Pese a la severidad de las amenazas y los riesgos, los golpistas que han emprendido acciones corruptas y antidemocráticas no han logrado su cometido.
Claramente existe un movimiento que no solo no acepta el resultado de las elecciones, sino, además, está tratando de anularlas. La cobardía e ilegitimidad de la mayoría de quienes lo integran los obliga a operar en las sombras, evidenciándose sabidos de que lo que hacen no es correcto....
Claramente existe un movimiento que no solo no acepta el resultado de las elecciones, sino, además, está tratando de anularlas. La cobardía e ilegitimidad de la mayoría de quienes lo integran los obliga a operar en las sombras, evidenciándose sabidos de que lo que hacen no es correcto. Están obligados a recurrir a los denominados «net centers» para comunicarse, a los vergonzosos bufones de la Fundación Contra el Terrorismo como sus figuras más visibles, y tienen al Ministerio Público (MP) capturado por Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Cinthia Monterroso y otros, más el apoyo de jueces corruptos como Fredy Orellana, como su principal arma.
Sean quienes sean en realidad, esta gente ha invertido dinero, tiempo y esfuerzo para colocar en el poder a los lacayos serviles y rastreros de su preferencia, con el propósito de continuar enriqueciéndose de la corrupción y de sus negocios ilícitos. Lo están intentado por diversas vías, especialmente la fabricación espuria de casos judiciales ficticios en contra del partido político que ganó la elección presidencial y vicepresidencial, de las autoridades del Tribunal Supremo Electoral, de las juntas electorales, y pretenden continuar fabricándolos en contra de todo aquel que no se someta a sus deseos. Todas estas acciones antidemocráticas se han encuadrado en un intento de golpe de Estado de características peculiares, en contra de un gobierno que aún no ha tomado el poder.
El análisis objetivo de la situación evidencia que, a hoy, este grupo de golpistas ha fracasado. El daño real que han logrado infligir no pasa de generar preocupación, toda vez el resultado electoral sigue vigente y en enero se espera el cambio de autoridades. Aunque a regañadientes y de manera no del todo creíble, toca reconocer que hasta Alejandro Giammattei ha asegurado, y continúa asegurando que entregará el poder el 14 de enero.
Pero, ¿por qué, pese a mantener capturado el MP y el apoyo de algunos jueces corruptos, este golpe de Estado está fracasando? Seguramente la respuesta a esta pregunta es compleja, puesto que existen varias y diversas razones. Pero de éstas, destaca que los pueblos de Guatemala se niegan a aceptar el golpe, en su gran mayoría exigen el respeto a los resultados electorales y un traspaso de mando democrático y pacífico, como debe ser.
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El más reciente movimiento de protesta liderado por los 48 cantones de Totonicapán y otros grupos de autoridades ancestrales ya hizo historia logrando con éxito la articulación de movimientos a nivel nacional, generando un paro sin precedentes. Pero, quizá, su principal logro, fue mostrar a los pueblos mayas y originarios unidos por una causa común, que recibió el apoyo de sectores diversos, incluyendo, también sin precedentes, el apoyo de grupos urbanos y ladinos, incluso de la ciudad capital, usualmente alejados de estos movimientos.
El impacto del paro nacional es enorme e indiscutible. No es un movimiento terrorista o irracional, insensible al costo económico y social que generan las acciones de hecho. Ante la necedad de Porras, Curruchiche, Monterroso y Orellana al no renunciar y aferrarse ilegítimamente a sus cargos, el liderazgo maya ha reconocido que los bloqueos han generado ya un impacto que es insostenible, y accedieron a cambiar estrategia, sin menoscabo del carácter enérgico de la protesta.
Como los 48 Cantones de Totonicapán y las autoridades ancestrales han demostrado con fuerza, los golpistas continuarán fracasando en tanto los pueblos de Guatemala permanezcan unidos por la defensa de la democracia y la búsqueda de un presente y futuro mejor.
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