Creo que es una necesidad universal que las madres hablen de sus retos cotidianos y cómo los enfrentan. Me imagino a las bisabuelas, las abuelas y las madres sentadas alrededor del fuego, dando consejos a las madres más jóvenes e inexpertas.  Esa necesidad de hablar sobre la maternidad es mucho más sentida y necesaria en sociedades donde criar o maternar es mucho más difícil. Ser madre, teniendo que cumplir con la abnegación como canon, no es fácil. Enfrentarse a prejuicios y estigmas por las maneras en que se educa o se acompaña a los hijos, no es fácil. Reconstruir la propia vida después de un divorcio y constituirse en madre autónoma, no es fácil. 
Y es que no solo la cultura hace que el maternar sea complicado. En sociedades conservadoras y patriarcales como la guatemalteca, con regímenes de trabajo explotadores y, con un Estado débil en sus capacidades -con políticas públicas insuficientes para la maternidad- criar y acompañar a las hijas o hijos se vuelve una tarea de verdad titánica. Hablar sobre esas dificultades que no son aisladas o privadas, sino que son colectivas y compartidas, es más que necesario.
Históricamente, en Guatemala las políticas sociales no han sido las más robustas dentro los presupuestos nacionales y, como sociedad, tampoco tenemos un ethos -un hábito o costumbre- o una sensibilidad tendiente a la cohesión y la solidaridad- No tenemos un Estado que dignifique la vida de su ciudadanía. La debilidad de las políticas sociales, en las que podrían incluirse políticas para el apoyo de las madres y los hogares, es un ejemplo de ello. Aunque actualmente existen varios programas -la mayoría a cargo del Ministerio de Desarrollo Social- estos se centran en la entrega de bonos o transferencias monetarias condicionadas de bajo monto y de cobertura focalizada. 
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Además, desde la Secretaría de Bienestar Social se administran los Centros de Atención Integral -CAI- que en el año 2024 reportaron haber atendido a 2,574 niños de entre 8 meses a 6 años, a nivel nacional. Los números parecen ser, francamente, bajos para la necesidad real, sin contar que solo atienden a la primera infancia. Así, parece que el Estado guatemalteco tiene una deuda histórica respecto a acompañar la labor de las madres, no solo proveyendo transferencias monetarias, sino también facilitando espacios de cuidado y acompañamiento, cercanos, confiables y de amplia cobertura para apoyar a las mujeres madres que trabajan, en todos los departamentos del país. En la Guatemala del siglo XXI es urgente poner sobre la mesa esta problemática estructural. 
Ahora bien, sobre este tema siempre existe el argumento que esgrime que «para que tienen hijos si no tienen los recursos para cuidarlos». Ese enunciado que apela a una responsabilidad exclusivamente individual -casi siempre impuesta sobre la mujer - deja de lado la dimensión social de la maternidad y la responsabilidad que los Estados tienen en la promoción del desarrollo y el máximo potencial de sus ciudadanos. Dejar la responsabilidad del cuidado de los hijos exclusivamente en las madres o apoyarlas de manera restringida o hiperfocalizada es, francamente, dejarlas a la deriva en una labor desgastante y compleja. 
La maternidad es maravillosamente compleja, pero Estados como el guatemalteco no hacen que sea más fácil y llevadera, disfrutable. Debemos hablar sobre ella, no solo para hacer catarsis individual, sino también para hablar sobre su faceta social, colectiva, pública y política. Para esto se necesita promover la conciencia individual y la reflexión colectiva -de cara a lograr mejores políticas públicas-, porque vale la pena que las madres puedan experimentarse acompañadas, libres y plenas, en esa fundamental tarea de cuidar y sostener a la humanidad presente y futura. 
Semejante tarea no puede seguirse sosteniendo en solitario, con precariedad y vulnerabilidad: urge rescatar el sentido de comunidad y de responsabilidad compartida. En estos momentos en que la historia se pinta -otra vez- tan obscura para toda la humanidad, incluidas las mamás y sus crías. ¿Qué haremos en nuestros pequeños espacios y en el ámbito político para que esto cambie? Por el momento, empecemos el diálogo.   
 
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