Consuelo Porras y Rafael Curruchiche se erigen hoy como sicarios proveedores efectivos de impunidad, serviles y alcahuetes de corruptos y criminales.
La comparación de la gestión de Juan Francisco Sandoval al frente de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) con la del actual Fiscal, Rafael Curruchiche, es una vergüenza nacional. Además, un escándalo internacional, claramente reflejado en la inclusión en la denominada lista Engel, tanto de Curruchiche como de Consuelo Porras, Fiscal General y jefa del Ministerio Público (MP).
Es una historia de cómo Guatemala ha transitado de la esperanza por algún día tener un sistema de administración de justicia que funcione bien, con jueces, fiscales y demás operadores, probos íntegros e independientes, a una agencia vendedora de impunidad al servicio de corruptos y criminales. Raya en lo inaudito que Porras y Curruchiche actúen como sicarios serviles de pandillas como la Fundación Contra el Terrorismo, que no tiene empacho en reconocerse como una organización de ultra derecha, pro militar, mentirosa y agitadora. Por algo, también figuran en la lista Engel. Hoy, la amarga realidad de Guatemala es que esos operadores de justicia íntegros e independientes, están en el exilio o enfrentan persecución penal espuria.
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Una de las líneas de acción más peligrosas de esta FECI de Porras y Curruchiche es perpetrar violaciones a derechos fundamentales y garantías constitucionales, como la libertad de organización y de libre expresión del pensamiento. El más reciente y grave, sin duda, es el ataque en contra del medio elPeriódico, como una represalia descarada e infantil por sus publicaciones en las que ha denunciado los excesos de Luis Miguel Martínez Morales, alias Miguelito, que con los mimos del presidente Alejandro Giammattei, se ha posicionado como uno de los principales estamentos del poder corrupto y criminal.
También de la mayor gravedad son las acciones para entorpecer, o descaradamente cerrar, los procesos judiciales que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y la FECI de Juan Francisco Sandoval lograron emprender en casos de alto impacto y de gran corrupción. Además de la persecución penal espuria en contra de los jueces y fiscales a cargo de estos casos, la FECI de Curruchiche ahora busca anular los convenios de colaboración eficaz que permitieron testimonios que son aportes indispensables para conocer la verdad y hacer justicia.
Es un verdadero insulto a la inteligencia de la ciudadanía que Porras y Curruchiche se estén empeñando en anular los convenios de colaboración eficaz de pícaros como Juan Carlos Monzón, ex secretario privado de Roxana Baldetti y Salvador Estuardo González, alias Eco, quienes, con tal de salvar su pellejo, declararon con lujo de detalle cómo operó la corruptela que dirigieron Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. ¿Qué es lo que concluirán esos procesos judiciales? ¿Que Pérez Molina, Baldetti y toda su gavilla ahora son inocentes, que la ciudadanía nos debemos disculpar con ellos y hasta erigirles monumentos por sus contribuciones a la patria?
Me angustia pensar que más temprano que tarde llegaremos a ese vergonzoso punto, y que la ciudadanía continuará apática, como si fuese ajena a lo que el MP y la FECI hagan y deshagan. Que Porras y Curruchiche continuarán haciendo sus fechorías, con un cuero de danta en el que resbalan y rebotan posturas y protestas, que por no ser masivas, les tienen sin cuidado.
Así, esta FECI de hoy, una Fiscalía Especial más Conveniente que Contra la Impunidad, continuará demostrando que en Guatemala el corrupto, narco y tramposo gana, y que el honesto, independiente e íntegro, pierde, enfrentando persecución penal espuria, el exilio, y me temo, muy pronto, el asesinato.
En este contexto, vaya proceso electoral el que se avecina.
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