Sin embargo, resulta que durante el gobierno de Alejandro Giammattei Falla y su cohorte, que incluye a Miguel Martínez, se destinaron miles de millones al ente encargado de la infraestructura vial. De manera que no es explicable que habiendo gastado tanto en mantener, reparar o en algunos casos construir tramos de carretera, estas no soporten una lluvia. Aunado a esto, el antecesor de Giammattei, Jimmy Morales, tampoco destaca por la probidad en el manejo de recursos.
De acuerdo con recientes denuncias de funcionarios de la presidencia de Bernardo Arévalo, la cartera de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda servía como proveedora de usuarios de redes de trata. Nada que ver con las tareas y responsabilidades para las que se le asignaron recursos.
Giammattei, el eleq’on, despotricaba a gritos cada vez que salía en espacios informativos. Su mal genio y mala cara podrían ser, como en el caso de Consuelo Porras en el Ministerio Público (MP), la muestra de lo que fue su gestión.
En el caso de las carreteras, todavía siguen en la memoria las imágenes del vehículo al cual se tragó la tierra en la ruta a Villa Nueva. Una familia perdió la vida ante el hundimiento que se produjo por la falta de mantenimiento.
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La mañana de este lunes 17 de junio, miles de personas enfrentaron los estragos de los derrumbes, caída de árboles y hundimientos en las rutas. Cuánto del dinero destinado a resolver los problemas de mantenimiento o a mejorar la red vial fueron a parar a manos de sinvergüenzas como Giammattei y Martínez. Incluso a manos de los inescrupulosos empresarios que se hacen cargo de las obras que luego no reúnen las condiciones adecuadas.
Las imágenes de los tramos de carretera que se levantan como si fuera un pastel reventado, muestran una capa de asfalto que no alcanza los 10 centímetros. Menos aún la base sobre la que se coloca. A esto habrá que sumar los estudios de suelo que debieron realizarse para diseñar la obra y establecer las características de esta.
Pero como ni a Morales ni a Giammattei les interesaba servir a la sociedad, sino más bien servirse de ella, crearon el mecanismo para robar. Eso es a lo que llegaron al gobierno, a robar a manos llenas, a saquear los recursos limitados de un país empobrecido por la voracidad de las élites depredadoras que se coluden con sinvergüenzas como estos para seguir llevando pisto a sus bolsillos.
El gobierno de Bernardo Aŕevalo tiene un enorme desafío por delante. Necesita identificar desde ya los puntos vulnerables ante los embates de la lluvia. Prepararse para responder ante las necesidades que emanen de la población.
En tanto que no será aceptable, bajo ningún punto de vista, que, de ser declarado un estado de emergencia o calamidad, el Congreso lo rechace. Suficientes muestras han dado ya en el parlamento de que su interés no es la sociedad, pero digamos que ante la emergencia esperamos que respondan como se debe. De lo contrario, la sociedad tiene todo el derecho de pasarles factura por su oportunismo y su falta de apego a los intereses del pueblo.
Mientras, toca esperar que no se sigan hundiendo las carreteras de Giammattei y apareciendo las ruinas en las que dejó a Guatemala, después de servirse de ella.
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