En días recientes, en una plática con dirigentes comunitarios, venidos de algunos municipios de Huehuetenango, compartían la forma en que los maestros en las comunidades utilizaron la ideología de género, el ataque a los valores y a la familia y, falsamente, se lo achacan al actual gobierno, para manipular y despertar la molestia de la población indígena, cuya característica cosmogónica se refiere al respeto a los valores, principios, la comunidad y la familia. Incluso, algunos pastores de iglesias protestantes soliviantaron los ánimos en ese sentido, achacando al gobierno el impulso de dicha ideología.
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Se ha documentado ampliamente que el tan discutido y polémico asunto de la ideología de género viene arrastrándose desde el gobierno de Giamattei. Por lo cual, la inmoralidad, dentro de otros aspectos negativos, pinta de rostro entero la situación de grandes sectores de maestros, seguidores de Joviel. Afortunadamente, en medio de todo esto, hay aquellos que han asumido el magisterio como una vocación, una responsabilidad social hacia la niñez y la adolescencia. Han continuado su apostolado de enseñar, sin amedrentarse por las presiones y mentiras de los que estaban haraganeando en la protesta.
Aprovecharse de la buena fe de las comunidades, manipulando para obtener beneficios personales, económicos y privilegios es una forma contemporánea de racismo. Desafortunadamente, en la lista de los dirigentes del STEG y en las marchas hay, y hubo, maestros indígenas que, traicionando a su comunidad, avalan la destrucción de la sociedad. Estos son indígenas ladinizados, de los que han existido siempre para perpetuar el sistema colonial y la opresión a sus pueblos.
Los abuelos han enseñado que tener un trabajo digno, remunerado adecuadamente, significa cumplir con obligaciones y atribuciones, con conciencia, a las cuales uno se compromete. En el caso de los pactos colectivos, que se adornan de múltiples demandas sociales, en el fondo lo que persiguen es más dinero y menos obligaciones. Lo demás solo es justificación y chantaje.
Antiguamente, la imagen, estética y presentable, junto al conocimiento renovado en permanencia y el amor al trabajo, eran las características del maestro. Hoy, se vio por las redes, la manera descuidada, que linda con la imagen delincuencial, de hombres y mujeres que vociferaban violentamente contra el gobierno y agredían a la prensa. Nos recordaron el Jueves negro que promovió el FRG en años pasados. Ahora es la UNE la heredera de la inmoralidad política, es ella la que cobija las demandas magisteriales espurias para posicionarse politiqueramente.
El país está sumido en un profundo deterioro de todas las instituciones del Estado. Cada una se ha convertido en un feudo de clientelismo, corrupción y desapego a la responsabilidad ante el pueblo. El congreso de la República está lleno de patanes que hacen constantemente espectáculos vulgares. El MP violenta a la gente inocente que denuncia la corrupción o defiende el territorio y la vida. Además, ahora criminaliza a las autoridades ancestrales, en estos momentos van contra el pueblo de Santiago Atitlán que legítimamente han retirado las jaulas donde se cultivaban las tilapias que contaminaban el lago.
La Corte de Constitucionalidad vive sueños imperiales, vivos emperadores que utilizan la Constitución para mantener el colonialismo y la corrupción. La mayoría de municipalidades gastan irresponsable y clientelarmente los recursos del pueblo, mientras las ciudades agonizan entre el caos y la ausencia de servicios públicos dignos para la vida.
Ningún partido político se salva de la crisis permanente. A pesar de que tienen en sus manos el poder de incidir para que las políticas públicas se implementen, se mantienen soñando con asaltar el poder ante los procesos electorales que nada tienen de democráticos.
La educación igual, en trapos de cucaracha. La peor calificada en América Latina. Culpables, los delincuentes dirigentes sindicales que pervierten la noble figura del sindicalismo. Todo esto no es signo de estos tiempos, la figura nefasta de Joviel Acevedo viene haciendo mella en el retroceso desde hace muchos años.
La sociedad en general o es apática o desconocedora de la realidad, manipulada en su buena fe o cómplice por acción u omisión ante el derrumbe del Estado. Por ello, ¡todos somos Joviel!, y las víctimas eternas: la niñez y adolescencia guatemalteca.
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[1] https://plazapublica.com.gt/content/todos-somos-joviel
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