La colonia alemana que arribó a Guatemala en el siglo XIX encontró, en las selvas agrícolas del país y en las bases de un Estado nacional en construcción, las condiciones naturales y los privilegios necesarios para iniciar rápidamente sus negocios y operaciones con el objetivo de acumular capital. Los alemanes beneficiados por la expropiación estatal de propiedad comunal a los indígenas se convirtieron en grandes propietarios de fincas cafetaleras y lograron de esta forma instalarse dentro de las élites guatemaltecas que constituían la clase dirigente y ostentaban el poder económico, cuya visión era ordenar y organizar el Estado para la protección y el fomento de sus intereses.
Los alemanes radicados en Guatemala jugaron un rol fundamental en el proyecto de las élites, que giraba en torno a una política autoritaria y a la producción, la comercialización y la expansión del sector primario de la economía. Su labor fue principalmente posicionar el café en el régimen de exportación para que fuera el vínculo de Guatemala con el mercado mundial, desarrollar el sistema de comunicaciones inmediato (ferrocarril alemán) y diversificar el sector primario, para lo cual fueron emprendedores con la producción y la exportación de cardamomo, miel, algodón y pimienta. El trabajo de los alemanes como propietarios les permitió tener capacidad de ahorrar capital que luego invirtieron en la compra de selvas, cuyas extensiones de tierra convirtieron en plantaciones cafetaleras.
El éxito alemán en profundizar el modelo agrícola, sustentado primordialmente en la expansión cafetalera, se debió a que los alemanes eran buenos administradores y los indígenas los trabajadores perfectos. Con la llegada de los alemanes se configuraron relaciones semicapitalistas, y ya no estrictamente coloniales, entre propietarios y trabajadores, basadas en un sistema de pago por recompensas que tuvo su mayor expresión en la ley de vagancia decretada por Jorge Ubico. La colonia alemana ha sido muy unida, con estrechos lazos de solidaridad y respeto, que van desde la cooperación en negocios hasta el reconocimiento público y privado de los logros de las viejas familias alemanas y de otras familias de la colonia.
Al principio, la colonia alemana constituyó un círculo cerrado, que solo permitía la reproducción entre alemanes. Pero el mestizaje entre alemanes, indígenas y ladinos finalmente se dio y puso fin a esa conservación exclusiva del origen étnico. Sin embargo, el mestizaje alemán-indígena no significó necesariamente movilidad social para los indígenas, por mucho que los alemanes integraran los sectores medios y altos de la estratificación social. La movilidad vía el matrimonio no fue una regla social, ya que había reproducción, pero no casamiento, lo cual resulta curioso si se considera que la colonia alemana, conservadora y mayoritariamente católica, habitaba un país con estructuras sociales e institucionales igual de o más conservadoras. Sin duda, el racismo a flor de piel impedía que los alemanes formalizaran una relación amorosa con indígenas, al menos durante el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX.
A partir del siglo XIX, Guatemala se convirtió en un espacio clave para los intereses económicos alemanes, lo cual los ha llevado a ocupar cargos públicos y en las cámaras organizadas del sector privado, de modo que han influido en el rumbo de la economía nacional. Han reinvertido capitales y en la actualidad han mantenido el negocio del café, pero también han incursionado en otras áreas de la economía, desde el mercado automovilístico hasta la industria manufacturera. Pero su condición de integrantes de las élites tampoco ha permitido que desarrollen una visión más capitalista del siglo XXI, por lo que muchas veces guardan una mentalidad empresarial y política del siglo XIX. Muchos añoran dictaduras, mano dura, hombres fuertes y la necesidad de un sistema basado en el miedo para establecer orden y disciplina. Visualizan al indio como fuente de riqueza si es bien explotado, pues de lo contrario es un obstáculo para el desarrollo. Mantienen una lógica paternalista que abandera la educación del indio, saber manejarlo y occidentalizarlo. Todo esto, bajo la lógica de que sean ellos (los indios) los que se ganen sus derechos humanos de forma progresiva para que sean valorados.
La época en la que llegaron los alemanes (siglo XIX) y las condiciones antidemocráticas y antiestatales que encontraron y que son particulares de países de enclave, así como la cultura de conservación y reproducción que los alemanes han guardado respecto a la formación racista, elitista, autoritaria y nacionalista de sus antepasados inmediatos que llegaron al país, explican por qué aún persiste la mentalidad colonial, la visión conservadora y de superioridad racial de la colonia alemana en Guatemala, principalmente en aquellos que integran las élites guatemaltecas y que han antepuesto la protección de intereses privados y sectoriales al desarrollo integral del Estado. La configuración y el comportamiento de la colonia alemana permiten comprender aún más las estructuras políticas y económicas del país, ya que los alemanes han sido parte de la construcción y el desarrollo del Estado guatemalteco: han gobernado, han administrado asuntos públicos y han sido parte del control de la economía nacional para la acumulación privada de capital.
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