Los objetivos y actividades inquisitoriales fueron persecución de la herejía, identificación y castigo a los paganos, incluyendo a los indígenas y afrodescendientes que no se habían convertido al cristianismo o que practicaban rituales y creencias consideradas paganas.
La Inquisición tuvo un impacto significativo en ambas poblaciones que fueron sometidas a procesos y castigos por sus prácticas espirituales. La Inquisición ejerció control sobre la literatura y las ideas, censurando libros y obras que se consideraban peligrosas.
La Inquisición declinó en el siglo XVIII y fue abolida en 1820, después de casi 250 años de existencia. Sin embargo, se transformó en una suerte de «moderna» inquisición jurídica que, como corresponde a un Estado de carácter colonial, Guatemala ejerce desde los núcleos de poder para perseguir y castigar a quienes considera una amenaza para la tríada de fanatismo, corrupción y racismo, la cual garantiza la continuidad del ejercicio del poder colonial.
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Tomás Gage, cura irlandés, en su estancia en Guatemala en las primeras décadas del año 1600, relata el caso de una mujer indígena viuda, extremadamente pobre, de quien sospechaba tenía pacto con el diablo y era hechicera. Basándose en suposiciones pensaba que la señora le espantaba por las noches en sus aposentos, ya que oía ruidos de puertas que se cerraban. Pidió el auxilio de un oficial de la Inquisición y trasladaron a la señora, sin haberle dado oportunidad de defenderse, a la capital ante las autoridades religiosas, donde falleció a los pocos meses.
La Inquisición dejó un legado de represión y control en la región, que aún tiene un impacto duradero en la sociedad y la cultura. El manejo injusto de la ley, los castigos inmerecidos, la persecución y el temor que provocan son los artefactos de la colonialidad, que condicionan nuestra subjetividad y nos hace sumisos, indiferentes y, muchas veces, cómplices de esa injusticia, media vez sean otros los afectados.
La Inquisición aplicó una variedad de castigos a aquellos que fueron considerados herejes/paganos/salvajes/enemigos del sistema. La hoguera y los azotes eran comunes, que eran aplicados en público para atemorizar y disuadir cualquier resistencia a la dominación. La muerte en la hoguera era un castigo extremo que se aplicaba a aquellos que eran considerados herejes impenitentes o rebeldes. La prisión era otro castigo que podía variar en duración y condiciones. Sin un juicio justo, por supuesto, como ahora se estila en Guatemala con la persecución que se hace de defensores de derechos humanos, autoridades ancestrales e intelectuales.
Hoy, la inquisición jurídica castiga desde antes de una sentencia firme. Mantener en prisión a la espera de una decisión justa se vuelve de largo plazo, y ahí reside ya el castigo a los insumisos. Además, la sentencia justa nunca llegará por la articulación del Santo Tribunal (Ministerio Público) con jueces corruptos y racistas.
Antes la tortura se utilizaba para obtener confesiones o para castigar a los acusados. Hoy, se aplica la tortura psciológica, y para ello se crean entidades asociadas el Santo Tribunal (MP) como la Fundación contra el terrorismo, que se encarga de hostigamiento mental basado en el terror que, paradójicamente, buscan erradicar.
La confiscación de bienes era un castigo que implicaba la pérdida de propiedades o riquezas, esto es claro actualmente con los desalojos violentos e ilegales que sufren las comunidades que son expulsadas de sus territorios ancestrales, porque la ley de la inquisición jurídica, focalizada a los más vulnerables, lo permite.
El auto de fe era un espectáculo público en el que se anunciaban las sentencias y se ejecutaban los castigos, que hoy se acostumbra a través de las redes sociales controladas por el santo tribunal (MP) anulando el derecho de defensa de las víctimas.
Es importante destacar que la Inquisición en Mesoamérica, al igual que ahora con la inquisición jurídica, aplicó estos castigos de manera selectiva y arbitraria, y que muchos de los acusados fueron víctimas de procesos injustos y abusivos.
La colonia persiste; los cambios de forma que ha experimentado hasta ahora no alteran su esencia.
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