La imagen es casi mística. La de la voz de un ángel subversivo, sin decoro y sin pureza que les habla a las mujeres acerca de la gestación de un grito, de un espíritu de rebeldía, de un sueño, de un camino que hoy, 50 años después, se sigue transitando en soledad y en colectivo. La poeta: Ana María Rodas. El libro: Poemas de la izquierda erótica. Un poemario que parece transitar, con un lenguaje sencillo, directo, conversacional y a ratos violento, a lo largo de varias estaciones que van desde el autorreconocimiento, la presencia femenina en el campo de batalla emocional, la enunciación y apropiación del deseo, el oficio de poeta y la denuncia de un sistema injusto, patriarcal, dentro de los grupos de izquierda que, a su vez, estaban luchando contra otro sistema también lleno de injusticias.
En ese principio fue la mujer frente al espejo, otro espejo, en el que parece poder verse a sí misma con detenimiento. Frente a su propia imagen empieza a reconocerse, a nombrarse, a tomar conciencia, en voz alta, muy alta, de lo que es frente a la sociedad que habita, de lo que le han impuesto, de lo que no ha cumplido. Frente a ella aparece el reflejo de su cuerpo, pero también de sus emociones, las prohibidas, las que dicen que se deben esconder. Ella las nombra, se nombra sin titubeos, se despoja de la falsa virtud, asume el fingimiento y lo delata, le abre la puerta interna a la violencia y queda frente a ese espejo una mujer sin disfraz, desnuda, de otra manera, pero desnuda. Renacida.
Afuera el mundo sigue siendo el mismo. El mundo inmenso, pero también el doméstico: ese cuadrilátero en el que bailan la danza de los días los hombres y las mujeres en una lucha regularmente perdida en contra de la deshumanización, del utilitarismo sexual, reproductivo y de servicio. Empieza de esta manera otra batalla, la de la mujer y su propio interior, una batalla en contra de la sensibilidad, una invocación de la rabia.
La poeta se dispone a empalabrar el cuerpo que está diseñado socialmente para esconderse. Se apropia del deseo, cuyo derecho parece estar monopolizado, le da su lugar al instinto que prefieren mantener en negación y se asume, se nombra, deseante, cuerpo, mujer. Y así, nombrándose y reafirmándose se apropia también de su fuerza, de su poder: «Cuando muera, si es que muero…», dice con la contundencia y claridad que le regala el reconocerse también poeta en medio de la rutina doméstica, en medio de los señalamientos que le gritan: «eso no es poesía», de las explicaciones no pedidas acerca de cómo se debe escribir, de qué es un poema. Y frente a eso reafirma su potestad de hacer lo que se la da la gana, de pararse en la cima de su honestidad y decir las cosas con voz propia.
Su poesía se convierte entonces en una denuncia, en un señalamiento directo de la existencia de un sistema opresor, de otro tipo de tiranía dentro de la cotidianidad doméstica de aquellos que luchan en ese momento en contra de la opresión del sistema político. Su poesía se convierte en la subversión dentro de la subversión. Una lucha en contra de la violencia del sistema patriarcal dentro de la lucha en contra del sistema político.
Y desde la rabia surge entonces el llamado hacia las otras mujeres que avizoraban desde ya el sueño de la liberación, el camino abierto hacia ella. Un sueño por el que hoy siguen luchando generaciones que parecen haber heredado esa fuerza inicial, esa voz que no tiembla, que hoy se multiplica y se reconoce cuerpo colectivo. Los Poemas de la izquierda erótica de Ana María Rodas fueron las primeras palabras lanzadas contra el escándalo que asoma a los rostros de los conservadores de doble moral. Su fuerza tiró el primer muro, abrió el camino, ese por el que hoy seguimos avanzando.
Una edición conmemorativa de los 50 años de Poemas de la izquierda erótica está ya gestándose en los talleres de Parutz’ Editorial. Esta incluirá algunos textos a cargo de escritoras que han vuelto a acercarse a los Poemas y a repensar su vigencia y su importancia en el marco de este aniversario.
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Parutz’ Editorial es un proyecto kaqchikel a cargo de los escritores Liliana Chamalé Patzán, Miguel Ángel Oxlaj y Pablo Sigüenza. El nombre de la editorial, que surgió durante la pandemia, significa «flor de muerto» y lleva ya ocho títulos en su catálogo. El primero fue un poemario titulado Si vuelves y no estamos, que incluye 43 textos que piden la aparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, escrito por la maestra, feminista y poeta mexicana radicada en Guatemala, Gabriela Miranda. El más reciente es un libro de cuentos breves de Jonatan Rodas titulado Itinerarios bestiales. Entre el primero y el último aparece Lienzo de fuegos, la compilación de 73 cuentos cortos sobre violencia de género, escritos por mujeres que participaron en la convocatoria abierta lanzada por la editorial.
La edición conmemorativa del libro de Ana María Rodas vuelve a poner sobre la mesa una lucha y una voz que sigue haciendo eco en la experiencia y el anhelo de muchas mujeres que siguen luchando en contra de una sociedad, esta, que ha hecho de la opresión una tradición, una herencia, una institución.
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Otros títulos de Parutz’ Editorial:
Salir del engaño. ¿200 años? ¡Nada que celebrar! / Varios autores y autoras.
Me verás bailar bajo la lluvia / Ada Valenzuela
Esa niña tiene pensamientos de sicario / Ruth Vaides
El amanecer Maya / Pablo Sigüenza y Carolina Noj
Atizar la memoria (tres obras de teatro) / Luis Carlos Pineda
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