Los mismos, de junto, en la analítica que mide las percepciones de los internautas tuvieron hasta este día una medición de 72,121 visitantes, con abundantes comentarios, que bien merecen un análisis de periodismo investigativo más adelante.
Cabe preguntarse inicialmente ¿por qué estudiar el sistema financiero y al banco central?, y la respuesta es que la actividad de los denominados FED watchers (observadores del banco central estadounidense) constituyen un grupo de analistas de alta importancia en el mundo anglosajón, en virtud de que la lógica e intereses con que se mueve el circuito monetario en cualquier realidad capitalista determina de buena forma el empleo, los precios, el futuro y, en general, una porción clave de la vida material del ciudadano de a pie. Recomiendo a los y las lectoras acuciosas acudir al sitio X de @NathanTankus, un joven analista estadounidense con gran cantidad de seguidores y que sigue los movimientos y el sigilo de los grandes centros de dinero del país del norte, pero poniéndole alma y corazón a las grandes decisiones actuales y con posibilidad de futuro por allá. Tankus es un referente sobre estos entuertos a nivel mundial.
Pero voy a mi mensaje central, sobre el estado de resultados de Banrural, al 31 de diciembre de 2023. El citado banco mixto cerró con una utilidad asombrosa de 2,633.9 millones de quetzales. Mi pregunta está destinada a despertar al lector y al público para que indaguemos: ¿#DóndEstáelDinero?
Recordemos que una buena tajada de la propiedad de tal banco se reparte entre el Estado, los cooperativistas, y una extraña serie que se denomina «mujeres y público en general». Resulta ser que Lizardo Sosa, un expresidente del Banco de Guatemala y articulador del recambio de modelo económico desde los tiempos de Vinicio Cerezo, al jubilarse pasó a engrosar los poderes del banco, primeramente, desde una silla representante de los pueblos indígenas, y luego pasó a ser el designado de las mujeres y el público.
¿Por qué llegó Sosa a esa silla sin ser un genuino representante de tales intereses?
Sencillamente porque los mandamases de la Superintendencia de Bancos ponen una buena cantidad de barreras a cualquier personaje que no caiga en el perfil que ellos consideran «apto» para el manejo de los bancos mixtos. Pero ¿por qué tales funcionarios no son tan estrictos con designados por las poderosas familias corporativas que son las dueñas de los otros bancos? Viendo lo que sucedió con Bancafé y otros, valdría la pena escudriñar la gobernanza de tales centros de dinero.
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Resulta ser que cuando uno analiza el perfil de quienes aparecen en la Junta Directiva de Banrural, la mayoría de los mismos son ex banqueros centrales, quienes, dicho sea de paso –ya peinando canas–, son parte precisamente de la escuela monetaria que anuló la banca de fomento en el medio, y, paradójicamente, en los tiempos cuando más se necesitaba de ella, al calor de los Acuerdos de Paz, la democratización del país y de la vigencia formal de los derechos humanos, luego de más de quince años de férreos gobiernos militares y de una cruenta guerra civil muy bien documentada por la memoria histórica y su esclarecimiento, pero lamentablemente con poco resarcimiento material para las víctimas del conflicto.
Ahora que priva una inquietud grande en el Congreso de la República por avanzar, y se han aprobado leyes históricas como la de trasplante de órganos, en contra de la usura de las tarjetas de crédito y para combatir el cáncer, entre otras, bien recomendaría que las diputadas ponentes de la «Ley de Desarrollo Económico de la Mujer» estudiaran quiénes son las que se reparten tales dividendos –que tienen unos réditos excepcionales, cercanos al 45 %– e incorporen en la iniciativa de ley esquemas novedosos de ingeniería financiera, al respecto de esa serie, con la que saltó Lizardo Sosa al protagonismo presidencial de Banrural.
Y por si fuera poco, vale comentar que Sosa se inició en la silla que tiene la serie de los pueblos indígenas –que valdría la pena que también se abriera a las autoridades ancestrales, de una forma más transparente y democrática– aun cuando tengo entendido que una entidad ejemplar como lo es CDROS de Totonicapán, ya está, merecidamente, incluida en tal serie. Así también, el sector cooperativo necesita abrirse con la serie en la que se manejan cuantiosos recursos que, tristemente, fueron la cuna de las movidas y malos manejos que han sido de amplio análisis por Plaza Pública y otros reportajes de la prensa independiente.
Tanto en lo que respecta a Banrural como Bantrab (al que dedicaré futuros análisis), el nuevo gobierno y el Congreso, así como una banca central con visión renovada, tienen mucho que aportar; y quienes formamos parte de los observatorios de la banca, continuaremos haciéndolo hasta que la vida nos dé fuerza y ánimo para orientar a los y las internautas.
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