Desde la colonialidad, y haciendo referencia a lo anterior, diría que en Guatemala los grupos contemporáneos de poder, a lo antiguo no lo dejan morir y tampoco dejan nacer lo nuevo, porque es provechoso mantener intencionadamente discriminados y dominados a los pueblos como antes, por ser esa lógica la base de la riqueza de las élites que, también, controlan al Estado. No les interesa que lo nuevo: democracia y «modernidad» nazcan, porque significa poner en riesgo sus privilegios mal habidos. Desde 1524, continua la concentración de la tierra, el extractivismo, el racismo y el sufrimiento de la mayoría de la población en un marco de represión.
Y no es que haya crisis de hegemonía en las élites guatemaltecas, es la normalidad vivir en la incertidumbre, es la forma intencionada de consolidar y perpetuar la dominación.
El libro explora las posibilidades de cambio democrático desde la construcción de articulaciones políticas «que desafíen el orden hegemónico», sin pretender que todos los sectores y actores progresistas busquen la unidad. Importante, ya que desde 1970 una corriente del movimiento maya se pronunciaba en contra de los llamados a la unidad indígena, por considerarla homogeneizante y en contra de la diversidad teórica y práctica de los pueblos. Se planteaba, precisamente, la articulación alrededor de objetivos comunes respetando institucionalidades, objetivos específicos, prácticas, identidades territoriales y culturales. Es decir, una articulación desde la pluralidad. Fonseca, plantea ensamblar movimientos, intereses y espacios autónomos que sean cimiento para iniciar las articulaciones democráticas.
El reciente levantamiento indígena, el mayor ejemplo democrático de las últimas décadas, secundado posteriormente por sectores urbanos, organizaciones y sectores ladino-mestizos, es un ejemplo que hay que estudiar ya que, considero, se dio una articulación fructífera y ruta por seguir para consolidar los cambios democráticos necesarios para el buen vivir de todos los guatemaltecos. Se respetaron condiciones culturales, territoriales, políticas y económicas de los diferentes sectores que apoyaron la lucha por la dignificación del pueblo y la defensa de la democracia.
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La narrativa oficial, alineada al pacto de corruptos, señaló que era un movimiento manipulado, desorganizado y de pueblos indígenas exclusivamente. Aunque el chispazo inicial lo dieron las autoridades ancestrales, la respuesta masiva de otros sectores demostró el sentimiento común que prevalece en la mayoría de la población ante los desmanes del estado colonial y sus detentadores.
Se dijo que era un movimiento espontáneo, coyuntural y débil. Contra esa idea de la espontaneidad, para los pueblos, fue demostración de la resistencia múltiple y permanente que mantienen desde hace 500 años. Y que, en la actualidad, nace transformada, renovada, vigorosa e incluyente para forjar una ruta prospectiva de igualdad, esperanza, democracia comunitaria y pluralidad. No solo para los pueblos, sino para la sociedad subalternada, utilizando esta última categoría tal como se plantea en el libro.
Fonseca, señala que la espontaneidad de una reivindicación, es mayor en contextos de marginación y exclusión profundas, pero que esa espontaneidad no es un fenómeno automático, ya que debe responder a un estado de conciencia política cultivada arduamente.
La resistencia permanente ante los agravios del colonialismo y los efectos de la colonialidad, ha generado en lo más profundo del sentir de los pueblos una conciencia política (no partidista). La que ha sido nutrida por las estrategias de sobrevivencia, por la preservación de la cosmovisión propia, por el amor a la vida, a la naturaleza, a los ancestros y la responsabilidad ante las generaciones futuras.
Y esa conciencia política resguardada en tiempos y espacios propios, generó la fortaleza y convicción del levantamiento del 2023. Este debe asumirse por la población de vocación democrática como el mayor y mejor, hasta la fecha, proceso pedagógico político social, al margen de la corrupción político partidista.
Y esa es la lección de este hecho histórico que debería ser válido y replicable en la diversidad cultural, social y económica de la población de la Guatemala actual: la Guatemala plural.
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