Hecho este reconocimiento, resulta interesante preguntarse por qué despertó entusiasmo y fue compartido extensamente en redes sociales. Es decir, vale la pena analizar cuál es la fuerza en el mensaje emitido por el deportista y las razones de su impacto.
En primer lugar, la verdad de lo que dijo. Lo dice de forma suave y sin aspavientos, pero el contenido es muy claro y directo. Hizo referencia a problemas sociales que se han agudizado en los últimos años: salud, educación, seguridad. ...
Hecho este reconocimiento, resulta interesante preguntarse por qué despertó entusiasmo y fue compartido extensamente en redes sociales. Es decir, vale la pena analizar cuál es la fuerza en el mensaje emitido por el deportista y las razones de su impacto.
En primer lugar, la verdad de lo que dijo. Lo dice de forma suave y sin aspavientos, pero el contenido es muy claro y directo. Hizo referencia a problemas sociales que se han agudizado en los últimos años: salud, educación, seguridad. Casi todo el mundo estará de acuerdo en que las condiciones del país están peor que hace algunos años, y los indicadores disponibles respaldan esta opinión. Es el día a día de la gente. Sin embargo, la verdad sola no alcanza. Hay mucha gente que constantemente opina de forma similar, y su mensaje no alcanza el impacto que tuvo el breve discurso de Vega.
En segundo lugar, la oportunidad y la valentía de decirlo en un contexto determinado. Lo dice en un evento público y que recibe atención mediática. Además, lo dice estando presentes los destinatarios evidentes del mensaje: las autoridades. Lo dice a la par del presidente Jimmy Morales y del vicepresidente Jafeth Cabrera. En el encuentro están también Álvaro Arzú Escobar y Consuelo Porras, así como los mismos organizadores del evento. Apela directamente a las autoridades y a su responsabilidad por la situación del país.
En tercer lugar, la legitimidad de quien lo dice. En su presentación, el mismo Vega reconoce su lugar como deportista mundialmente reconocido y su adscripción positiva a la nacionalidad guatemalteca. En efecto, es un deportista reconocido, apreciado y famoso. Esto les permite una mayor resonancia a sus mensajes.
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Sin embargo, aquí quisiera hacer una observación crítica. Como en los casos del creador de Duolingo, Luis von Ahn, o del cantante Ricardo Arjona, el impacto de lo que dicen es particularmente fuerte porque representan modelos de éxito de acuerdo con los parámetros sociales. Jorge Vega es un reconocido deportista, Von Ahn un reconocido empresario y Ricardo Arjona un reconocido cantante [1]. El punto sobre el que quisiera llamar la atención es que existen otras voces autorizadas para ejercer la crítica, pero que se pierden porque los emisores no gozan del prestigio de estos modelos de éxito [2]. Tanto en las redes sociales como en las protestas por la corrupción que ocurrieron existen y han existido críticas y demandas igualmente contundentes y claras.
Finalmente, hay otro punto que puede ser destacado. Jorge Vega asume un lenguaje que es el propio del contexto del evento y que, por ejemplo, Jimmy Morales ha usado insistentemente en su presidencia. Es un lenguaje religioso que apela a la justicia divina y que cita la Biblia. En un país religioso, este es un factor que simplemente no se puede obviar. Más allá de que nos guste o no nos guste, la religión es una fuerza social que estructura la sociedad y que se utiliza principalmente de forma conservadora. Por el contrario, el mensaje de Vega muestra el potencial crítico que puede tener [3].
* * *
[1] Por cierto, Arjona no se ha pronunciado sobre la crisis y el proceso de lucha contra la corrupción con la claridad y contundencia de Von Ahn y Vega.
[2] Este punto ha de tomarse con cuidado. Es de agradecer que Vega y Von Ahn se pronuncien críticamente en la coyuntura. Eso no se discute. Lo que se pretende señalar es que existen voces y opiniones disidentes que no circulan con tanta fuerza. Es decir, hay limitaciones comunicativas en cuanto a posición social, en función de variables tales como riqueza y poder.
[3] Reconozco lo complejo del tema. Por un lado, el Estado guatemalteco es laico y debería respetarse dicha condición. Pero no es así. Ciertos componentes religiosos impregnan el funcionamiento estatal y social, por lo que no se puede dejar de tomar en cuenta. En las condiciones existentes, un ataque frontal contra los abusos religiosos es políticamente inefectivo o solo para convencidos.
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