Me encanta la alegría de la patojada corriendo con antorchas. O la danza y la música que poco a poco están desplazando la marcialidad caricaturizada y patriarcal en las celebraciones de la patria del criollo. Pero detrás de esa alegría emancipadora que la juventud aporta no queda mucho que rescatar. Porque el discurso oficial no solo está vaciado de contenidos, sino también infectado de falacias.
Entre muchos ejemplos tomemos tres para complementar lo anterior. El discurso en torno a ese concepto difuminado de patria nos dice que hubo hombres buenos que, encendidos en patrio ardimiento, planearon esto que tenemos hoy. Es decir, ¡el trono de amor existe! El discurso afirma también que de las cadenas se forjaron arados, como si el trabajo forzado legal no hubiera continuado al menos hasta 1945. Por si fuera poco, los restos del himno que Jorge Ubico mandó suavizar nos recuerdan que no esquivamos la ruda pelea para defender la tierra y el hogar, pero en la realidad concreta se sataniza la defensa del territorio y del agua.
Resulta claro entonces que el concepto de patria y el discurso que lo acompaña están vacíos y son incapaces de servir para esfuerzos articuladores, es decir, propuestas en las cuales diversos sectores se perciban incluidos. Y de manera simultánea, el vacío del concepto patria es sospechosamente coherente con la incapacidad para identificar al verdadero enemigo, el sistema neoliberal.
A ese respecto, Laclau y Mouffe (2010) son contundentes: «La izquierda debe comenzar a elaborar una alternativa creíble frente al orden neoliberal en lugar de tratar simplemente de administrar este último de un modo más humano. Esto, desde luego, requiere trazar nuevas fronteras políticas y reconocer que no puede haber política radical sin la identificación de un adversario».
Complementemos lo anterior con dos puntos que ha desarrollado Noam Chomsky.
Primero, el neoliberalismo es el enemigo, y no el inevitable estadio último del desarrollo humano. La humanidad siempre ha encontrado formas creativas de mejorar la calidad de vida en sociedad. Y segundo, construir un sistema económico y social más eficiente para las mayorías no lleva implícita la copia mecánica del socialismo soviético o cualquiera de las formas que se denominan socialistas en el siglo XXI.
Esa visión maniquea de que solo existe el mercado o el infierno estalinista es un recurso de dinosaurios que quieren hacernos creer que todo marcha bien y que con campañas de motivación vamos a transformar el país. De esa manera, nos guste o no, tenemos la obligación ineludible de debatir sobre un modelo democrático propio.
En suma, lo que la gente común aspira a tener es algún control sobre sus vidas. Y para acceder a algún control sobre la propia existencia, la categoría más apropiada, la que puede servir para articular esfuerzos multisectoriales, es la democracia. Y sobra decir que la democracia real, participativa y radical supone una transformación que va mucho más allá del ejercicio electorero que hemos estado escenificando periódicamente. No olvide tampoco que el neoliberalismo, como el estalinismo y otros sistemas absolutistas, no es democrático.
Si necesitamos un concepto central para emular, para educar, para conmemorar, es ese: democracia amplia, participativa, incluyente y radical. Y, como bien señaló Álvaro Velásquez (2013), en Guatemala eso es precisamente lo que las derechas rechazan. Esas derechas están en contra de que la gente tenga poder de decisión sobre lo que ocurre con el agua, la tierra, la educación, la salud o la forma como la riqueza debe ser redistribuida después de ser creada por el trabajo de las personas.
La democracia como vía para reducir paulatinamente las formas de subordinación es un concepto poderoso. Y creo que no hemos sabido utilizarla en toda su potencialidad.
Referencias:
- Chomsky, N. (2002). Understanding Power. Toronto: The New Press.
- Laclau, E., y Mouffe, C. (2010). Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia (3a. edición). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
- Velásquez, Á. (2013). Ideología burguesa y democracia. Una aproximación al movimiento libertario en Guatemala y sus discursos. Guatemala: Serviprensa.
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