El resultado en primera vuelta dejó con la boca abierta a las clicas por el golpe. La depredadora élite empresarial, las élites operadoras en los partidos políticos proimpunidad, en el sistema de justicia y actores sociales patrocinados por el capital parasitario no daban crédito a su derrota. La protegida del conjunto y prevista ganadora, Zury Ríos Sosa, quedó relegada al octavo lugar, debajo incluso del voto nulo y el voto en blanco.
Encaramada en la propaganda como posible triunfante para disputarle a la eterna perdedora Sandra Torres, Ríos Sosa –al igual que años antes lo hizo su padre, el condenado por genocidio Efraín Ríos Montt– consiguió apaño de la Corte de Constitucionalidad (CC) para participar. Ríos Montt y Ríos Sosa, están impedidos por el artículo 186 constitucional para aspirar a la presidencia. Sin embargo, ambos lograron votos favorables para inscribirse, al contar con operadores dentro de la CC encabezados por Roberto Molina Barreto.
Pese a todo ese aparato, Ríos Sosa perdió en la primera y las élites golpistas debieron mirar hacia el lado de Sandra Torres y la UNE como alternativa contra el voto ciudadano que favorecía a Bernardo Aŕevalo. La ola anticorrupción con el voto creció a tal grado que en agosto derrotó a la UNE y con ello a los golpistas. Inició entonces un proceso incesante por impedir que Arévalo asumiera.
De tal suerte que se hizo evidente el irrespeto elitario a la voluntad soberana de Guatemala y sus pueblos. La ciudadanía únicamente empleó la más poderosa de las armas, el voto, con la cual decidió recuperar el control de su destino y lo hizo pacífica y masivamente. No obstante, acostumbradas a imponer su ley, las élites intentaron por todas las vías impedir la confirmación de la fórmula ganadora.
No le quedó a los pueblos otro camino que el de poner su cuerpo para ir al paro nacional y fue así como desde el dos de octubre y por más de cien días se instaló la resistencia ciudadana contra el golpe. Calles, avenidas, caminos y puentes fueron punto de concentración y encuentro social para decirle a las élites: «Ya Basta». Solidaridad, alegría, dignidad y energía sostuvieron la resistencia hasta el cambio de mando, el domingo 14 de enero.
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Pero, ese día también hubo intentos por impedir el cambio y, bajo la perversa gestión de la ex presidenta del Congreso, Shirley Rivera, se fraguó el mecanismo que intentó imponer a Sandra Jovel como presidenta del Legislativo. Su método fue ilegalizar, sin base, a la bancada Semilla, la cual, en un caso ejemplar de gestión política, se hizo con la Junta Directiva del Congreso y logró juramentar a Bernardo Arévalo y Karin Herrera en el Ejecutivo.
Pero, por supuesto, en la continuada conspiración, los patrocinadores primero y los operadores después, siguen moviendo sus hilos para ilegalizar la justamente ganada Junta Directiva del Congreso y la investidura del gobernante. En un comunicado, la Cámara del Agro requirió a la CC «resolver cualquier tipo de impugnación en el marco de lo previamente resuelto». Pocas horas después, la Fundación Contra el Terrorismo y la perdedora Jovel se unifican en la presentación de sendos amparos contra la elección de la Junta Diredtiva del Congreso, que fueron otorgados provisionalmente por la CC, la cual ordenó repetir la elección de la Junta Directiva del Congreso.
Cabe señalar que la Cámara del Agro es una de las dos gremiales empresariales que se negaron a suscribir el comunicado del resto de integrantes del Comité de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), que reconocía los resultados de las elecciones y llamaba a la entrega del mando a la fórmula ganadora.
La conspiración no termina. Los inconformes, cuya fortuna financia la depredación de los recursos, seguirán buscando socavar la voluntad ciudadana y las posibilidades de cambio. Pero lo que no han entendido es que, una a una, sus acciones serán rechazadas por la ciudadanía y la sociedad cuyos pueblos están hartos de la exclusión, la miseria, la corrupción y la impunidad.
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