1
El jueves de Getsemaní murió Oldin Franco, uno de esos amigos de la infancia que las redes sociales nos han traído de vuelta, con quien por suerte pudimos sentarnos a la mesa para compartir los garbanzos y echar una parrafeada de tres horas. Oldin preparaba el retiro en Washington para volver a la tierrecita a pescar en la laguna y recordar viejas pasadas.
En Gualán, hace cuatro décadas, éramos unos mocosos y le preguntaban a Oldin cuándo pensaba casarse. Con sonrisa ladeada y mirada pícara respondía: ¿acaso no existe Honduras, pues? Por esos tiempos la tradición era pasar por la novia antes del primer gallo, cubrir los 17 kilómetros hasta la frontera por el caminito del abigeato y respirar una libertad interina de ocho meses hasta volver con el flamante nietecito. El riesgo de vendettas estaría ya conjurado por la apenada y obsequiosa acción diplomática de la familia del novio.
2
Oldin era un hombre de emprendimientos que a principios de los 80 había llevado productos al Petén y transado por maíz y frijol, que vendía después en la Terminal de Guatemala. Los retenes del Ejército y de la guerrilla eran un viacrucis de demoras, insultos y culatazos que disuadían hasta al más valiente, pero para Oldin y sus amigos eran parte del precio de la aventura y la justificación de sus ganancias. Eran tiempos en que cada pueblo tenía familias que traían productos de México, desde golosinas hasta ropa de cama, que sacaban con contrabando hormiga y vendían por sustos de casa en casa.
Llegados los 90, el contrabando se había diversificado: desde autos rodados de subastas americanas hasta llantas para reencauchar, desde pasta base de estupefacientes hasta precursores de drogas sintéticas, desde cigarrillos fabricados a máquina hasta vitaminas y antiácidos de dudosa efectividad. El tráfico de personas, para trata o migración irregular, tuvo auge en los 80 por las guerras internas en Centroamérica y se acentuó en los 90 gracias a la inmigración de base familiar: un pariente que recibe a otros. Oldin escogió el camino del migrante porque sabía que su ingenio, su frugalidad y su capacidad de trabajo recibirían mejor recompensa en Estados Unidos.
[frasepzp1]
3
La guerra del narco en Colombia ocurrió en los 90 y la de México en los 2000. Por ello las primeras dos décadas del siglo trajeron al norte de Centroamérica un ciclo violento de 20 años, la degradación de la institucionalidad pública y la instalación de poderes paralelos en todos los estamentos. Oldin adoraba el Petén, y entre el negocio de las cocinas y los baños de mármol zacapaneco en los Estates y las vacaciones en la finquita con laguna se vislumbraba un plácido retorno. Pero no pudo: los caciques aliados a carteles amenazaban con la compra expropiatoria de sus tierras y no era, ejem, saludable confrontarse con ellos.
En ese período el Estado perdió el control de los puntos ciegos en Petén, Izabal, Chiquimula, Jutiapa, San Marcos y Huehuetenango, además del control de los puertos y aeropuertos, especialmente a favor del tráfico de ilícitos de alto valor. Convenía mantener el atraso tecnológico de los servicios migratorios y de seguridad del país, con consecuencias insospechadas: la más reciente, el covid-19. Oldin no cumplió su sueño de volver a la patria, de tender la hamaca bajo el mangal florido y de recordar a carcajadas las vibraciones del tren atravesando el puente negro mientras colgábamos insensatos de la estructura crujiente.
4
La tercera década del tercer siglo debe servir para hacer más eficientes, transparentes y seguros los movimientos de bienes y personas por fronteras, puertos y aeropuertos. Conviene reconocer que el impacto de las políticas es mayor cuando la seguridad ciudadana, los ingresos fiscales y la protección de la salud humana, animal y vegetal son tratados con óptica de seguridad de la nación, y no como feudos de los entes rectores. Tiempo también para indagar y actuar sobre la situación de los migrantes guatemaltecos y preparar respuestas de control sanitario y de asistencia social a los deportados en masa, sin aislamiento ni equipo de protección.
La década trae varios retos estratégicos como recuperar el Estado de derecho, acrecentar la efectividad del Gobierno, empoderar los Gobiernos locales para el desarrollo humano, multiplicar las oportunidades económicas en cada municipio y poner al día los sistemas de gestión y control en las fronteras porosas de la patria.
Más de este autor