Haz un puente de papel

Nuestra versión impresa inició como un esfuerzo contracorriente a un mundo que parece obsesionado con las redes sociales. Lejos de eso, nos encontramos con una ola profundamente agradecida que quiere informarse mientras deja el teléfono boca abajo. ¡Y no solo eso! También quieren apoyarnos para que la información de calidad salga de estas cajas de resonancia donde se concentra y alcance lugares con hambre de formación política. Ya tenemos socios distribuidores en Quetzaltenango, Retalhuleu, San Marcos, Antigua Guatemala y, próximamente, tendremos más.

A quienes desde ya nos están mostrando apoyo les decimos ¡Gracias! Próximamente acudiremos a ustedes para pedir su apoyo en una campaña de crowdfunding.

¿Estamos, entonces, dejando de producir contenido para redes? La respuesta corta es: jamás. Las redes sociales nos están conectando como nunca antes. Qué gran dicha la nuestra poder seguir en contacto con seres queridos y conocer sus contextos, sin necesidad de estar presentes. Solo hay que tener muy presente que estas aplicaciones son un negocio y, por tanto, no debemos depender 100% de ellas.

En este contexto, la revista es un puente para pasar de lo digital a lo físico, al encuentro persona a persona. Aunque al final del día, el verdadero puente eres tú, quien lee esta columna y puede compartir las ideas que provoca con otros.

Si deseas tener la razón siempre, adelante, hay comunidades virtuales que te respaldarán para lo que se te antoje decir —en serio, lo que sea—. Esas personas ahora sobran. Pero en esta época, cual temporada de lluvias, escasean los puentes que aminoren la distancia entre los extremos. Gente dispuesta al pensamiento crítico y, por qué no, a cambiar de opinión frente a los hechos.

Puedes ser un puente de la manera más pasiva o histriónica. Tú eliges. Entra a un salón, lanza la revista de Plaza Pública (idealmente sin golpear a nadie) y pregunta qué piensan de los artículos, cuáles son sus referentes políticos, hacia dónde quieren llevar al país. Y, si la respuesta es un «no me importa», has encontrado oro porque ahí hay una mente que tiene hambre, pero no lo sabe. Nadie es indiferente, solo no ha tenido alguien que le dé luces para entender el mundo que habita. Emociónate explicando qué ocurre, infórmate más, háblale con pasión de lo que encontraste y preséntale a más personas que tengan las mismas o diferentes preguntas.

Los caminos en este país quedaron dinamitados por las bombas de la guerra, la polarización y, recientemente, la sana distancia de la pandemia. Toca entonces tender puentes. Y, si para ello usas nuestra revista, estaremos aún más conmovidos por haber emprendido el esfuerzo de publicarla.