarse o de pensar, y hasta se regocija con las dolorosas caídas y trancazos que se pueda llevar el objeto de su burla. Es como si no hubiera pasado en la vida real, como si el personaje fuera de caricatura y se enderezase los huesos con borrador y lápiz.
Una versión que posa de ilustrada gusta de utilizar adjetivos despectivos propios del machismo, la xenofobia, los polos opuestos del espectro político y otros fanatismos que andan por ahí. Además, piensa que si los combina se proyectará más convincente, más graciosa o más usufructuaria de la verdad porque, modesta que es, dice no ser la dueña. Quizá imagina que sus seguidores están por miríadas y que gritan exaltadamente como lo hacen las barras cuando un rojo se lanza con los tacos por delante contra un crema o viceversa.
La necesidad la obliga a escribir con faltas de ortografía para disfrazar su incapacidad de hacerlo correctamente. También utiliza la ofensa gratuita y artera y se vale del humor como despiste.
A TJ le da por exhibir su piedad. Por eso copia fotografías y videos de denuncia, desde desaparición de personas hasta maltrato de animales. Pero no se preocupa por verificar la fuente y la veracidad de la información. No confirma el país de procedencia y si es un caso reciente o del año del caldo. O si la reproducción puede afectar a alguien. Más aún, luego de hacer una denuncia, se olvida de ella. Hoy puede replicar la desaparición de una persona y desprenderse inmediatamente del asunto. Que otros hagan el seguimiento. Cuando TJ se fue a dormir, olvidó por completo el piadoso llamado, pues es suficiente pedir que alguien haga algo.
A veces hay personas que realmente se preocupan y quedan en innecesaria angustia por días y semanas. Conozco casos en que han llegado a enfermarse. Sabemos que hay personas que hacen cosas parecidas y no son TJ. Su intención es buena y por eso estarán de acuerdo en incrementar su nivel de comportamiento responsable en las redes.
Nuestro personaje nunca llegará a formalizar una denuncia. Eso es pedirle demasiado. TJ no se pone a pensar si lo que hace es un aporte con sustancia o si solo alborota el tierrero.
TJ es muy proactiva. En vez de detener una pelea o una acción de maltrato, aunque haya víctimas de por medio, prefiere filmarla para llevarla hasta las redes sociales.
A TJ le gusta enviar invitaciones de amistad o asociación. Usted pensaría que ella desea estar en contacto, pero resulta que no. Una vez aceptada su presencia virtual, TJ transmite, pero no recibe. No espere una señal de vida porque el propósito era tener un gran público, como si fuese una celebridad o un oráculo de las ciencias y las artes. No se extrañe cuando llegue a referirse a usted como un seguidor o una seguidora. Y usted, que no sigue ni al de adelante.
Si su lectura llegó hasta aquí y sus signos vitales permanecen estables, usted no es como TJ, pero quizá conoce personas con comportamientos parecidos y quisiera influir en ellas discretamente para que las redes sociales cumplan una función constructiva, algo que no antagoniza con ser crítico y franco.
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