Esas misivas tienen el mérito de provenir de tu mano de maestro injustamente encarcelado por defender el agua y, con esta, la vida. Por ese medio te has pronunciado sobre tu propia situación de prisionero político y has descrito cada evento de colusión y de complicidad entre quienes te criminalizan y condenan a la cárcel el derecho a defendernos.
También has dedicado varios mensajes a situaciones del contexto nacional que nos afectan. Has apoyado las movilizaciones que reclaman la renuncia del actual ocupante del despacho presidencial, Alejandro Giammattei. Has hecho espacio a la memoria de las víctimas de graves violaciones de los derechos humanos. En tus cartas has apoyado a las funcionarias y a los funcionarios del sistema de justicia que sí cumplen su deber. Has sido solidario con los jueces y las juezas que han sido criminalizados por fallar en favor del Estado de derecho. Has extendido tu mirada de apoyo al digno fiscal Juan Francisco Sandoval Alfaro.
Con esas notas nos muestras cómo el que te hayan privado de libertad injusta e ilegalmente no te hace olvidar las exclusiones ni los graves males provocados por la corrupción y por la impunidad. Por eso me atrevo ahora a comentarte algunos temas que ocupan y preocupan a quienes, como tú, tienen en la mente y en el corazón a los colectivos y a los pueblos.
Entre tales hechos, esta semana destaca que el funcionario responsable de velar por que se cumpla la obligación del Estado de respetar y proteger los derechos humanos ha debido acudir al Congreso, concretamente a la Comisión de Derechos Humanos, para pedir los recursos necesarios para su función. En el encuentro, más que atender la petición del titular de la oficina del Procurador de los Derechos Humanos (PDH), Jordán Rodas Andrade, las diputadas y los diputados del pacto criminal menospreciaron la función de la entidad. A tal grado que Álvaro Arzú Escobar se atrevió a decir que el Ejército hace más por la sociedad que el PDH.
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Olvida este heredero de la criollada que el estamento militar aún no supera las condiciones que lo llevaron a cometer genocidio contra los pueblos indígenas. Al parecer, tampoco recuerda que miembros de esa institución le robaron a sus compañeros de armas los fondos de retiro al desfalcar por cientos de millones a dicha cartera. Tampoco tiene en la memoria que a esa entidad pertenecían los que entrenaron al criminal cartel de Los Zetas en las técnicas de ejecución y de tortura que ahora aplican otros carteles contra migrantes.
La viuda del abogado del genocida Efraín Ríos Montt, activa militante de los grupos antiderechos y autollamados provida, argumentó que el trabajo del PDH era un despilfarro. La diputada Patricia Marroquín de Palomo se guardó en el fondo de la mente los costos que nos representa pagar salarios inflados a diputados y asesores que no producen. También deja en el olvido el costo que nos representa pagarles celulares, combustible y alimentos en exceso tan solo por haber llegado a ocupar una curul gracias al sistema corrupto en el que participan.
Querido Bernardo, estos diputados han callado con cinismo cuando se denuncian los despilfarros que realizan desde el Ejecutivo, como el gasto que se anticipaba en la celebración del bicentenario de la criollada. Un derroche de recursos que deberían invertirse en mejorar las condiciones del personal sanitario de primera línea. Ese que ahora hace plantón frente a Casa Presidencial, precisamente para reclamar mejores condiciones de atención ante la pandemia, que en esta adolorida Guatemala amenaza con convertirse en endémica.
Esas gentes que miserablemente le regatean recursos a la defensa de derechos son las mismas que se regodean con quienes te han encarcelado. Son coyotes de la misma loma y cómplices de la élite depredadora que sostiene este sistema excluyente.
Desde el espacio que me es posible, acuerpo tu lucha por la libertad y respaldo tu demanda de protección de la vida y de los ríos. Recibo agradecida cada una de tus cartas y te pido que te cuides porque esperamos y luchamos también por que vuelvas a escribir en libertad.
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