Era un parque bastante normal, hasta feo, se podría decir; a un lado las voces salían de un anodino café-bar tan común en esa parte del mundo. Saqué un periódico que había comprado en la mañana y le volví a dar una ojeada. Terminaba la tarde, estaba fresco como para ponerse un delgado suéter de verano, el murmullo me arrullaba y calmaba la ansiedad permanente que manejo.
¿Qué putas es este sosiego que me invade? Espacio público, lugares de encuentro, salud mental, burbujas urbanas, políticas públicas, conceptos que me asaltaban uno tras otro. Recordé al no-país en donde vivo. Miré el reloj, en algunas horas se levantarán y se encerrarán en un «bunker» con ruedas. Estarán dos, cuatro, cinco horas agazapados en su carrito o tomarán su moto y soltarán la moneda de la suerte: cara, llegarán al trabajo; cruz…
Pensé en mis amigos o familia que salieron buscando lo que yo tenía ahora, vendieron todo y se reparten por Lisboa, Valencia, Barcelona, Baires. ¿Tendría el coraje?
¿Cuál fue el último parque que se inauguró o tan siquiera una banca donde sentarse a ver la fauna urbana que tanto me entretiene?, si lo que hay son un par de calles reconvertidas los domingos en pistas donde la gente camina en línea recta, del punto A, al punto B, da vuelta y regresa al punto A para subirse en su carro y para volver a su casa, pasando frente a los 50,000 centros comerciales que saturan las estrechas calles de la ciudad más importante de Centroamérica.
Las bocinas sonaron, los motoristas se aglomeraron en el paso de cebra haciendo que los peatones, en un eslalon gigante, sortearan uno a uno los obstáculos para llegar a la parada del bus ocupando su lugar en una fila interminable. Desperté de mis ensoñaciones y arranqué para el trabajo, fue bonito, me puse un podcast divertido, sonaba como introducción Juan Luis Guerra, suspiré y sonreí. Desde una ventanilla un niño me sacaba la lengua, con el dedo índice me subí la punta de mi nariz para parecer un cochito, no se por qué concluí en ese momento que nunca sería presidente del Congreso, ya había avanzado diez metros.
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