Nació en el cuerpo equivocado

Existen autoras que abordan esta idea de buscar salir de la binariedad de los cuerpos de las personas, Butler es una de las académicas que lo plantea, previo a ella en el mismo siglo XX la filósofa francesa Simone de Beauvoir mencionó «no se nace mujer, se llega a serlo» y justo a esa reflexión quiero centrarme, para poder ser en una sociedad y para poder reconocerse como sujeto es un proceso no solo social y cultural, sino también individual. 

Las personas construyen su identidad a través de la interacción, de la convivencia, tanto del lugar de origen, de los espacios de desarrollo, como de todo aquello que absorben del entorno formal y no formal. 

Cuando se visibilizan situaciones de personas que no se identifican con la heteronormatividad, suelen escucharse comentarios como «nació en el cuerpo equivocado». Sin embargo, podría decirse que no es el cuerpo lo que está equivocado; quizá sea la sociedad la que ha evolucionado bajo clasificaciones restrictivas, limitando el conocimiento y reconocimiento de la diversidad humana, sin necesidad de que las personas modifiquen sus cuerpos para encajar en esta binariedad hegemónica.

El considerar y enmarcar a la sociedad en que solo se puede ser «hombre» o «mujer» a través de la construcción social basada en los órganos sexuales y las expresiones visibles (atuendos, accesorios, colores, etc.) continúa siendo un error humano. Las personas no deberían ser clasificadas a través de un sistema que solo admite la heteronormatividad del ser y de los cuerpos para poder ser reconocidas. 

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La Educación Integral en Sexualidad (EIS) abre la puerta a esta problemática al proporcionarnos información y herramientas con base científica. Parte de sus contenidos incluye comprender que la expresión de género se refiere a cómo las personas me perciben a través de mi aspecto exterior y lo que intento reflejar hacia afuera; en cambio, la identidad de género es cómo yo me percibo, cómo me siento e identifico; y la orientación sexual es hacia quién me siento atraída sexualmente y de quién puedo enamorarme.

El género no es una ideología, no es una moda, no es una enfermedad mental, ni es un invento para buscar eliminar la idea de familia tradicional. 

El género ha sido una realidad latente a lo largo de la historia de la humanidad; la diferencia es que, ahora, en el siglo XX y con mayor auge en el XXI, se ha visibilizado a través del lenguaje y podemos denominarlo. Basta analizar cómo se plantea el desarrollo de la sociedad con Engels, cómo los griegos expresaban la belleza y vivían su sexualidad, y muchos otros ejemplos históricos que no pueden ser ignorados.

Sociedades como la guatemalteca aún continua con la falsa idea y errónea discusión de querer perpetuar la heteronormatividad, mientras que en países que admiramos por su sistema de gobierno y calidad de vida, como Suecia, Holanda, Noruega e Islandia, estos temas ya no son objeto de discusión.  

No se nace en el cuerpo equivocado, la clasificación de las personas a través de los órganos sexuales y la binariedad cultural establecida socialmente continúa siendo la limitante que no nos permite ver la amplia diversidad social y de los cuerpos de las y los sujetos en sociedad ¿Podremos avanzar en materia de derechos sin caer en la idea de que solo quienes se identifiquen como «hombre» o «mujer» pueden acceder a ellos?