Madre: hace ya casi ocho años desde que se hizo luz de estrellas. Quizá por eso ilumina mis noches y da brillo a mis acciones. Estoy segura de que usted, como también lo hizo el viejito, se habría instalado en el campamento de la resistencia al golpe, desde octubre del año pasado hasta mediados de este año. Habría puesto sus energías en la cocina colectiva, llevado aportes y apoyos, como ese enjambre de mujeres que no paró un solo día de alimentar la lucha y alimentar el alma.
Habría brincado de alegría junto a las niñas de la Asociación Coincidir cuando lograron el voto mayoritario (menos una persona que no quiere la vida) para reformar dos leyes. Una enfocada a la búsqueda de niñez y la otra a mujeres desaparecidas. También habría celebrado los 12 y los ocho años de resistencia antiminera en La Puya y en Olopa, respectivamente.
Usted habría marchado junto a las mujeres que conmemoraron el 25 aniversario de la presentación del informe Guatemala, Memoria del Silencio, de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico. Con certeza, sus brazos llevarían flores para la Plaza de las Niñas y acompañado las audiencias por justicia para quienes fueron asesinadas durante el gobierno de Jimmy Morales.
En su accionar no habría faltado el acompañamiento a las mujeres, madres, cónyuges, hermanas, hijas, amigas de personas detenidas-desaparecidas. En especial de aquellas que buscan niñas o niños desaparecidos por el terrorismo de Estado. Su profunda y congruente calidad humana habría estado comprometida en apoyar esas luchas y acompañar cada acción que realizaran.
Ni duda me cabe que se habría instalado en cualquier sala del sistema de tribunales para apoyar las demandas por justicia para las personas ejecutadas o desaparecidas por fuerzas de seguridad. Como también se habría instalado en cada plantón en defensa de personas arbitrariamente criminalizadas por el pacto de corruptos.
[frasepzp1]
Estoy convencida de que la madrugada del 15 de enero de este año habría saltado de alegría y sonreído al confirmar que un hijo del presidente maestro, Juan José Arévalo, asumía la presidencia. Y la asumió con la enorme tarea de sentar las bases para enderezar todo lo que los sucesivos gobiernos desde el golpe sangriento de 1954 se encargaron de retorcer y, en los últimos años, hacer retroceder.
Viejita amada: le cuento que las luchas de mujeres que usted acompañó a mediados del siglo pasado, continúan desde otros espacios. Nuevas generaciones han tomado la batuta. Es decir, no se ha dejado caer. Al contrario, se levanta con energía desde las niñas y las mujeres en las comunidades, las universidades, las fábricas, aunque parezcan silenciadas.
Por eso, cada 8 de marzo, pero este en particular, significa la oportunidad de reiterar las luchas y los aportes. De alzar nuestras voces en un coro acompasado por las notas de los tambores en las batucadas o los chinchines o el simple hacer sonar la tierra con el paso de las dignas, las que no han dejado caer la batuta y desde las resistencias desde la invasión, han pasado por generaciones para llegar a este día.
Y es que en Guatemala, madre, la resistencia tiene rostro de mujer y un profundo aroma y color de primavera.
Más de este autor