Según se notició en las redes sociales de la Universidad: «La primera cohorte está integrada por veintidós estudiantes de trece diferentes disciplinas provenientes de las ciencias sociales y naturales. Más de la mitad tenía un vínculo previo con la Universidad Rafael Landívar».
Extramuros nos enteramos de que la selección se realizó entre muchas y muchos solicitantes y su nivel de exigencia fue muy alto.
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Una de las personas seleccionadas tenía la oportunidad de realizar un doctorado en una de las mejores universidades de Europa. Sin embargo, a pesar de contar con una beca, prefirió acogerse a este inédito programa, donde deberá costear sus estudios. Semejante decisión me llevó a dialogar con ella. Los fundamentos de su decisión me impactaron de sobremanera y por ello decidí –previa autorización– darlas a conocer en este artículo. Por razones de espacio no consignaré mis intervenciones, sino sus opiniones con relación a la temática tratada.
Cuando le pregunté acerca de la pertinencia de la investigación para nuestro medio me respondió:
«Hacer investigación es actividad propia de la academia, en el caso de Guatemala es lo que marca la diferencia entre una universidad que se jacta de serlo, de las que solo generan año tras año promociones/generaciones de personas con título para ejercer una profesión. Y mi interés va en orden a nuestro ser, pensar, sentir y querer. Es decir, nuestro aquí y ahora, y también a nuestro futuro como país».
Por lo tanto, la finalidad de una investigación científica como usted la percibe:
«La generación de conocimiento como una actividad de la academia es importante e incuestionable, pero la pregunta que debemos hacernos concerniente a su propósito es: ¿Para qué hacemos investigación en nuestros países? ¿Cuál es la finalidad de la generación del conocimiento en nuestro aquí y ahora? Si se hace investigación solo por el prestigio nacional o internacional (tanto de la organización como del investigador a título personal), creo que se vacía de contenido el significado y la finalidad de hacer investigación, y también, de la generación de conocimiento».
Por lo tanto…
«He allí la importancia del significado profundo del programa doctoral que ha lanzado el Sistema Universitario Landivariano en el que son artífices y copartícipes distintas unidades como la Vicerrectoría de Investigación y Proyección, la Vicerrectoría Académica y la Facultad de Humanidades desde donde se desarrolla el programa del DIITS. Basta con analizar el nombre: “Doctorado en Investigación Interdisciplinar para la Transformación Social”. Entonces se entiende que se trata de un proyecto a largo plazo comprometido con la agenda de proyección y de trabajo de la Universidad Rafael Landívar».
A su juicio, este doctorado…
«Pretende formar investigadoras e investigadores que tengan la capacidad, no solo de identificar fenómenos (sociales, políticos, económicos, de salud, etc.), sino de abordarlos de forma integral desde la interdisciplinariedad para transformar esos ingentes problemas que nos afectan en la sociedad. Se busca que desde esa interdisciplinariedad se puedan abordar los fenómenos para darles soluciones integrales desde distintas visiones; de generar conocimiento que sirva para el análisis y discusión para llevar propuestas sólidas de abordaje y transformación a quienes toman las decisiones tanto en el ámbito público como en el sector privado».
En cuanto a la construcción de un mejor futuro para nuestras sociedades…
«Y qué otra cosa es eso sino ser partícipes de la construcción de la justicia social y la realización del bien común por medio de la transformación de nuestra sociedad, de nuestro entorno más cercano hasta ámbitos más amplios generando/proporcionando conocimiento desde la academia y la investigación. Es generar investigación “con sentido” para el bien común».
Comprendí entonces la razón por la cual la persona con quien dialogaba (hoy doctoranda), cambió sus estudios en Europa (todo pagado), por un programa más pertinente a sus raíces de origen y su entorno social.
Antes de despedirme le deseé éxitos a ella y a sus compañeras y compañeros de cohorte –no suerte, sino éxitos– y le hice ver que desde ese momento (cuando fueron aceptados en el programa DIITS del Sistema Universitario Landivariano), se convirtieron en uno de los rostros de la esperanza.
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