Tratan de usar el miedo como herramienta antidemocrática, típico de las dictaduras y los regímenes autoritarios, abusivos y corruptos. Pero, hoy, enfrentan a una ciudadanía sorpresivamente unida y valiente a favor de defender la legitimidad de la elección.
Conforme las mafias ven su derrota, están adoptando medidas antidemocráticas cada vez más agresivas, intimidatorias y desesperadas.
La estructura mafiosa vergonzosamente encabezada por Alejandro Giammattei, Miguel Martínez, Consuelo Porras y Rafael Curruchiche, recibió el resultado electoral del 25 de junio como un golpe muy duro a sus intereses y sobrevivencia. Con Bernardo Arévalo y el partido Movimiento Semilla oficialmente en el balotaje de la elección presidencial y, con ello, sus...
Conforme las mafias ven su derrota, están adoptando medidas antidemocráticas cada vez más agresivas, intimidatorias y desesperadas.
La estructura mafiosa vergonzosamente encabezada por Alejandro Giammattei, Miguel Martínez, Consuelo Porras y Rafael Curruchiche, recibió el resultado electoral del 25 de junio como un golpe muy duro a sus intereses y sobrevivencia. Con Bernardo Arévalo y el partido Movimiento Semilla oficialmente en el balotaje de la elección presidencial y, con ello, sus candidaturas presidenciales fuera de la contienda, especialmente el oficialista Manuel Conde Orellana, la alternativa de esta mafia era asegurar el apoyo de Sandra Torres, pero, sorpresivamente, hoy tiene la oportunidad de recuperar cuotas de poder procurando su agenda, y no la de quienes aún ostentan el poder nominal y fáctico.
De manera lógica, y hasta natural, esta mafia vio con claridad que, si ha de sobrevivir y asegurar su impunidad y riquezas mal habidas, su objetivo solo podía ser sacar al Movimiento Semilla de la contienda y colocar en el balotaje a Conde. Este objetivo se vio frustrado cuando, el pasado miércoles, en conferencia de prensa, el pleno de magistradas y magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) oficializó los resultados de la elección general de 25 de junio, y convocó al balotaje de la elección presidencial con los binomios presidenciales del partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) y del Movimiento Semilla como contendientes. Una derrota enorme y contundente para la mafia Giammattei-Martínez-Porras-Curruchiche.
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Los ataques y presiones con los que intentaron colocar a Conde en el balotaje lograron en Guatemala lo que no se había visto en décadas: unir a numerosos y diversos sectores, superando el agudo clima de polarización que prevalecía. Sectores numerosos y diversos, incluyendo organizaciones de la sociedad civil, populares, empresariales, ciudadanas, religiosas no alineadas, la comunidad internacional, las misiones de observación electoral nacionales e internacionales, y muchas otras, demandaron en sendos comunicados y otras formas de expresión, el respeto a la voluntad popular manifestada en el voto el 25 de junio, la oficialización de los resultados y la realización, el 20 de agosto próximo, del balotaje de la elección presidencial. Hay quienes consideran que este hecho histórico tiene como antecedentes comparables el movimiento ciudadano en contra del autogolpe de Serrano Elías en 1993 y las protestas en la plaza de 2015.
Así, Consuelo Porras, Rafael Curruchiche y los bufones a sueldo de la Fundación Contra el Terrorismo se han visto en los últimos días actuando cada vez más aislados, desesperados y sin apoyo. Fracasados con el intento de evitar la oficialización de la participación del binomio presidenciable del Movimiento Semilla, ahora han soltado una andanada de acciones judiciales espurias tratando de fabricar un caso para perseguir penalmente a ese partido o a sus cuadros por supuestos actos de corrupción. Con estas acciones, pretenden redituar con las cuotas de poder que esta mafia aún retiene, específicamente la acción del Ministerio Público (MP) capturado, y especialmente, desde la nefasta Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), vergonzosamente dirigida por Rafael Curruchiche, sembrando el miedo e intimidando a quienes pudieran estar en situación vulnerable o carecen de protección o inmunidad.
Sin embargo, en realidad estas no son demostraciones de fuerza, sino de debilidad y desesperación. Tratan de usar el miedo como herramienta antidemocrática, típico de las dictaduras y los regímenes autoritarios, abusivos y corruptos. Pero, hoy, enfrentan a una ciudadanía sorpresivamente unida y valiente a favor de defender la legitimidad de la elección, por sobre la simpatía o antipatía que generen las candidaturas presidenciales en el balotaje.
Guatemala está ante la gran oportunidad de actuar unida y derrotar al miedo como herramienta antidemocrática. Persisten los peligros, pero unidos pueden derrotarse.
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