Los nuevos datos sobre la población prehispánica de Petén durante el período clásico tardío son impresionantes, ya que confirman que la civilización maya de las tierras bajas alcanzó un nivel de complejidad que había sido subestimado. Estas imágenes no solo permiten ampliar los cálculos demográficos de esta zona, sino también facilitan identificar rasgos hidráulicos y agrícolas que evidencian la forma en que se sostuvo dicha población en un ambiente de bosque tropical.
En una nota anterior había comentado sobre el despoblamiento de la región de Petén a partir del siglo IX d. C., que con los nuevos datos adquiere una mayor magnitud. En esta ocasión quiero ampliar la información que se tiene respecto al posible destino de la población que residió en Petén durante el Clásico. En primer lugar, es importante indicar que, hace ya dos décadas, algunos lingüistas señalaron que, con base en las inscripciones jeroglíficas descubiertas en la mayoría de ciudades del Clásico [1], el idioma hablado en Petén era el maya cholano. Este idioma es parte de la rama lingüística conocida como cholana, que dio origen a tres idiomas mayas contemporáneos: el ch’orti’, que se habla en el oriente de Guatemala y en Honduras; el ch’ol, que se habla en Chiapas, en la región del río Usumacinta, y el chontal, que se habla la zona de Tabasco, México. Un cuarto idioma, el ch’olti’, fue documentado en Guatemala en el siglo XVI, pero ya desapareció.
Así, estos estudios lingüísticos son útiles para trazar un movimiento migratorio hacia el sur y el occidente de Petén. Al observar un mapa de los grupos etnolingüísticos que se encontraban en el territorio guatemalteco en el siglo XVI, es claro que las zonas adyacentes al sur y al occidente de Petén estuvieron pobladas por varios grupos de hablas ch’ol, chontal, ch’olti’ y ch’orti’, todas descendientes del idioma cholano del Clásico. Entre ellos se pueden mencionar las provincias de Acalá, Lacandón y Manché, que comprendían el norte de lo que actualmente es Alta Verapaz, Quiché e Izabal.
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Las crónicas españolas de los siglos XVI y XVII indican que fue imposible pacificar esta zona, por lo que gran parte de estas poblaciones fueron trasladadas lejos de sus lugares de origen, por ejemplo a Santa Cruz El Chol (Baja Verapaz), fundada alrededor de 1690. Ruud van Akkeren ha descubierto evidencia de poblaciones de habla ch’ol en Alta Verapaz durante la época colonial (incluyendo Cobán y San Pedro Carchá), lo que indica que con el paso del tiempo fueron absorbidas por poblaciones locales, por lo que adoptaron principalmente el idioma q’eqchi’, lo que a su vez propició la desaparición del ch’ol en el territorio guatemalteco.
Desde el punto de vista arqueológico, no se ha podido identificar asentamientos prehispánicos del Posclásico en el sur de Petén o en el norte de Alta Verapaz que puedan asociarse a dicha población ch’ol. Esto podría indicar que fueron poblados pequeños y sin construcciones significativas, lo que a su vez sugiere que la migración fue de campesinos que subsistieron hasta la llegada de los españoles con una forma de vida mucho más sencilla que la de las ciudades del Clásico.
Aunque los datos aquí presentados no ofrecen una respuesta definitiva acerca de los procesos migratorios que ocurrieron en Petén en los siglos IX y X, sí proveen información sobre la ubicación y desaparición de los idiomas ch’ol y ch’olti’ en Guatemala entre los siglos XVI y XVIII, los cuales representaban un vínculo lingüístico con la población de habla cholana que habitó Petén durante el Clásico.
Para concluir, es posible considerar que una parte de la población petenera pudo migrar hacia el sur al final del Clásico. Sin embargo, los datos arqueológicos sugieren que la mayoría migró hacia el norte, al territorio ocupado por hablantes de maya yucateco. Este será el tema central de mi próxima contribución al blog de migraciones de Plaza Pública.
[1] Houston, Stephen D.; Robertson, John S., y Stuart, David S. (2000). «The Language of the Classic Maya Inscriptions». Current Anthropology 41 (3): 321-338.
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