Por décadas hemos sido insultados, vilipendiados y utilizados para servir de escalera a los más espurios intereses de personas incompetentes, buenos para nada y, como tal, muñecos de ventrílocuo que cada cuatrienio nos montan sus patrones llevándonos a un estado de ignominia y deshonra donde ser personas correctas implica nadar a contracorriente.
Cada cuatro años hemos tenido que escoger entre el candidato menos peor. Llegan a la presidencia personas endeudadas por una serie de campañas previas y las consecuencias las tenemos enfrente de nuestras narices, y, como bien me advirtió un amigo en 1987, «Guatemala no aprende de sus desastres»[1]. Él se refería al mal manejo de nuestros desastres naturales, yo extrapolé su crítica a los desastres sociales que nos provocan los politiqueros que solo llegan al poder para seguir corrompiendo las instituciones del Estado.
Hace justamente un año el Consejo Nacional Apostólico de la Compañía de Jesús en Guatemala fijó su postura ante los acontecimientos que se vivían en el país y la decisión fue contundente: «El silencio no es una opción»[2]. Así, a la luz de dicha exhortación que, dicho sea, continúa vigente, expondré tres tablados acerca de los cuales debemos discernir porque ya se llegó a extremos inaceptables.
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El primero se notició el 4 de agosto recién pasado. Un enorme socavamiento en el kilómetro 17.5 de la ruta al Pacífico hizo colapsar los seis carriles de la carretera un día antes. ¡Carajo de los carajos! ¿Acaso no había sucedido el mismo fenómeno un año atrás? Y no con uno sino con dos socavones. ¿Qué hicieron entonces para prevenir otro colapso? ¿Dónde estuvieron y qué hicieron los supuestos expertos y los politiqueros que desaparecen del radar cuando hay una tragedia de esta naturaleza? Digo tragedia porque en septiembre de 2022 dos personas perdieron la vida gracias a su incompetencia. ¿Están considerando una solución a largo plazo o siguen esperando el próximo hundimiento? ¿Ya se dieron cuenta de que todo el subsuelo de Villa Nueva tiene más hoyos que un queso roquefort? Preguntas estas que debieran tener una respuesta mínima por respeto a nosotros, la población que sí paga sus impuestos.
El segundo está relacionado con el dichoso Libramiento de Chimaltenango. Para el 23 de julio 2023 en un reportaje realizado por Sandy Pineda, Andrea Domínguez y Emmy Sánchez, de Prensa Libre, se dio a conocer que las «emergencias en la “Megaobra” se han repetido 25 veces»[3]. ¡Por el amor de Dios, 25 veces! En el entretanto, también se conoció que el exministro de Comunicaciones, José Luis Benito, obtuvo libertad condicional relacionada con ese caso conocido ya como caso Libramiento de Chimaltenango[4]. Como diría Mafalda: «¡Sonamos!». Señores, por favor, los guatemaltecos merecemos respeto.
El tercero tiene que ver con el binomio presidencial del partido Unidad Nacional de la Esperanza. La noticia ya le dio la vuelta al mundo. Sandra Torres, en un encendido discurso dijo que «Todos los semilleros son una partida de huecos»[5]. A semejante vulgaridad, procaz y enfermiza, se sumaron las torpes declaraciones de su candidato a vicepresidente quien, el 7 de agosto recién pasado provocó un titular en el Diario La Hora que reza: «Vice de Sandra enciende al electorado: dice que a sus 11 años estuvo en un proyecto de la NASA»[6].
¿Comprende ahora, estimado lector, el porqué de mi entradilla?: «En Guatemala, nunca se había llegado al nivel de corrupción, vulgaridad, desvergüenza, engaño y burla hacia la población como el que estamos experimentando este año y particularmente durante este lapso previo a la segunda vuelta electoral». Se colige entonces, de toda esta indecencia, que ha llegado el momento de exigir por tercera vez (en este artículo): ¡Basta, politiqueros y patrones de los politiqueros! ¡Los guatemaltecos merecemos respeto!
Estimadas y estimados lectores, este artículo es el número 579 que escribo en Plaza Pública. Nunca había consignado una palabra soez en uno de mis escritos. Hoy, fue necesario hacerlo para demostrar ese nivel de ordinariez que están manejando los politiqueros en Guatemala. Por esa palabra soez, que no la expresé yo, sino Sandra Torres, presento a ustedes mis más cumplidas disculpas.
Recordemos que, de acuerdo al Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española, la palabra politiquería significa: «Práctica política que consiste en tratar de conseguir o mantener el poder mediante licencias, falsas promesas y regalos»[7].
Colofón: Guatemala se está hundiendo a causa de los politiqueros, es momento de decirles: ¡Adiós!
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