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El libro fotográfico de recuperación de la memoria histórica en las Verapaces del fotógrafo James Rodríguez. Simone Dalmasso

Entrevista a educadora alemana: ¿Cómo enseñar del Conflicto Armado Interno en una cultura de miedo y silencio?

Para evitar los errores del pasado respecto a la educación de la historia y la educación ciudadana se debe evitar cualquier manipulación del estudiante.
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Entrevista a educadora alemana: ¿Cómo enseñar del Conflicto Armado Interno en una cultura de miedo y silencio?

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Sara Schmidt, educadora alemana, explica por qué es importante el aprendizaje de la historia reciente en la formación ciudadana.

Hablar del pasado, sus causas y sus efectos no hace más que causar resquemor y acentar las divisiones. Este 25 de febrero, como cada año desde 2004, Guatemala conmemora el Día por la Dignidad de las Víctimas del Conflicto Armado Interno, y en ocasión del acontecimiento hablamos con una educadora alemana que comparte su visión de por qué es necesario construir la metodología y tener material didáctico para enseñar el tema en las aulas.

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El 25 de febrero es un día significativo porque evoca el acontecimiento histórico cuando, en 1999, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico presentó «Guatemala: Memoria del Silencio», un informe con el recuento de las violaciones a los derechos humanos cometidos durante 36 años de guerra interna.

En 2004, el estado se comprometió a incluir la historia del pasado en el currículo de educación. En la actualidad los estudiantes de nivel básico y diversificado abordan el tema, pero apenas en unos cuantos periodos al año. Los ministerios de Cultura y Educación, que deberían promover la conmemoración de las victimas cada año y a nivel nacional, apenas incluyen el tema en sus agendas.

Sara Schmidt, educadora alemana con estudios en ciencias sociales y una maestría con enfoque en educación para la democracia, vivió cinco años en Guatemala, hasta 2019, como parte de un intercambio promovido por la Agencia Alemana de Cooperción Internacional (GIZ).

En su estadía pudo conocer las vivencias de docentes que trataban de incorporar la enseñanza del pasado en el aula, la mayoría de veces sin siquiera tener suficiente instrucción o materiales didácticos para hacerlo. En esta entrevista habla de la experiencia al acompañar el trabajo del Instituto Internacional de Aprendizaje para la Reconciliación Social (IIARS), que produjo material para la enseñanza.

A inicios de febrero impartió un taller a docentes convocados por la Editorial Piedra Santa, a quienes les distribuyeron guías, libros y afiches de forma gratuita. Schmidt expone su experiencia en Guatemala y en Alemania. Los y las estudiantes, dice, tienen derecho a conocer la historia, a discutir, analizar, tener acceso a fuentes, a no ser ideologizados ni adoctrinados. A crear un pensamiento crítico y entender la realidad.

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¿Por qué hay que hablar del Conflicto Armado, la paz y otros hechos del pasado en las aulas?

La enseñanza del pasado reciente tiene como objetivo evitar que vuelva a pasar, y porque los estudiantes tienen el derecho de conocer su historia para entender el presente, y cómo están las relaciones de poder ahora y los conflictos que siguen en la Guatemala de hoy.

¿Qué pueden hacer los maestros para incorporar la enseñanza del conflicto armado cuando hablar del pasado es motivo de división y conflicto?

Es una tarea difícil para los docentes en un contexto todavía marcado por el silencio, el miedo y las mismas tensiones de antes. También es difícil porque en Guatemala todavía no existen muchos documentos didactizados en longitud y complejidad para los estudiantes. Por ejemplo, el informe de la Comisión del Esclarecimiento Histórico, discursos políticos de la época, artículos de prensa, entrevistas con testimonios o interpretaciones de historiadores.

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Por esa razón, los docentes tienen que armar alianzas entre ellos y trabajar con lo que tienen, usar fuentes primarias, pero no solo documentales, sino también hablar con personas de la comunidad y aprender de la diversidad de las memorias locales. Esto coincide con uno de los objetivos en los proyectos del IIARS, que los estudiantes empiecen a plantear preguntas sobre el pasado reciente al romper el silencio en las familias.

Me comentaron que usted apoyó la incorporación de la enseñanza del Conflicto Armado en el currículo educativo en un proyecto con el IIARS. ¿Qué fue lo que encontró al iniciar su trabajo y cuáles fueron sus aportes?

EL IIARS desarrolló estrategias y metodologías que se publicaron en distintos materiales y había experiencias con la implementación en distintos departamentos, como Quiché, Alta Verapaz y Chiquimula. Lo que me sorprendió era el cuidado con el que se tenía que tratar la temática y el miedo de hablarlo entre docentes y que, al parecer, ciertas cosas no se podían decir tan fácilmente, o tal como eran.

Lo otro que me sorprendió fue la falta de apoyo institucional. Todo lo que se estaba haciendo en el sistema educativo era por iniciativa de la sociedad civil, que básicamente no reciben fondos estatales.  Y luego, que los materiales como libros de texto que los docentes tenían a mano, básicamente no incluían ni las causas estructurales e históricas que causaron el Conflicto Armado Interno.

¿Podría compartir alguna experiencia con docentes y estudiantes?

Acompañé al equipo del IIARS al Quiche y a Alta Verapaz, en donde ya habían implementado cursos con docentes y donde luego también trabajamos con los docentes en el aula. Siempre había momentos difíciles, con historias personales y memorias dolorosas, pero constatamos en todos lados que había un interés y una voluntad inmensa respecto a la pregunta, ¿cómo podemos hablar y enseñar a las y los estudiantes sobre qué pasó aquí?

Con estudiantes de la Escuela de Historia, de la Universidad de San Carlos, llevamos a cabo una secuencia didáctica con las preguntas históricas ¿por qué razón Estados Unidos intervino en el Conflicto Armado Interno? ¿Fueron más razones económicas o políticas? Les brindamos una variedad de fuentes, un discurso de Jacobo Árbenz, y otros documentos. El trabajo de grupo tuvo discusión al final, y la idea era que se formaran un juicio basado en hechos, teniendo en cuenta las diferentes versiones y determinar cuáles eran las fuentes y el trasfondo que tenían. Eso es más significativo que si solo decimos que en Guatemala hubo genocidio. Eso no ayuda y no crea aprendizaje, tampoco crea competencias de diálogo y de discurso constructivo y, por ende, competencias para la convivencia pacífica.

El Ministerio de Educación publicó en 2017 un acuerdo ministerial con el que creó la Estrategia Nacional de Formación Ciudadana, en la que se plantea la creación de material de apoyo para docentes y alumnos. ¿Qué impacto puede tener esto en el sistema educativo?

La estrategia ha sido un gran logro, sobre todo de las organizaciones de la sociedad civil organizadas en la Mesa Técnica de Educación para la Paz, la Memoria Histórica y los Derechos Humanos. Sin embargo, hay una brecha entre el acuerdo ministerial y las acciones concretas para que este se haga realidad en las aulas del país.

¿Cómo lograron incorporar la enseñanza del pasado en el sistema educativo alemán?

Tras la derrota del régimen nazi, en las escuelas se tenía que hacer tabula rasa. La reconstrucción del sistema escolar y de los currículos escolares se realizó bajo la observación y vigilancia de los aliados, sin embargo, en las primeras décadas después de la guerra y el holocausto, en las escuelas hubo un silencio total sobre esta temática. Con el empuje de la política de los Estados Unidos fue creado el Centro de la Educación Cívica Federal y los Centros de Educación Cívica en las regiones, con el fin de establecer una educación democrática.

Ahí, los estadounidenses tenían  todavía su propio interés en la educación anticomunista. En tanto que en las escuelas seguía una gran agitación sobre el cómo se debería a empezar a hablar sobre la crueldad, la lesahumanidad y el racismo del pasado reciente. En los años 60 empezó un debate a nivel de pedagogos, filósofos, educadores y  científicos, politólogos e historiadores, sobre los conceptos para la educación ciudadana y la educación histórica. Los debates de aquel entonces todavía nutren las discusiones actuales sobre refortalecimiento de la política contra el racismo.

¿Cuál fue el resultado de esos debates?

La exigencia de la no repetición de lo sucedido en Auschwitz (el campo de concentración y exterminio) se trasladó a la práctica de la formación ciudadana y la enseñanza de la historia, y  es la base para la repetitiva demanda de una educación que fortalece y fomenta un juicio crítico, ético y autónomo. Un enfoque para educar a estudiantes que utilizan su propio razonamiento y los prepara para (evitar) cualquier adoctrinamiento ideológico  y populismo.

En la charla que dictó a docentes hace unos días, usted mencionaba que la enseñanza no debía caer en la imposición de ideologías o adoctrinamiento. ¿Cómo evitarlo y cómo identificar si llega a ocurrir?

Bueno, para evitar los errores del pasado respecto a la educación de la historia y la educación ciudadana se debe evitar cualquier manipulación del estudiante. La voluntad de interactuar, para promover el cambio en la sociedad y de alejarse de intereses, solo puede ser a través de analizar los conflictos sociales desde una reflexión crítica del poder público y los distintos intereses incorporados.

Para educar en este sentido es indispensable tomar los conflictos sociales e históricos como materia para la educación ciudadana. Es decir, los temas que hacen surgir emociones y sentimientos intensos y dividen a la sociedad, con tendencia a generar sospechas públicas, indignación o preocupación entre alumnado, familiares, líderes sociales y religiosos, autoridades públicas, o profesores y profesoras.

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¿Cómo hacerlo metodológicamente?

Un estándar de la metodología de historia y ciencias sociales es la creación de una pregunta que permita empezar el análisis de distintas fuentes primarias y secundarias. Estas fuentes deben llevar las perspectivas necesarias para entender de manera más completa un conflicto o un aspecto de una historia polémica.

Luego, los estudiantes pueden utilizar las fuentes como punto de referencia en los debates y discusiones para fortalecer su argumento. Así pueden salir del círculo de simplemente repetir polémicas y discursos que han escuchado. Esta estrategia puede abrir una vía para comunicaciones y discusiones más significativas entre estudiantes y docente en el aula. En Alemania este abordaje también se hace fuera del aula.

¿Cómo?

Hay bastantes organizaciones de la sociedad civil que hacen proyectos que llevan una oferta de abordaje de esta temática y que hacen posible un aprendizaje de la historia y del pasado reciente y de la memoria histórica en el ámbito público. Estás asociaciones reciben fondos del Estado para incorporar en sus actividades estrategias contra el extremismo, la discriminación y el abordaje de la memoria, y hacerlas atractivas para el ciudadano común.

Luego está todo el financiamiento que tiene los museos de historia. Solo por mencionar uno, el Centro Ana Frank con el museo y su exposición móvil que camina de ciudad en ciudad y de escuela en escuela. Pero no cabe duda de que en Alemania a diario nos encontramos con discursos discriminatorios, porque en nuestro contexto existe cierto tipo de racismo y la educación tampoco lo puede resolver todo.

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