Continuaremos con el análisis de la iniciativa 6283 Protección de obtenciones vegetales (la Iniciativa), que inició lasemana pasada.
Aunque resulte muy difícil, debemos hacer un esfuerzo por despolitizar el tema y ser objetivos. Busquemos el entendimiento desde bases científicas, económicas y sociales, sin beneficios que sean excluyentes de otros actores.
Aunque resulte muy difícil, debemos hacer un esfuerzo por despolitizar el tema y ser objetivos. Busquemos el entendimiento desde bases científicas, económicas y sociales, sin beneficios que sean excluyentes de otros actores.
Este no es un análisis exhaustivo, intenta señalar puntos que dejan dudas o que requieren ampliación y una discusión entre especialistas. Empecemos.
En la sección de considerandos no se mencionan usos aparte del agrícola (como los industriales o medicinales, que sí se mencionan en el Convenio Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales –Convenio UPOV– versión 1991. Esto traerá controversias fundamentadas porque el tema no concierne únicamente al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga) sino a otros sectores de gobierno (no debe dejarse fuera al Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN). Está muy mal que con tal de dejar esto únicamente en el ámbito del Maga se haya excluido a actores importantes del Estado y de la sociedad civil.
Aunque en esa sección se habla de «Mejoramiento histórico continuo por mediación de poblaciones ancestrales» de algunos cultivos (ejemplos: maíz, frijol, güicoyes o calabazas), se ignora absolutamente el valor científico del mejoramiento de las plantas (fitomejoramiento) por los pueblos originarios, negándoles derechos sobre su trabajo (estabilización y mantenimiento de las cualidades genéticas deseadas en las plantas). Por ejemplo, se fijaron características como altura de la planta, tamaño de mazorcas, sabor, resistencia a algunas enfermedades, adaptación climática y muchas otras cosas que no reconocemos porque simplemente llevamos las cosas al plato y ya. Todo eso no fue casualidad ni evolución, hubo intención y trabajo de selección y exclusión de semillas durante muchas generaciones. Recordemos que el maíz, como ejemplo, no se dio espontáneamente en la naturaleza. Los ancestros trabajaron por muchísimos años para pasar del teocinte al maíz. Si vemos hoy ambas plantas, nadie diría que son parientes genéticos y mucho menos que una es precursora de la otra. Así de valioso para la humanidad fue el aporte del maíz. Tienen que ver este video:
Pero la Iniciativa solo hace una mención protocolaria de lo anterior y luego hace algo muy criticable, que veremos luego de citar al ya mencionado Protocolo de Nagoya, ratificado por Guatemala el 18 de junio de 2014 y deshonrado en la Iniciativa. «Este Convenio es el único instrumento internacional que aborda de manera exhaustiva la diversidad biológica. Los tres objetivos del Convenio son la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de recursos genéticos». Si el Convenio UPOV es para proteger los «derechos de autor» de los mejoradores de plantas, el Protocolo de Nagoya es más amplio (e igualmente vinculante). Esto añade:
«Reconociendo la importancia de los recursos genéticos para la seguridad alimentaria, la salud pública, la conservación de la diversidad biológica y la mitigación del cambio climático y la adaptación a este… Reconociendo la interdependencia de todos los países respecto a los recursos genéticos para la alimentación y la agricultura, así como su naturaleza especial e importancia para lograr la seguridad alimentaria en todo el mundo y para el desarrollo sostenible de la agricultura en el contexto de la reducción de la pobreza y el cambio climático…».
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Y esto dice el artículo 5:2 del dicho Protocolo: «Cada Parte adoptará medidas legislativas, administrativas o de política, según proceda, con miras a asegurar que los beneficios que se deriven de la utilización de recursos genéticos que están en posesión de comunidades indígenas y locales, de conformidad con las leyes nacionales respecto a los derechos establecidos de dichas comunidades indígenas y locales sobre estos recursos genéticos, se compartan de manera justa y equitativa con las comunidades en cuestión, sobre la base de condiciones mutuamente acordadas».
¿Y qué hace Guatemala para honrar ese compromiso? Nada. Lo viola, porque la iniciativa 6383 declara la expropiación y nacionalización (sí, eso que solo hacen los comunistas violadores de las libertades civiles y económicas) del germoplasma originario de nuestro territorio, producto de la evolución biológica y del fitomejoramiento por los pueblos ancestrales. A ellos no se les da participación alguna a pesar de los convenios internacionales.
Luego aparece el cinismo y los intereses individuales: la expropiación y nacionalización sirve para que personas individuales y empresas inicien el registro privado de los recursos con fines de explotación empresarial. No pagarán derechos a Guatemala, solo deben registrar lo que les interesa (volveremos a este punto para no desviar la atención del despojo y pérdida de soberanía sobre nuestros recursos fitogenéticos con tal de facilitar negocios privados). De un plumazo anula los derechos del país y de los fitomejoradores y conservadores de los recursos genéticos (que son únicos y no se encuentran en ningún otro país) pero autoriza la apropiación privada para que quien quiera usarlos tenga que pagar.
Seamos claros: el uso de variedades mejoradas no es nada nuevo, se hace desde el siglo pasado y ha sido muy importante para alimentar al mundo. Empresas multinacionales semillistas han creado variedades y han vendido las semillas, particularmente a productores comerciales. Estas variedades no son útiles en la agricultura familiar porque requieren insumos que no están disponibles ni al alcance de esos productores. Una semilla de maíz criollo puede producir en un buen año unos 40 quintales por manzana de terreno, pero una variedad mejorada puede pasar de los 150. No nos oponemos a eso, pero no es posible que mientras Guatemala y los pueblos que resguardan y protegen la diversidad biológica no obtienen ningún beneficio, cualquiera podrá apropiarse de los recursos gracias al Maga y hacer que todo el mundo les pague «derechos de autor».
¿Nos vemos la semana próxima?
Byron Ponce Segura
Autor
Byron Ponce Segura
/ Autor
Ciudadano del mundo con nacionalidad guatemalteca e identidad latinoamericana. Cambia un asiento VIP por una buena compañía en la fila de atrás. Piensa que quien se cree amigo de todos no tiene ni un solo amigo y que la revolución es un acto perenne de empatía.
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