En columnas anteriores hemos venido analizando las formas de saqueo de los grupos económicos al Estado. Gracias a la CICIG de Iván Velásquez y Thelma Aldana contamos con sonadas investigaciones que pretenden ocultarse y desmemoriarnos. Resulta vital entonces retomarlas y recordarle al pueblo, para que no se olviden. El camino de la transformación del Estado y de la sociedad viene precisamente de esos rumbos trazados a partir de los primeros meses de 2016.
Desde que fue electo Otto Pérez Molina en noviembre de 2011 se conformó una estructura criminal para el saqueo. Las formas y métodos de organización fueron similares en los proyectos particulares La Línea I y II, Lago de Amatitlán y Puerto del Pacífico entre otros. Los líderes y conductores fueron expresamente la pareja presidencial que, desde la propia Casa Presidencial, condujeron las negociaciones incluso para animar a bancos nacionales e internacionales a financiar la Terminal de Contenedores en una concesión. Todo esto bajo la figura privada de usufructo oneroso, que hoy está de nuevo en el banquillo de los acusados a raíz de un lento proceso de resoluciones judiciales que llevan un cometido de intereses particulares y de negocios diversos.
El proyecto que hoy comentamos fue motivado por un negocio paralelo de unos 24 millones de dólares, que se negoció arduamente a través de personajes diversos que formaban parte del mecanismo. Se ofreció incluso regalar participación accionaria, pero a los beneficiarios les urgía: billetes, muebles e inmuebles de lujo, incluyendo lanchas rápidas.
El articulador financiero era nada más y nada menos que el conocido Mago Chevez, quien desde su Casa de Cambio cobraba comisiones con base en los instrumentos de ingeniería financiera creados: cambio de dólares a quetzales, depósitos en el exterior y en el sistema bancario, compra de lanchas lujosas para Otto, y de casas en La Antigua para Roxanita. Ah, e incluso estructuración de bolsas en efectivo para los sindicalistas líderes de la portuaria, para el Secretario de un juzgado de Escuintla y para la mafia de argentinos que venían ideando el proyecto desde los tiempos de Álvaro Colom.
La lavandería creada por el Mago Chevez no se podría entender si no se tienen claros los entramados del mercado financiero paralelo guatemalteco, que hace sus business en las narices de los reguladores financieros, pero que dicen estar limitados por la legalidad imperante, laxa y libertina; con la ayuda de sociedades anónimas de cartón y operaciones diversas que entran y salen del sistema bancario nacional y de bancos internacionales.
Ahora bien, el núcleo central institucional de las operaciones venía desde el propio Puerto Quetzal y sus activos, para ello la figura del Inteventor, sin Junta Directiva, era lo ideal. Y qué mejor que poner a un hombre de negocios proveniente de los elegantes ambientes de la élite de negocios como lo es Allan el Morboso Marroquín. Así llamado por José Ruben Zamora, quien publicó vastas investigaciones sobre sus picardías.
El Morboso venía de un ambiente a todas luces inmoral y poco ético, a pesar de ser educado en colegios de primera. Llevaba una vida de lujos y escándalos, e incluso se casó rápidamente en 2015 con Andrea por la religión judía en una boda de ensueño, rodeada por ricos y famosos, en Playa del Carmen. Se convirtió luego en residente de un barrio de lujo en Key Biscayne, y está pendiente aún de extradición.
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Marroquín trabajaba y permitía los consejos y manipuleos del propio piloto aviador de don Otto durante la campaña, un individuo de nombre Guillermo Lozano Bauer, quien era el conseguidor y operador de Puerto Quetzal y enlace con la pareja presidencial. El propio Lozano habría recomendado a Marroquín para el importante cargo de Interventor de un puerto que hoy recibe la gran mayoría de importaciones con que se engalanan las vitrinas del Oakland Mall y otros de su tipo; pero también de los mercados cantonales y zapaterías de pueblo por doquier; entre otros enseres del consumismo chapín, gracias a las benditas remesas.
Por recomendación de doña Rosana, y para mantener sus intereses propios se nombra a Julio Sandoval Cano como Sub Interventor del puerto en cuestión. Todo ello fue en las primeras de cambio de aquél alegre mes de enero de 2012. A su vez, Lozano nombra a William Schwank López como asesor en materia portuaria.
Luego viene la operativa del negocio, con los gestores argentinos en contacto directo con los ejecutivos españolas de la Central de Contenedores de Barcelona; una mega empresa portuaria que ha visto dañada su reputación en los ambientes internacionales, por actuar de forma muy similar a la Oderbecht brasileña. El principal argentino era don Mauricio Garín, quien mantenía lazos estrechos de comunicación con los españoles Angel Pérez Maura y Juan J. Suárez. Luego de la salida del país de Lozano, la pareja presidencial nombra a Juan Carlos Monzón como el principal enlace para el inicio de las operaciones del proyecto. Se realizan reuniones diversas en ambientes chic de Colombia y Valencia, España.
Para que nos demos cuenta de los intereses que se juegan en este mundillo de la Justicia, un abogado apellidado Charchal estaba sumamente agradecido por los favores de Monzón, al ser electo como magistrado, gracias a las influencias de la pareja presidencial, actividad de la que Monzón también sirvió como enlace. Ante la amenaza de un freno a la construcción del proyecto, Monzón acude a su amigo el Justo, desentrampando así un litigio planteado en ambientes jurisdiccionales escuintlecos. Claro, con coimas bajo la mesa.
El contrato paralelo, o sea las coimas de los 24 millones pasó por sofisticadas negociaciones inescrupulosas: primero se ofreció un programa de desembolsos que abarcaba hasta los tiempos del reinado de un nuevo presidente de la república, tema que no fue aceptado. Además, se pactaba un pago sofisticado basado en la cesión de un jugoso número de acciones a partir del negocio en marcha del proyecto, pero la pareja presidencial quería sus caletas —o sea pago en efectivo y con bienes— sin asumir los riesgos empresariales.
Los vientos de CICIG impidieron consumar todos los desembolsos mordelones, pero ello no impidió que Luisa de Perez, nuera de don Otto, fuera a la tienda Marinas de Guatemala a cambiar el modelo de la lujosa lancha. Además, la magia de Cheves permitió la posesión de la finca Los Cocos en Taxisco, e incluso se entregó más de 300,000 dólares en efectivo en la mismita Casa Presidencial. Por su parte, doña Roxana compró en los lujosos Eucaliptos y en La Antigua Guatemala, un hotel y además su famoso salón de belleza.
Todo ello hace pensar que se trata de un negocio muy apetecido, sobretodo ahora que en esta era postpandémica las remesas dominan el mundo del billete verde (el dólar), y el consumismo boyante anima las importaciones, y los contenedores asiáticos, desde baratijas hasta maquinaria pesada dominan el escenario. Pero de eso hablaremos en otra oportunidad.
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