En el 2015 Guatemala experimentó un proceso convulso, algunos analistas opinan que todo lo actuado por la sociedad fue encauzado y manipulado por un entorno que buscaba generar la crisis que logró destituir al presidente y la vicepresidenta de ese entonces. Otros creen que lo sucedido en la Plaza de la Constitución fue una reacción orgánica de la sociedad ante el hartazgo de la corrupción e impunidad que oscilan en las instituciones de gobierno.
Cabe destacar que, sin duda alguna, abril de 2015 marcó el inicio de muchos cambios visibles, palpables y perceptibles para la ciudadanía. Definitivamente, fue el año que vislumbró enérgicamente el deseo de un cambio justo y necesario por el bienestar de las mayorías. Paralelo a ello, surgió la oportunidad para consolidar políticamente la propuesta de Movimiento semilla, cuya oportunidad en política institucional fue hasta 2020 cuando logró ocupar siete curules en el Congreso.
[frasepzp1]
No queda duda de que, en su momento, los integrantes supieron aprovechar tiempos oportunos con su activismo ante la adversidad en la contienda política, sin imaginar que los diálogos de años se transformarían en acciones concretas que, en tan corto plazo, los llevarían a asumir la presidencia. Prueba de lo inesperado que ha representado este reto para el movimiento han sido la constante desarticulación entre sus miembros, la limitada capacidad de gestión interna en las instituciones y los posibles vicios del pasado que se han vuelto repetitivos.
En 2024, la victoria presidencial de su candidato representó un premio para la ciudadanía y un castigo para la política tradicional, esa que se alimentaba a costa de las arcas del Estado. Sin embargo, ahora parece que, para algunos integrantes del Movimiento Semilla, no fue suficiente tener al Ministerio Público en contra de la gestión; no bastó contar con una minoría en el Organismo Legislativo ni con enfrentar la constante desinformación y los ataques dirigidos a todo aquel que se posicionara contra el statu quo del país.
Lo sucedido el fin de semana fue el desmembramiento de una semilla que, quizá, nunca logró echar raíces.
Parece que el panorama político no deja de ofrecernos excesos y nuevos quiebres dentro de una política partidaria cada vez más desgastada, cuyo ideal —formado en los años ochenta— fue precisamente evitar llegar al escenario que hoy enfrentamos.
Más de este autor