La ciudad invivible

El colapso de las principales vías  no es constante, es permanente. No hay un transporte público eficiente ni de calidad. En contubernio con el cartel que controla ese servicio, la municipalidad capitalina, convertida en feudo por el clan de la familia de Álvaro Arzú, destruyó lo poco que aún quedaba de este. El Transurbano y el Transmetro, supuestamente diseñados para resolver el problema, en realidad llegaron a incrementarlo.

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Las unidades son insuficientes para la demanda en tanto que las rutas no satisfacen las necesidades de cobertura. De tal suerte que miles de personas se inclinan por endeudarse para adquirir una motocicleta o un carro para movilizarse hacia sus trabajos o estudios. De allí que el área de desplazamiento para vehículos esté sobrepoblada en horas pico en más de cinco veces.

Una circunstancia que lleva al colapso total cuando se produce un  mínimo de alteración. Por ejemplo, como sucedió el viernes 7  de febrero con la elección de autoridades en el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG) o el martes 18 con la manifestación de camiones de recolección de basura.

Esta segunda, marca también la otra cara de la disfuncionalidad de las autoridades capitalinas: la disposición de los desechos de quienes habitan la ciudad. Con la entrada en vigor, finalmente y luego de cuatro años desde su emisión, del reglamento 164-2021, se supone que se debe clasificar los desechos desde la unidad básica emisora.

Sin embargo, una medida de ordenamiento de urbanidad lleva al colapso, por cuanto los prestadores del servicio de recolección sabotean la puesta en marcha de las medidas de clasificación desde la casa. Su argumento es que la medida les quita el derecho al trabajo y les impide ser quienes comercialicen directamente los residuos reciclables.

A los fallos anteriores se suma el estado de las aceras y las calles. Quien por razones de vivienda, trabajo o estudio, camine por las aceras del centro capitalino, corre el riesgo de dar con su cuerpo en el suelo. Baches en las calles o las aceras son el adorno con el que la parentela de Arzú, ahora de la mano de Ricardo Quiñónez, decora el ambiente citadino.

El sistema de drenajes es otro espacio también abandonado e infuncional para la población de la ciudad. Como también lo es el servicio de agua potable. No son pocas las protestas constantes por la falta de un líquido esencial para la vida de las personas y por un sistema de drenajes adecuado.

De parques y espacios de esparcimiento, ni hablar.  A Tu Muni lo único que le preocupa es engordar la bolsa de sus señores feudales con las licencias de construcción de edificios a tontas y a locas. Como si hubieran sido sembradas, emergen cada día decenas de construcciones que en su mayoría incumplen las normas de edificación y diseño urbanístico.

Sin transporte pero con tráfico incesante; sin drenajes funcionales y sin agua potable, pero con cientos de edificios nuevos; sin parques, pero con baches; sin semáforos eficientes, pero con miles de cámaras. Gracias a la familia Arzú y sus secuaces la Ciudad de Guatemala se ha vuelto invivible.