Tampoco se trata este, de un escrito para salir del paso, no. Aprovecho, sí, para dar continuidad al artículo que publiqué la semana pasada llamado La trilogía dominica del siglo XVI[1] donde destaco a un personaje de la primera hora de la evangelización de Verapaz, cuya muerte está rodeada de tantos misterios que respondería muy bien a los entramados políticos del hoy y aquí de Guatemala. Se trata de fray Domingo de Vico.
Para poner al lector en contexto: en las fechas posibles 24 de noviembre de 1555, según el Memorial de Sololá (de acuerdo al calendario juliano correspondió a un día viernes) o el miércoles 29 de noviembre del mismo año, Vísperas de la Fiesta de San Andrés, fray Domingo de Vico fue cruelmente martirizado en el territorio acalá (aledaño al actual municipio de Chisec) junto a fray Andrés López, un dominico recién ordenado presbítero que lo acompañaba.
El impacto fue tremendo. Aj Pop O’ Batz (Juan de Matalbatz), en el intento de preservar el territorio sin la intromisión de la Real Audiencia y sin la presencia de españoles excepción hecha de aquellos que él y los dominicos de fray Bartolomé de las Casas aceptaran, sometió de manera bárbara a los acalaes. Les hizo la guerra y, a quienes no mató, los redujo a una especie de campo de concentración en Cobán, en el barrio San Marcos, área que hoy ocupa la zona 3 de la cabecera departamental de Alta Verapaz (actual barrio San Juan Acalá). Sin embargo, la medida fue infructuosa porque el martirio de Vico permitió que la audiencia se entrometiera promoviendo en España la revocación de una Real Cédula referente a que no se podía hacer la guerra al territorio ni someter a sus habitantes a esclavitud. Y así, el 22 de enero de 1556 se expidió otro auto mediante el cual se declaraba la guerra contra la Provincia del Lacandón. Ya Aj Pop O’ Batz (jefe máximo de todos los señoríos de la región) había sometido el territorio de Acalá que estaba asentado dentro de los confines de Tezulutlán-Verapaz.
Debo poner ante los ojos de los lectores que la prohibición que impedía a los españoles ingresar a Tezulutlán-Verapaz devenía del Tratado Maldonado-Las Casas, ya expirado en su primera versión, pero renovado no menos de tres veces. Y también porque, al amparo de Real Cédula del 15 de enero de 1547, se había creado la Provincia de Verapaz y puesta en 1555 bajo el mando de Aj Pop O’ Batz (Juan de Matalbatz). Pero, acalaes y lacandones nunca aceptaron la relación de don Aj Pop O’ Batz con De las Casas. Conste, los lacandones eran vecinos de los acalaes, pero no estaban adentro de los límites de Tezulutlán. No obstante, los dos grupos habían confabulado para matar a Vico desde 1550.
Una interpretación historiográfica no puede dejar de lado las siguientes preguntas:
1. ¿Por qué existía una trama para acabar con Vico por parte de acalaes y lacandones desde cinco años antes de su muerte?
2. ¿Por qué Vico, habiendo sido prevenido para que no fuera a las tierras de los acalaes, —los momentos sociopolíticos de la región eran cruciales— desobedeció al gobernador de Verapaz, desoyó a sus hermanos de Orden y viajó a un martirio prácticamente anunciado?
3. Vico era académico, docto, polímata y políglota; era un maestro y conocedor de la historia. Entonces, ¿por qué puso en riesgo el proyecto de Bartolomé de las Casas con relación a la evangelización pacífica de Tezulutlán?
4. ¿Traería Vico algún propósito desconocido por sus hermanos de Orden o solo fue víctima de una hiperconfianza en sí mismo? O, ¿fue empujado por la Audiencia, el Obispado de Guatemala o el Virreinato de México para cometer semejante imprudencia aprovechándose de su obstinada personalidad? Porque, pretextos para invadir Tezulutlán sí que necesitaban.
5. ¿Por qué la desmedida respuesta de Aj Pop O’ Batz y del Consejo de Indias ante los hechos (nada gratos, por cierto) al grado de cometer, casi, un etnocidio?
Los primeros pasos para responder estas y otras dudas los iniciamos los días 2 y 3 de enero de este año cuando, acompañado de mi esposa y dos de mis hijos viajé al territorio de Chicajbom (Santa María Cahabón) para tener un conversatorio con Fr. Jesús Tapuerca y Fr. Antonio Matabuena, los dominicos que más saben sobre la vida de Domingo de Vico. Creo, por la sistematización de datos que llevamos, que en dos o tres años habremos concluido los trabajos de investigación documental y de campo y trasladado los resultados al subgénero narrativo de la novela histórica. Dicho sea, la información que está aflorando es digna de un guion a la mejor manera de las actuales series televisivas de intriga y misterio.
Hasta la semana próxima, si Dios nos lo permite.
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