Hoy, pero también ayer y seguramente mañana, nos encontramos en una lucha común: todos (o casi todos) contra la corrupción. Pero, aunque el fin sea el mismo (o casi el mismo), el camino y las batallas se escogen, se experimentan, se viven de maneras distintas: distintos tiempos, distintas tácticas, distintos discursos y variadas contradicciones internas.
Porque todos partimos de puntos opuestos, pero ante todo desiguales. La sociedad nos ha colocado en posiciones desiguales.
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Hoy, pero también ayer y seguramente mañana, nos encontramos en una lucha común: todos (o casi todos) contra la corrupción. Pero, aunque el fin sea el mismo (o casi el mismo), el camino y las batallas se escogen, se experimentan, se viven de maneras distintas: distintos tiempos, distintas tácticas, distintos discursos y variadas contradicciones internas.
Porque todos partimos de puntos opuestos, pero ante todo desiguales. La sociedad nos ha colocado en posiciones desiguales.
El anuncio del #Paro20S sonó fuerte, y su voz fue ampliamente urbana, clasemediera, de organizaciones de la sociedad civil, de pequeñas y medianas empresas, de estudiantes y universidades. Pero, pese al ninguneo acostumbrado, el famoso paro del 20S fue también, sobre la marcha, la toma de la cuadrícula urbana, de sus calles y avenidas, por miles de protestantes rurales, campesinos con sello Codeca. Digo Codeca para nombrar lo distinto: no solo una organización concreta que convocó en primera instancia y de manera autónoma, sino para añadir a aquello con lo que una mayoría de capitalinos no se identifica.
Quién sabe cuántos buses fueron, qué cantidad de personas sumaron, a qué hora salieron o de qué lugares llegaron. Eran miles y su presencia marcó la tonalidad de la primera fase de la marcha. Familias enteras, microbuses y picops con megáfonos cediendo la palabra a sus miembros y a sus reivindicaciones. Sombreros, botas, güipiles, cortes, cansancio, calor, rabia y esperanza. Una imagen que hemos visto antes. Una imagen que vemos siempre.
Doce del mediodía y la plaza era casi solo de ellos, del Codeca. El sol pegaba duro. El humo de las longanizas soplaba desordenado y despertaba el hambre. Las vuvuzelas eran cada vez más chillonas. Las banderas uniformaban el paisaje. Los carteles contaban las razones de todos. Y los mensajes se escuchaban cada vez más fuerte.
La marcha matutina de CodecaCodeca, el Comité de Desarrollo Campesino, fue la primera organización en convocar una marcha para el 20. Luego la AEU llamó a un paro. Ayer la protesta se dio en dos tiempos. Por la mañana miles de personas venidas de los departamentos tomaron el Parque Central, que abandonaron poco después del mediodía, para regresar a sus casas. Por la tarde, llegaron los estudiantes, las universidades y miles de capitalinos, sobre todo. Este video de Anaïs Taracena es la primera parte de la historia, y aquí la crónica: https://goo.gl/NGTWPS
Posted by Plaza Pública GT on Thursday, 21 September 2017
Y en una transición casi natural pasaron de llenar la plaza a llenar disimuladamente los buses que los devolverían en un largo viaje a casa, esperando de nuevo que sus gritos hayan sido escuchados. Vaciaron el parque central para que otros lo llenaran como en un segundo movimiento musical: entonces llegaron los estudiantes. Y los que nos detuvimos a ver cómo partían tuvimos que hacerlo con discreción y pronosticando el discurso tergiversado de que su marcha temprana sería caracterizada como acarreo.
El camino para conseguir lo anhelado es distinto para cada quien. Buscar nuestro espacio en la plaza implica desde intentar salir temprano del chance hasta despertarse a las 4 de la mañana para subirse a un bus apretado que te ponga en ruta. ¿Cuál nos toca? En esta desigualdad hay unos caminos mucho más duros que otros.
Un mensaje debemos enarbolar la mayoría: una plaza sin campesinos es una plaza sin democracia.
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