Los primeros análisis hacen eco de los deslices de los potenciales candidatos alternativos, principalmente Manuel Villacorta, quien a última hora trató de desamortajar a una entente rebelde de la égida de Sandra Torres, quien junto con Manuel Conde y sus correligionarios de apoyo siguen entretejiendo esa maraña del distritalismo que se alimenta, como barril sin fondo, de los fondos manejados por un rubro que dentro del presupuesto ha pasado liderar las filas de las asignaciones financieras: «Obligaciones del Estado a cargo del Tesoro», y que de alguna manera es direccionado por dos secretarías de gobierno, siendo estas la Segeplan y la de Coordinación Ejecutiva de la Presidencia. Se trata de la billetera de la clase política, en donde se cuecen los proyectos de «barril de puerco» (pork barrel projects), como le llaman los anglosajones a la obra otorgada sin mayor planificación, para quedar bien con algún político y sus involucrados, gracias al apoyo otorgado para tal o cual elección o favor alguno. Resulta que en este rubro se tienen asignaciones para el 2023 de casi Q40 mil millones, que se despenican en gran cantidad de aportes como el IVA PAZ, las asignaciones municipales y al Sistema de Consejos de Desarrollo –SISCODE–
La abundancia de recursos de la post-pandemia también tiene sus puntos negativos, manifestados estos en corruptelas, avaricia, desperdicio y falta de planificación. Esos son los grandes males que deberán corregirse.
Los días previos a las elecciones han mostrado todos esos excesos: reparto de obra pública con capricho, abundancia de plazas fantasma y favoritismos, y no digamos corruptelas múltiples como la del Ministerio de Salud Pública, específicamente con el recién construido hospital de Chimaltenango, parcialmente financiado con fondos de Taiwán.
¿Qué nos depara en lo económico la segunda vuelta electoral?: la SAT sigue recaudando con abundancia, debido a la alta financiación de importaciones, que tiene como fuente el abundante flujo de dólares, calificados como «remesas del exterior». ¿Serán remesas?. Ello es un tema que abordaremos en un futuro reportaje de periodismo investigativo, posiblemente en este medio.
Miremos algunos indicadores de la abundancia: en una nota de Urías Gamarro, el periodista de Prensa Libre a quien el Banco de Guatemala más le facilita datos oportunos sobre la abundancia del circuito económico, titula su reportaje: «Reservas monetarias están en un nivel récord». Resulta ser así que de los casi 70 mil millones de dólares que amasa el istmo, incluyendo a Panamá y República Dominicana, Guatemala posee el 30%.
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Ello permite importar barato y alimentar el consumo y el Impuesto al Valor Agregado. Resulta ser que el Superman de la SAT, Marco Livio Diaz, estará llegando a una recaudación de ingresos brutos cercana o mayor a los Q.100 mil millones. De los ingresos tributarios brutos recaudados al mes de mayo, mas del 61% se concentran en pura y dura importación, consumo, la buena suerte de combustibles caros y el cúmulo de buenos carros –la minoría– y el montón de cacharros importados que circulan –de segunda mano, incluyendo los chicken bus–que, como bola de billar andan rebotando por puentes y barandas de poca monta, y ocasionando trágicos accidentes automovilísticos.
Tanto la clase política como la tecnoestructura del dinero han tenido suerte; mucha suerte. Y las elecciones bien nos muestran una abundancia de dádivas, dinero sobre la mesa, altos sueldos, innumerables plazas fantasma en el congreso e instituciones.
El acomodamiento ha obviado la reforma del Estado, y principalmente del servicio civil. Se sigue extrañando una buena legislación sobre contrataciones del Estado; además de una buena ley de aguas y de competencia de mercados. Y como corolario de ello, se carece de política industrial y agrícola. El sistema no las necesita porque la diáspora permite la mal llamada «resiliencia económica», según los perfumados economistas del establishment.
Si supieran ellos que están alimentando el llamado «mal holandés», que consiste en tan sólo ejercitar unos pocos músculos: los del comercio, el consumismo, el rentismo y la importación de bienes. Sin pensar en lo productivo, en la planificación y mucho menos en la política social. Veremos entonces si al tenor de las sorpresas de nuevos actores en la política estos temas se ventilan… y cómo se afrontan.
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