¿Le parece un sinsentido? ¿Un enorme desperdicio económico? Pues eso es exactamente lo que sucede en la actualidad con los alimentos que salen de los mercados. Según un estudio de la Unión Europea, los países en desarrollo pierden hasta el 40 % de los alimentos antes de que lleguen al mercado. Los países desarrollados lo pierden cuando salen del mercado. Y si esto es cierto, ¿cuánta pérdida agregamos en Guatemala en la etapa del mercado a la mesa? Sobre esto comenzamos a discutir en la columna anterior.
Quien quiera conocer un estudio acucioso sobre el tema, lea aquí.
El asunto, aunque parezca muy doméstico y trivial, está estrechamente ligado a los conceptos: Sistemas alimentarios sostenibles y Economía circular. Es decir, afecta la salud del planeta, azuza el calentamiento global, encarece el costo de la vida, agota los recursos naturales y aumenta la desigualdad. Ese fuego lo alimentamos usted y yo a través de nuestros hábitos de consumo.
No hay datos sobre Guatemala (deberíamos tenerlos) pero hagámonos una idea con lo que dice un sitio de gobierno en los Estados Unidos de Norteamérica: «Washington genera anualmente cerca de 1.2 millones de toneladas de desperdicios alimenticios. De eso, más de 390,000 toneladas son alimentos perfectamente comestibles. Ningún otro recurso se deposita más en los basureros que los alimentos, y esto trae significativos impactos ambientales, sociales y económicos. El desperdicio de alimentos es muy caro, además de un mal uso de recursos».
La solución del problema requiere medidas desde los gobiernos nacionales hasta los comunitarios (aquí, podemos decir que no es asunto nuestro), y un cambio en la cultura de hogar y personal, donde no hay más responsables que nosotros. Es muchísimo lo que podemos contribuir para no ser parte del problema, por ejemplo, seguir lo que dice este Manual del Hogar del gobierno argentino.
Veamos, por nuestra parte, algunas ideas que sin duda serían muy efectivas:
- En la cáscara de muchas frutas y verduras se concentran útiles nutrientes, a veces diferentes de los del contenido. Cambie sus hábitos y consuma la cáscara (no la retire). Ejemplos: papas, tomates, pepinos, zanahorias y zucchinis. Luego, piense que todas las demás cáscaras tienen uso, no deberían ir a la basura (las de plátano y banano, secas al sol, sirven para estimular la floración de sus plantas de jardín; la cáscara de huevo, molida, se convierte en fertilizante; la estopa de coco es sustrato para orquídeas; la cáscara de piña sirve para hacer bebidas adelgazantes, etc.). Sorpréndase con todo lo que puede hacer con las cáscaras de naranja.
- Planifique sus compras de alimentos para no llevar más de lo que necesita.
- Asegúrese de leer el etiquetado de los alimentos y recuerde que «Consumir antes de» no significa que el alimento se echa a perder en esa fecha.
- En restaurantes y puestos de comida verifique que las porciones no sean muy grandes y, si lo son, comparta. Pida platos para compartir, está en su derecho (y obligación, por lo ya dicho). Si sobró comida, pídala para llevar, no hay nada malo o vergonzoso en eso (hay un restaurante donde sirven el desayuno con un canasto de pan que quizá no comeremos. Aunque no lo toquemos, irá directamente a la basura. Pídalo para llevar).
- No cocine más de la cuenta «por si alguien quiere más». Es preferible que quede un poquito de hambre (que se soluciona con alguna cosa pequeña que haya en casa) a que se desperdicie la comida.
- No atiborre su alacena y su refrigerador. Perderá de vista algunos alimentos que se arruinarán por descuido.
- Sírvase solo lo que se piensa comer.
- Si le sobró comida en las ollas y ya no quiere terminarla, regálela a vecinos o familiares si no conoce a personas con necesidad.
- Celebre semanalmente el «día de las sobrinas» (sobras) y limpie su refrigerador.
- Composte.
Recuerde: comida es lo que llega del mercado, no lo que cocina. Y la comida no se tira.
Infografía: https://www.fao.org/platform-food-loss-waste/es/
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