Recientemente el sitio Webometrics.info publicó el posicionamiento de varias universidades de Guatemala (oficialmente hay quince más los centros regionales) en distintas escalas (mundial, AL, Centro América y el Caribe —CAC— y país).
Solo para ubicarnos un poco, hablemos de las dos primeras y las últimas dos de la clasificación, usando el formato universidad/posicionamiento mundial/posicionamiento CAC. Al nivel mundial son 31,097 centros de estudio y en CAC se evalúan 1,587. Así andamos arriba: Universidad de San Carlos (Usac)/3,571/51 y Universidad del Valle (UVG)/4,202/61. Hasta abajo están el Centro Universitario del Norte (Cunor) 27,154/1,113 y la Universidad Regional 26,817/1,065. Seguramente llamarán discutible a esta clasificación, pero no se puede negar su valor ilustrativo.
¿Causas de no estar despuntando? La lista es larga y seguramente habrá unanimidad en que el problema está en la base del sistema educativo. Baste saber que, al nivel de aspirantes a estudiar en una universidad, la comprensión matemática y la de lectura son más descorazonadoras que guacamol sin aguacate. Los dueños de la finca, de manera voluntaria y deliberada (by design), dilapidan tesoneramente el bono demográfico guatemalteco para convertirnos en patria de jornaleros con salario por debajo del mínimo oficial.
También contribuye la situación o problemática de cada universidad, con prioridades propias entre lucro y academia y serias complicaciones éticas y políticas.
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En un intento por aportar un ángulo nuevo, se hicieron algunas consultas sobre qué tan motivada puede estar la docencia universitaria desde los sueldos. Podría haber datos equivocados y toda corrección documentada es bienvenida.
Resulta muy difícil de digerir, por ejemplo, que la Universidad Rural pague en licenciaturas, 75 quetzales por período impartido y que lo cancele semestralmente, contra entrega de notas finales. ¿Quién quiere trabajar así?
La Rafael Landívar paga Q 1,700.00/mes por impartir dos horas semanales en licenciatura. En maestría paga Q 1,000.00/mes por dos horas semanales. La UVG paga igual en licenciatura mientras que Flacso remunera Q 3,000.00. Esta misma institución paga Q6,000.00 – Q 7,000.00/mes por impartir módulos de fin de semana (entre 7 y 8 horas laborales).
La Universidad Galileo paga Q 1,300.00/mes por dos períodos de una hora (licenciatura). Hace 10 años pagaba Q 1,200.00.
No conseguí datos sobre la Universidad Francisco Marroquín de la que un Rector decía que, sí o sí, tenía que ser la más cara para los estudiantes. Esperemos que sea la que mejor pague a sus docentes.
La Universidad Panamericana paga Q 1,350/mes por dos períodos semanales. El Centro Universitario de Occidente (Cunoc) paga Q 2,500.00/mes por grupo de estudiantes y se imparten cuatro horas virtuales por semana.
En general, puede decirse que los honorarios docentes solo se han duplicado si se compara con 30 años atrás.
Hay otros aspectos a considerar antes de emitir juicios finales. Por ejemplo, debe verse si pagan prestaciones laborales, si ofrecen protección del IGSS, si se firman contratos (donde no se deduce el IVA y solo se paga el ISR) y si las universidades mantienen los servicios a grupos reducidos de estudiantes o, al no llenarse un cupo mínimo, cancelan el ciclo. Esto me sucedió hace algunos años en el Centro de Aprendizaje de Lenguas de la Usac. Ellos justificaban los aumentos a las cuotas de idiomas extranjeros con el argumento de que era para subsidiar y dar sostenibilidad a la enseñanza de idiomas nacionales. Pues era mentira, porque luego de un semestre de K’iche anunciaron que se cerraba por tener muy pocos alumnos inscritos.
Falta bastante información (como el costo de las matrículas estudiantiles y datos del resto de universidades) pero el punto aquí es proponer la idea que la calidad y motivación del docente depende, entre otras cosas, de los estándares laborales de las universidades. Llanamante dicho una política comercial no debe ir en detrimento de reclutar un cuerpo docente de excelencia, lo que tiene su precio. ¡Ah! Y la pandemia trajo un importante aumento de alumnos inscritos. ¿Están pagando mejor a sus docentes?
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