¿Cuánto recuerdo de los libros? Solo cuestiones generales. No leí para aprenderme datos sino, en ese entonces, los utilicé como una vía de escape: la ficción me parecía lo suficientemente intensa como para adentrarme en ella y olvidar mi propia realidad. La que vivía en ese entonces. Así, durante cinco, seis días y sus noches que duraba la lectura de los cuatro libros principales de la saga (para los especialistas quizás este dato sea cuestionable), me metía de lleno en esa historia de orcos y seres extraordinarios y me olvidaba de mi, en ese entonces, terrible mundo.
Publicado por primera vez en 1954, «El señor de los anillos» muestra una metáfora de nuestras sociedades, solo que en estas conviven hombres, hobbits, magos, orcos, elfos y enanos, entre otros personajes. La historia central gira en torno a unos anillos de poder, cuyo objetivo, entre otros, era dominar a las personas. Se elaboraron varios anillos que se entregaron a diversos personajes y un anillo con tanto poder (que se lo quedó quien lo fabricó) que los dominaba a todos. Con los años, el anillo principal se pierde y cuando las fuerzas del mal están listas para atacar, su creador, Sauron, lo quiere recuperar, porque con él asegurará el triunfo. Con este fin, utiliza todos los medios a su alcance para recuperarlo. Por otro lado, para contrarrestar los ataques del enemigo, los pueblos diezmados se unen y crean «la Comunidad del anillo». Este es un grupo conformado por representantes de los distintos pueblos cuyo objetivo es destruir el anillo, porque con ello saben que lograrán salvarse.
De los personajes, mi preferido es el hobbit Frodo. Él se compromete a llevar el anillo cuyos poderes malignos terminan por corromper a quien lo porta. Tal es el caso del personaje Golum, quien durante mucho tiempo fue el portador, pero lo perdió en una apuesta y durante la historia hace de todo para recobrarlo.
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Al final, de la comunidad del anillo solo quedan dos hobbits, Frodo y Sam, quienes viajan incansablemente para llevar a cabo su tarea. A veces, caminan en círculos sin avanzar, en ocasiones, se pierden, se desorientan, se caen, no encuentran el camino, se desaniman. Pero siguen un paso a la vez, un día a la vez, hasta que llegan al centro del lugar donde deben llevar a cabo su misión. Frodo, en el último momento, cede a la tentación y quiere quedarse con el anillo, pero he ahí lo maravilloso del libro, aparece Golum, más apegado al anillo que el mismo Frodo y en una lucha se lo arrebata y se queda, al fin, con su tesoro. Frodo, quien está al borde del abismo, de manera inesperada se salva. Esto sucede en el centro de la ciudad del mal, Mordor.
A veces, como los hobbits que llevan la carga del anillo sin encontrar el camino, siento que deambulo como ellos por la ciudad oscura. Ahí todo está marchito y prevalece un espíritu maligno que asusta. Pero la constancia de los hobbits, la resistencia de los pueblos que cada día son atacados, las esporádicas batallas heroicas que se libran en las afueras, poco a poco van logrando su cometido, aunque en apariencia no se note.
Al final, cuando los personajes lo dan casi todo por perdido, de una manera original e inesperada el anillo, símbolo del mal, es destruido y de manera apoteósica se obtiene el triunfo en la batalla final.
Eso es lo maravilloso de este relato. Por ello es el libro, mi libro.
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