Qué villanía, decíamos, que el informe de gobierno no se ocupe de demostrar que se han cumplido las promesas de campaña, siendo una de las más importantes la de disminuir la desnutrición infantil.
La Alianza del Mal de En Sabah Nur (también llamado Apocalipsis) se ha ensañado con los más vulnerables. Es la Alianza Contra la Niñez y la Juventud.
Para alcanzar las ambiciones de su líder (quien según Marvel Comics regresó a la vida luego de una hibernación de varios lustros), se otorgan poderes a villanos de segunda y de tercera categoría, a quienes En Sabah Nur reviste con poderes como capas de impunidad, corazas antiley y máscaras de honradez. Son personajes con puestos que jamás habría alcanzado si no fuera porque todos resultan piezas de utilería para la Alianza del Mal.
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Con esa constelación de villanos y villanas es que la alianza acumula poder y riqueza al tiempo que elimina o castiga la oposición. Ahora aumentarán las bombas contra ONG progresistas, periodistas independientes y jueces estorbosos.
El actual gobierno tiene una deuda ominosa con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Ha utilizado los recursos (nunca hubo en Guatemala un gobierno con tantos) para forjar su alianza, pues comenzó a tambalearse en el mismísimo primer año de mandato. Aunque el presidente siga repitiendo que la pandemia le robó dos años de gobierno, la verdad es que le regaló la oportunidad de terminar su período y le dio los recursos para financiar a chorro abierto la consolidación de su alianza, así como para la derrota de los X-Man.
Perdido entre el bien y el mal y entre ambos lados del espejo nos encontramos al vicepresidente, responsable legal de la conducción de las fuerzas antidesnutrición. Viste capa de intrascendencia y lleva pantalones a media pantorrilla. Ojalá y definiera de qué lado está, en vez de proclamarse otra víctima de la Alianza del Mal, pero sin unirse a los X-Man.
La traición más ignominiosa de todas es la que nos deja con niños y niñas con la talla más baja, con el índice de desnutrición más alto de la región (y pensar que antes veíamos a Haití por el espejo retrovisor), con los números más bajos en inteligencia, sin escuelas y si las hay, sin servicios tan básicos como el agua potable.
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Si en el gobierno precedente comenzaron a deteriorarse los indicadores nutricionales, el actual elimina gansterilmente cualquier evidencia de su fracaso y boicotea el trabajo que debería apoyar con todos sus poderes. Un ejemplo es el préstamo por 100 millones con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), contratado específicamente para «reducir la desnutrición crónica en Guatemala, con un énfasis en los primeros 1,000 días de vida» y conocido con el nombre Crecer Sano. Hasta ahora, la ejecución del préstamo no tiene resultados demostrables ni evaluables y, en todo caso, el reducido gasto (12 % desde 2019) no ha sido para lo previsto. La cantidad de casos de desnutrición aguda (algo peor que la desnutrición crónica puesto que conduce a la muerte) en lo que va del actual gobierno ya ha superado la del gobierno anterior completo. Así que, como resultado conjunto, lo que tenemos hoy es un pusilánime desarrollo humano, una niñez abandonada y macilenta y un futuro hipotecado en las peores condiciones (por el pago de la deuda y por la poca capacidad de la niñez de llegar a ser adultos competentes y productivos). Recordemos que de la desnutrición crónica nadie se recupera.
El tiempo de cambiar el rumbo de la desnutrición infantil ya se le pasó a esta Alianza del Mal. Estamos de nuevo en carrera electoral y si alguna cosa llegamos a ver será por simple clientelismo político (nunca gana el mismo partido pero siempre repite la Alianza del Mal).
¡Ah! Oscar Isaac es el artista que interpreta a Apocalipsis (En Sabah Nur), pero solo es una actuación de entretenimiento. Alejandro Giammattei se interpreta a sí mismo y la historia no lo dejará salir del personaje, aunque eso lo tenga sin cuidado porque, como él mismo dijo, se hizo del rol «a su manera».
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