Con los brazos extendidos, dibujando recursiones en la penumbra, declararías sostenible el crecimiento económico de largo plazo siempre que el valor actual descontado de bienestar intergeneracional sea igual o mayor que cero.
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Enredada en las algas pegajosas del entresueño, tu pareja dirá que cada generación hereda y altera el marco de valores, regulaciones e incentivos que determina el efecto a largo plazo del proceso económico; que una sociedad donde las actuaciones públicas realizan intereses privados ya sacrificó el bienestar de las generaciones futuras en el altar de los privilegios de género, etnicidad y clase; y que además (el dedo índice que temes y adoras apuntando al techo) la realineación de políticas, programas y presupuestos de desarrollo sostenible involucra actos políticos que requerirían bloques emergentes con propuestas nuevas en la arena política.
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Te acuestas, sin pegar los ojos, viendo los objetos familiares cobrar presencia bajo el tinte lechoso de la alborada. Te cambió el encuadre, el problema, la disciplina de trabajo. ¿Cómo hacer del presupuesto nacional un instrumento de políticas de desarrollo? ¿Hasta dónde la rigidez, opacidad e inefectividad del presupuesto son solo síntomas de que necesitamos un reset sistémico?
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Como en una ensoñación, recorres el mítico jardín de las bifurcaciones circulares, víctima del jamais vu de nuestra generación. La Constitución de 1985 ya es un monumento al presupuesto de gastos como cincel del cambio social, y los puntos de clivaje escogidos son proporciones fijas del presupuesto de ingresos ordinarios: 10% para inversiones municipales en educación, salud preventiva, infraestructura y servicios públicos (art. 257), 5% para la Universidad de San Carlos (art. 84), 3% para el deporte (art. 91), 2% para el Organismo Judicial (art. 213), 1% para erradicar el analfabetismo en tres mandatos gubernamentales, 5% del presupuesto del Ministerio de Agricultura, para la Escuela Nacional de Capacitación Agrícola (art. 79). Desde 1993 la Constitución prohíbe al Banco de Guatemala financiar al Estado, excepto en caso de catástrofes (art. 133). La regionalización, la descentralización y los consejos de desarrollo desde el nivel comunitario hasta el nacional demandarían el capital humano salido de esas asignaciones y permitirían la auditoría social y la planificación del desarrollo en todos los espacios.
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Te deslizas al sueño entendiendo que aumentar el gasto sin metas de desarrollo y sin control del desempeño ha abierto vulnerabilidades. En 30 años de Constitución, las mejores mentes del estercolero crearon planes precisos para concentrar en los municipios poderosos la mayor parte del situado constitucional y convertirlo en ingresos de empresas de papel. Se transfirieron 2.7 millardos de quetzales en 2014 y el agua corriente no es segura para beber. Cada año se denuncian malos manejos y desfalcos millonarios en el deporte federado, la tasa de analfabetismo es mayor ahora que en 1994 y, a causa de la prohibición de operaciones financieras entre el Banguat y el Ejecutivo, ha costado desde 1993 28 millardos de quetzales al sistema financiero por concepto de intereses de préstamos y 23 millardos a los acreedores externos. Los mecanismos de democracia participativa no funcionan: no existe el nivel regional, y los fondos sociales, las municipalidades y los consejos de desarrollo son como casas vacías y abiertas al pillaje.
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A diez meses de las elecciones, cuántas tareas pendientes. Para construir un marco presupuestario de mediano plazo sin condicionalidades ni instancias de participación atrapadas en conflictos de interés, hace falta un pacto entre partidos para establecer una asamblea constituyente en el trigésimo aniversario de la Constitución. Podría ser un desastre mayor si las mejores mentes del estercolero confabulan para ganar el control. Tu pareja susurra a tu oído: es tiempo de la movilización ciudadana, existen las fuerzas necesarias para un bloque emergente en la arena política. Ah, cuantas cosas más te diría si estuvieras despierto, en vez de ladrar alegre a las mariposas que sobrevuelan los tulipanes hasta que el despertador te devuelva a esta versión de la matriz en la que crees ser tu propio amo.
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