La semana pasada tuvimos la suerte de recibir en la Escuela de Ciencia Política de la USAC, la visita académica de la doctora Rocío Blanco-Gregory, quién actualmente es profesora de la Universidad de Extremadura, España. El motivo de la visita de la doctora Blanco era estrechar lazos académicos con los profesionales de nuestra unidad académica, especialmente en lo referido a la enseñanza de la sociología, por lo que durante varios días nos dedicamos a charlar sobre la forma en que se enseña y se concibe el quehacer sociológico desde la realidad europea.
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La primera gran diferencia percibida era la facultad donde la doctora Blanco enseña sus cursos de sociología: en la Facultad de Empresas, Finanzas y Turismo. Su hoja de vida, de hecho, está repleta de referencias de cómo la sociología puede ser inmensamente útil en el mundo laboral y empresarial, por lo que toda la semana intentó transmitir la idea de que la universidad debe abrirse a la sociedad en la que se inserta, intentando conectar los conocimientos académicos con las realidades de transformación que la misma dinámica social demanda.
El primer desafío fue la percepción mayoritaria de profesores y estudiantes, quienes consideraban que se transgredía la lógica anticapitalista y antisistema que aún se respira en las aulas universitarias de la Escuela: muchos piensan que la sociología debe ser crítica, eminentemente contestataria y abiertamente antiempresarial.
La aclaración inicial que planteó la profesora fue que abrirse a la lógica empresarial y laboral no debía interpretarse como una forma de claudicar a la orientación crítica y transformadora. Simplemente era aceptar que los cambios solo pueden realizarse desde el mismo sistema, especialmente si consideramos que uno de los actores más relevantes en el proceso de creación de riqueza y empleo es el sector privado y empresarial. El Estado, aunque relevante, no produce por sí mismo riqueza, sino que facilita el proceso mediante los incentivos y el marco regulatorio que provee a la actividad empresarial. Por ello, educar profesionales para favorecer la transformación de la riqueza económica en bienestar social es fundamental, y en este proceso los y las sociólogas tienen un papel destacado.
Recordé la plática desarrollada con la profesora Blanco cuando ella me invitó a participar en un coloquio sobre la educación de la sociología en la Universidad de Extremadura, para lo cual había que pagar un pequeño importe mediante una transferencia internacional. Intenté hacerlo con mi banco, pero fue un fiasco, empezando porque el costo de la transferencia era mayor al monto por transferir. Pero las dificultades no se limitaban a eso: pese a contar con una cuenta en el banco, me solicitaban que el monto por transferir y el costo de su envió fueran pagados con cheque, instrumento financiero que obviamente ya no tengo. Me sorprendió lo poco empática y comprensiva que fue la burocracia del banco, algo que lamentablemente se repite en muchas grandes empresas.
Como conclusión a las recomendaciones de la doctora Blanco, y como ejemplo concreto de su exhortación, la sociología podría ayudar a las pequeñas, medianas y grandes empresas a cambiar los enfoques de atención al cliente en nuestra sociedad. En general, la insatisfacción del cliente es quizá la plaga más extendida en el mundo empresarial guatemalteco.
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