Un indígena para ministro de Cultura

De los ministros artistas a los académicos a aquellos cuya singularidad recaía por su origen étnico, claro no hay que menospreciar la trayectoria profesional de esos ministros, pero cierto es que no era el argumento sobresaliente, o por lo menos no tanto como su apellido, lugar de origen, o incluso qué tanto posee un discurso etnicista.

El ministerio en mención se ha convertido en la carta de presentación de lo incluyente del gobierno de turno. Esto tiene una explicación lógica, es en este ministerio donde influyen menos las élites económicas porque no les interesa económicamente hablando. Algunos esencialistas mayas exponían su desagrado en relación a la composición del gabinete y por qué no incluían más profesionales “mayas”, pues bien, esa explicación también es sencilla, porque no representan élites económicas, al menos organizadas.

Los ministros no son puestos dirigidos a académicos sino para políticos, en balde se solicitaría que el Gabinete estuviera integrado a partir del reconocimiento “por sí mismo” de la diversidad poblacional.

Pero regresando a la regla no escrita del Ministro de Cultura “Maya”, muestra con mucha veracidad que el discurso maya no es privativo de determinadas tendencias ideológicas, mal está entonces ubicarlo en la izquierda, por cuestionador del Estado que sea.

Cada ministerio es la manifestación específica de la ideología de gobierno, llevado al campo temático, no se podría pensar a manera de ejemplo, en un Ministerio de Agricultura desarrollando un concepto de Reforma Agraria confiscatoria en un gobierno de derecha, pero en el caso de la Cultura, en Guatemala, siempre va referido al colorido de los trajes y a las manifestaciones idiomáticas regionales.

Más que un logro en el reconocimiento de la diversidad cultural, este ministerio es el logro de las definiciones de multiculturalismo europeo, ¿Cuántos préstamos están supeditados al “rostro maya de Guatemala”? Por lo tanto se eterniza en la administración pública el concepto de que “el cultural es el otro, no yo”, y a ese otro hay que apoyarlo para que siga siendo lo que es, tal y como lo mencionaban los dirigentes de TV Maya, que con una frecuencia oficial muestran “la cultura maya” tal y como la conciben los intelectuales es su cultural difference no cristiano, no citadino, entre más monolingüe y entre menos occidentalizado mejor, ahí no caben profesionales, obreros, comerciantes, miembros de maras, migrantes, aquellos están en proceso de abandonar “su cultura”. Paradójicamente dejan de ser culturales para ser como los demás, siendo esos demás ladinos, mestizos, guatemaltecos, orientales, capitalinos, salto atrás, tres cuartos, castas… en fin en su definición lo único que prevalece es la indefinición.

La regla no escrita se vuelve escrita con el nombramiento, su rostro es colorido viendo a Europa y Estados Unidos, y es descolorido cuando ve hacia dentro, pero igual no importa, porque nadie cree que un indígena como Ministro de Cultura refleje y menos represente a los indígenas de toda Guatemala, lastima para quien lo crea.

El indigenismo o el mayismo del siglo XXI es una ideología política con un discurso híbrido, es una excusa para exigir derechos, es una justificación para solicitar fondos, es una reivindicación de nueva era cimentado en una lectura de vieja era. Esperemos cómo evoluciona en un gobierno con militares que nombraron Tecún Umán, Gumarcaaj, Iximché, y Tohil a fuerzas de tarea durante la guerra contrainsurgente que paradójicamente costó la vida de miles de indígenas.