Si lo aseverado por Giammattei tiene una cuota de verdad, ojalá se deba a un grupo reducido y aislado de empresarios torpes o inescrupulosos, y que la mayoría tenga la valentía y honradez de demostrar la diferencia entre empresario y corrupto o mafioso.
El sector empresarial organizado debería ser prudente y aprender de sus errores recientes con relación al apoyo que le brinda al gobierno de turno.
Cada vez es más notorio el giro agresivo de la propaganda gubernamental, con peroratas demagógicas cada vez más frecuentes del presidente Giammattei, en las que alardea de «hitos históricos» y supuestos logros. La situación recuerda cuando, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el Doctor Joseph Goebbels, tristemente célebre ministro ...
El sector empresarial organizado debería ser prudente y aprender de sus errores recientes con relación al apoyo que le brinda al gobierno de turno.
Cada vez es más notorio el giro agresivo de la propaganda gubernamental, con peroratas demagógicas cada vez más frecuentes del presidente Giammattei, en las que alardea de «hitos históricos» y supuestos logros. La situación recuerda cuando, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el Doctor Joseph Goebbels, tristemente célebre ministro de propaganda de la Alemania nazi, difundía noticias falsas sobre supuestas victorias alemanas, mientras el pueblo vivía la cruda realidad: ciudades aplastadas día y noche por los bombardeos, muerte e iniquidad.
Aparte de su círculo cercano, de los fanáticos religiosos que no tienen escrúpulo alguno para forrarse de dinero bajo las causas de «la vida y la familia», y de los grupos cada vez más grandes y fuertes de corruptos, traficantes de drogas y de personas, me pregunto si habrá alguien en Guatemala que en su sano juicio y honestamente le crea a Giammattei sus peroratas. ¿Cuántos y qué alemanes le creían a Goebbels en 1945, cuando su experiencia diaria era un país en ruinas y era evidente que habían perdido la guerra? Hasta en la Alemania nazi la efectividad de las mentiras y la demagogia tuvo un límite.
Con estas reflexiones en mente es que una de las aseveraciones que Giammattei hizo la semana pasada debe llamar la atención y ser analizada con cuidado. Fanfarroneó diciendo que el suyo es el gobierno que más apoyo ha tenido de los empresarios. Una posibilidad es que esta sea una más de sus mentiras, exageraciones y tergiversaciones (a lo Goebbels) y allá el tonto que la crea.
Pero otra posibilidad, muchísimo más peligrosa, es que tenga una cuota de verdad y esto no debe descartarse de entrada. En el pasado, grupos de empresarios (no todos por supuesto), se han equivocado garrafalmente cuando han apoyado a gobiernos corruptos.
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Ocurrió cuando sectores importantes del empresariado organizado apoyaron al régimen de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti, a Alejandro Sinibaldi cuando pretendía ser candidato presidencial y luego apoyaron también al desastroso gobierno de Jimmy Morales, y por ello es muy probable que ahora lo estén haciendo con Giammattei. En este caso, sería una torpeza reiterada, o una demostración más de pragmatismo inescrupuloso: motivados por obtener algún privilegio o tratamiento preferencial que incremente sus ganancias, poco les importa apoyar a un presidente mentiroso, mafioso y ladrón.
Al margen de la ciudadanía honesta y consciente que rechaza a un gobernante mentiroso y corrupto, la historia nos enseña que estas son circunstancias propicias para que grupos oportunistas y proclives a pragmatismos inescrupulosos busquen beneficiarse de manera egoísta. Es gracias a estos malos empresarios que las dictaduras, de todo tipo, de izquierda y de derecha, continúan surgiendo, crecen y perduran.
Si lo aseverado por Giammattei tiene una cuota de verdad, ojalá se deba a un grupo reducido y aislado de empresarios torpes o inescrupulosos y que la mayoría tenga la valentía y honradez de demostrar la diferencia entre empresario y corrupto o mafioso. Como lección muy dura para el sector empresarial organizado, algunos de sus operadores están o han estado presos, o están siendo perseguidos penalmente o enfrentan juicios por haberse dejado seducir por el pragmatismo inescrupuloso de apoyar a un gobierno que sabían era corrupto.
Es evidente que el sector empresarial organizado de Guatemala ya no tiene el poder que ostentó y ejerció en décadas pasadas, pero sigue siendo un estamento importante. Y como tal, tienen la obligación de usar esa cuota de poder con dignidad y honestidad.
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