La serpiente de la mala política puso sus huevos en muchas madrigueras durante este año 2023. Para neutalizarla tenemos que hacer acopio del conocimiento de nuestras experiencias previas, patrimonio del entendimiento que caracteriza al ser humano.
A la luz de ese entendimiento y para evidenciar cada vez más a la mala serpiente (no me refiero a los reptiles que mantienen a nuestros ecosistemas naturales equilibrados), pongo sobre la mesa cuatro paralelos fenoménicos sucedidos en nuestro país el año 1920 y que se están replicando, con más o menos similitudes, este año 2023.
1. Los desgobiernos de Manuel Estrada Cabrera y Alejandro Giammattei que fueron puestos al desnudo por la impronta de una pandemia.
Este paralelo quizá sea el más preciso. La pandemia de influenza, cien años atrás, estuvo signada por los terremotos de 1917 y 1918. La pandemia de coronavirus (2020) estuvo acompañada por la acometida de las tormentas Eta y Iota. Ambos fenómenos, pandemia y desastres naturales, pusieron al desnudo el terrible estado de corrupción en los gobiernos de Estrada Cabrera y Alejandro Giammattei. Los protagonistas de las tragedias —metafóricamente descritos en la obra El señor presidente de Miguel Ángel Asturias—, se representan tal cual: El policía Lucio Vásquez (con su frialdad de asesino nato), el titiritero Don Benjamín (y sus muñecos de ventrílocuo) y sin lugar a dudas, «el favorito» de cada tiempo (malo como satán, porque ahora nada tiene de bello).
2. El despertar de un pueblo abúlico que entró en desesperación.
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Durante los últimos años del gobierno de Manuel Estrada Cabrera la población había entrado en un estado de apatía. El suicidio comenzaba a presentar características de epidemia y se volvió una especie de estatus social para salir dignamente de este mundo. Mas, el mal manejo de la pandemia de influenza, la miseria arraigada en los funcionarios del presidente felón y las engañifas —una tras otra— de funcionarios en plena decadencia moral como los actuales diputados al Congreso de la República, provocaron un estado de desesperación en la población que, felizmente, encontró un rayo de esperanza en el obispo José Piñol y Batres. Él era originario de la capital y el primer egresado del instituto Pío Latino de Roma con el grado de doctor en Teología. Era el obispo titular de Granada, Nicaragua, cuando se enteró del estado calamitoso en que se encontraba la sociedad guatemalteca. Buscó entonces apoyo en el Vaticano. Renunció a su diócesis y volvió a Guatemala amparado en concesiones especiales, entre ellas la de predicar sin estar sujeto a la jurisdicción de obispo alguno. Así, con la aquiescencia de fray Daniel Sánchez, rector del templo de San Francisco, programó nueve fundamentados sermones que, como bien dice el historiador Agustín Estrada Monroy, «eran cristianismo al vivo»[1]. Sus denuncias desde el púlpito fueron luz en la oscuridad. Hoy no tenemos a un obispo con las canonjías y preeminencias que tenía José Piñol y Batres, pero sí hay religiosos que mantienen la veta del anuncio profético de la Buena Nueva.
3. El aparecimiento de la esperanza en el escenario menos pensado.
En 1920, la esperanza hizo presencia en el escenario religioso y el pueblo —bajo el influjo de los sermones de Piñol— orilló a la Asamblea Legislativa a destituir a Manuel Estrada Cabrera. En 2023 apareció en el escenario político cuando el pueblo, de manera inusitada, se pronunció por medio del voto. El símil consiste en que, donde menos se lo esperaban los mercachifles de la política, les saltó la liebre (y bien saltada).
4. Un estallido social en el horizonte (que debemos evitar a toda costa este año 2023).
Debemos evitar llegar a un estallido social como el ocurrido durante la Semana Trágica de 1920[2]. Porque ese tipo de levantamientos es una de todos contra todos cuando las masas se despersonalizan. Los gritos de «¡otro toro, otro toro!» de las turbas que ingresaron al Palacio Nacional para aprehender a los funcionarios de Estrada Cabrera y lanzarlos desde el segundo nivel a la calle donde grupos de personas descontroladas los descuartizaban, aún resuenan en los oídos de la historia que se ha ocultado en los planes y programas de la educación formal. Baste decir que de Miguel Cara de Ángel, que sí existió, solo se pudo rescatar un miembro inferior de su cuerpo para poder inhumarlo.
La serpiente puso sus huevos en muchas madrigueras durante el primer semestre de este año 2023. Impidamos cuando menos, una de sus consecuencias: el cuarto paralelo fenoménico.
Más documentación de estos sucesos puede encontrarlos en: En ruta a la Semana Trágica de 1920[3] y Miguel Cara de Ángel en la conciencia colectiva de los guatemaltecos (1918-1920)[4].
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