La movida fue tan mal pensada que todo ello conllevó a un alto revuelo y a cada vez más crecientes amenazas de verdaderas protestas ciudadanas —tan temidas por las élites políticas y económicas—, lo que les recuerda con nerviosismo los movimientos de La Plaza en 2015.
Hoy la prospectiva anima a otros vuelos en el pensamiento, en las posturas y por supuesto a cambios en el periodismo de opinión. El tema de actualidad es sobre los retos y preguntas que se deben exigir a los dos contendientes de la segunda vuelta para el 20 de agosto. ¿Qué respuestas esperar de Sandra Torres y de Bernardo Arévalo?
De Doña Sandra lo primero que se me ocurre es indagar cuán coordinada se encuentra con su vicepresidenciable Romeo Guerra, un pastor cuyos servicios religiosos han sido parte del repertorio de Canal Antigua y de la red Conectados con Dios, transmitida a través de los dos grandes operadores Claro y Tigo.
Heredero de la Misión Cristiana Sión, Guerra es administrador de empresas por el Instituto Fissic-idea de la Universidad Galileo. En días recientes ha sorprendido por su ignorancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asemejando cada uno de ellos a ideas radicales y muy alejadas de su significado, acercándose así a las vagas ideas que sobre los mismos también externaba Zury Ríos, de la coalición que agrupaba lo que quedaba del efeerregismo y del arzuísmo.
Teniendo en cuenta lo vital que es la figura del Vicepresidente en la Constitución Política de la República, bien cabría imaginar cómo sería la dinámica entre Torres y Guerra a la hora de salir electos este próximo 20 de agosto.
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Por otro lado tenemos al binomio Bernardo Arévalo y Karin Herrera. En comparación, la pareja se observa más sintonizada, aún cuando los ojos de la opinión pública estarán puestos en cómo funcionan junto a su posible equipo de alto funcionariado en virtud de que la gente bien exclama: “A Sandra de sobra la conocemos”, pero el nuevo outsider tendrá que poner mucho los pies en la tierra porque él, su Vice y su equipo tendrán que enfrentarse a verdaderas maquinarias político-institucionales. Ninguno de los ministerios ni entes descentralizados son cosa fácil y la burocracia de turno sí que está contaminada de las más grandes patologías provenientes de los grupos a los que sirve.
Pero, ¿cuáles son los grandes desafíos de cara a la segunda vuelta y hacia el 2024?. Cuánto dinero y para qué fines es lo que está en juego, y esto es, a mi juicio, la razón de las grandes disputas y torpedeos que se observan en la actual carrera electoral. Los de la foto, tanto los grandes potentados como las élites y esperpentos políticos que mantienen, están realmente como la gran diabla. Primero, por la marcada derrota de los partidos favoritos de ellos —principalmente Vamos y Valor-Unionista—, y segundo, por la irrupción de Arévalo, sobre quien no se había focalizado para la descalificación, tan común en el rudo comportamiento de quienes dominan.
El desafío inmediato es el del desenlace del presupuesto de ingresos y gastos de la nación. Los próximos meses consistirán en su amarre total, por parte de quienes lo manejan, al punto que el 14 de enero ya estén bien colgados todos los candados que mantienen los grandes intereses. El desamarre deberá buscar inteligencia y holguras para formular y ejecutar programas que ayuden a la gente más vulnerable y necesitada.
No lo llena a uno nada de orgullo el saber que vivimos en uno de los países con el menor cociente intelectual del mundo. Que nuestros estudiantes tienen grandes lagunas no sólo en las complejas matemáticas y ciencias vinculadas con el acervo tecnológico, sino en la mínima comprensión de lectura. Tiene la mayoría tan bajo peso al nacer que, cuando ejecuta faenas diversas como las extenuantes labores agrícolas en las grandes plantaciones de la costa sur, hemos visto desarrollar una verdadera pandemia: la Enfermedad renal crónica no tradicional.
De una manera interesada, acorde con los intereses de las grandes farmacéuticas el Congreso de la República ha torpedeado hasta el momento una buena ley de trasplantes, y es por ello que la diálisis y la hemodiálisis no guardan la mínima relación regional con la necesidad de proceder al trasplante renal para mejorar la calidad de vida de jóvenes laborantes de la caña de azúcar que caen en la discapacidad a una edad temprana.
Estos simples datos y eventos son tan solo ejemplos paradigmáticos del desafío que se avecina.
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